Las campañas electorales en los últimos días han estado bañadas de atractivas y buenas intenciones, su objetivo, obtener la confianza y voto de los ciudadanos que decidirán el próximo domingo 2 de junio de 2024, a la que será la próxima presidenta de México. La educación no escapa a las promesas de campaña, ofrecimientos que regularmente no se concretan, dejando a la deriva a millones de niños y jóvenes mexicanos.
Las abanderadas de los partidos políticos han tomado a la educación como moneda de cambio para obtener la simpatía tanto del sector magisterial como de millones de estudiantes en edad de votar, sin embargo, estas propuestas electorales educativas, son generales y poco realizables. ¿Las candidatas tienen una propuesta seria para cambiar y resolver de raíz los males educativos que el país tiene? La respuesta es no. Así que estemos preparados para ser bombardeados un día sí y el otro también por la propaganda electorera que tienen preparada y más que nada no dejarnos engañar por falsas propuestas que vienen a resolver de tajo todos los problemas que el país viene arrastrando desde hace años.
Ningún mexicano puede estar en contra de fortificar la educación pública, sin embargo, esto requiere además de ganas de implementarlo, una buena cantidad de recursos, dinero que en muchos de los casos no están dispuestos a soltar en beneficio del estudiantado y prefieren invertirlo en cosas “más concretas y palpables” una vez que han sido beneficiadas por el voto popular, olvidándose de lo que por el momento valientemente argumentan y defienden.
Si las candidatas tomaran este asunto con seriedad expondrían el porcentaje del producto interno bruto (PIB), que están dispuestas a invertir en educación pero sobre todo mencionar qué no se le va a reducir el presupuesto a otras áreas sociales por asignarlo a educación, pero eso no lo escuchamos y así como van las cosas tampoco lo escucharemos. La organización de las naciones unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación (UNESCO), propone destinar al menos de cuatro a seis por ciento del PIB de cada país o mínimamente entre 15 y 20 por ciento del gasto público.
Lejos de esos parámetros en 2023, Morena asignó el 2.9 por ciento del PIB a educación, por lo que, las autoridades educativas no se han propuesto implementar las recomendaciones hechas por esta organización. Todo cambio educativo debe ser parte de una transformación del modelo económico vigente, en el que se debe incluir, sin lugar a dudas, el combate a la pobreza. No debemos olvidar que lo que ocurre en la superestructura social está determinado, en última instancia, por la base económica, es decir, la dinámica de la economía se manifiesta en los fenómenos sociales de muchos ámbitos que incluyen el religioso, filosófico, político, jurídico, pero desde luego en el quehacer educativo.
Por lo que, cambiar el modelo económico, exige cambiar al educativo, pero no basta educar, ya que deben cambiarse a la par las estructuras económicas y políticas, que a su vez implica cambiar las clase social en el poder. La decadencia de un modelo económico, como el que actualmente estamos viviendo, se refleja en otras manifestaciones de la vida social como el deterioro de la educación y que esto a su vez, acarrea otras consecuencias negativas como el atraso, ignorancia y fanatismo.
Sin una base científica y tecnológica propia no podrá construirse una economía soberana. La ciencia aplicada a la producción es el pilar de la productividad, pero debido a nuestro atraso tecnológico solo accedemos como economía dependiente haciendo que frene nuestro desarrollo, sin embargo, esto no es casual, sino que va ligado al modelo económico imperialista, que nos convierte en solo usuarios de tecnología importada, muchas de las veces atrasada, lo que permite a los países avanzados tecnológicamente afianzar su dominio con el monopolio de la tecnología y ciencia, dejándonos como proveedores de mano de obra barata y vendedores de materias primas. Para alcanzar independencia política es forzoso tener independencia económica, esto a su vez requiere de soberanía científica y tecnológica.
La educación que se imparte en México debe ser popular, pero no con el fin de educar a los hijos del pueblo a servir al capital, sino formarlos con otra mentalidad, en una educación crítica y de investigación que responda a las necesidades de toda la sociedad, incluyendo a las empresas pero no subordinada a ellas y anteponiendo el interés social, inspirar la enseñanza en el principio de dignidad patriotismo, no subyugada a las potencias imperialistas.
Hoy como ayer, las candidatas solo quieren llegar al poder para beneficiar a la clase social a la que pertenecen, las opciones del pueblo trabajador para elegir a los gobernantes son cada vez menores ya que los actuales partidos políticos se están desbaratando por la carencia de un proyecto sólido en el que el pueblo se identifique y vea beneficiado ya que los actuales partidos no representan sus intereses de clase.
Lo única opción que tenemos los pobres de este país es organizarnos y educarnos para que de nuestras filas surjan los que conducirán los destinos de nuestra patria y que velarán por los intereses de los más necesitados, los que trabajarán en conjunto con el pueblo para hacer de nuestro país un lugar donde todos tengamos lo necesario para vivir de manera digna, un lugar donde todos tengamos educación, trabajo y hogar, fácil de decir, más no imposible de realizar.
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