MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

En defensa de la organización popular

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En las últimas semanas, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha vuelto a calumniar al Movimiento Antorchista con la acusación de que en sexenios anteriores recibió, a través de sus líderes, grandes sumas de dinero por parte de los gobiernos en turno y que por culpa de los antorchistas los apoyos no llegaban a los destinatarios.

En todas estas ocasiones, nosotros los antorchistas, le hemos solicitado que compruebe sus afirmaciones, no obstante, en vez de responder a nuestra petición, ha proseguido con las difamaciones. Lo anterior es preocupante y merece la atención porque pone en riesgo no solo la integridad de los antorchistas (pues algunas personas que no les parece nuestro trabajo o están en contra de nuestros ideales pueden tomar represalias justificando sus acciones en las afirmaciones del presidente), sino también los derechos elementales de todos los mexicanos, como el de organización y petición, y por tanto la posibilidad de resolver ingentes problemas que los aquejan todos los días, tales como la falta de agua o servicios básicos en las colonias populares.

Como lo han planteado algunos analistas, el verdadero objetivo de López Obrador es aplicar, hasta sus últimas consecuencias, las políticas neoliberales que comenzaron en los años 70, a pesar de que él diga lo contrario e incluso haya anunciado su fin de manera formal en 2019. De hecho, mucha gente sigue confundida debido a que el presidente ha reducido el contenido neoliberal a estos dos puntos: gastos excesivos del gobierno y corrupción; por lo que la solución a estos males, desde la perspectiva lopezobradorista, es la eliminación de dichos gastos excesivos e incluso la reducción de otros y la supuesta lucha contra la corrupción, pero ¿qué ha dicho de la creciente desigualdad producida desde la aplicación de las políticas neoliberales?, ¿Qué dice sobre el rezago educativo que ha incrementado en los últimos años?, ¿Qué medidas ha aplicado para obligar a los empresarios a pagar impuestos justos dado que son los que más se han beneficiado con la aplicación de las medidas neoliberales?, ¿Qué políticas económicas y sociales está aplicando su gobierno para eliminar o al menos aminorar estos males? La respuesta es que ha dicho poco y ha hecho nada.

Conviene destacar que, precisamente, las dos iniciativas emblema del presidente, reducción del tamaño de la burocracia gubernamental y la lucha contra la corrupción, fueron las que la ortodoxia neoliberal impuso para romper con el Estado de Bienestar (Ha Joon Chang, ¿Qué fue del fue del gran samaritano?).

Fernando Escalante Gonzalvo menciona que “el programa neoliberal, contra lo que imaginan algunos críticos, y contra lo que proclaman algunos propagandistas, no pretende eliminar al Estado, ni reducirlo a su mínima expresión, sino transformarlo, de modo que sirva para sostener y expandir la lógica del mercado. O sea que los neoliberales necesitan un Estado, a veces un Estado más fuerte, pero con otros fines” (Historia mínima del neoliberalismo).

Lo anterior es ilustrativo dado que la 4T, ciertamente, ha reducido algunos gastos de la burocracia gubernamental, pero eso no ha implicado el achicamiento del Estado, sino el reforzamiento del mismo con el incremento de presupuesto para otros sectores como las fuerzas armadas e incluso la invención de nuevos cargos como el de los Servidores de la Nación.

Para el Presupuesto de Egresos de la Federación 2022 las fuerzas armadas recibieron el segundo mayor solo por debajo de las pensiones para adultos, 199 mil millones de pesos, lo anterior sin contar los grandes proyectos de infraestructura que han ido a parar a sus manos (El Financiero, noviembre 2021).

Como ya se indica líneas atrás, las primeras políticas neoliberales comenzaron a aplicarse en la década de los 70, y fueron esencialmente económicas, como la liberalización y desregulación de los mercados, la privatización de las empresas paraestatales, políticas monetarias restrictivas, políticas fiscales restrictivas, etc. La imposición de dichas medidas no resultó sencillo para el gobierno y sus ideólogos, pues siempre hubo resistencia por parte de la sociedad civil, aun así, a través de la fuerza militar y con argumentos pseudocientíficos lograron su objetivo, por ejemplo, con la idea de que el Estado es pésimo gestor de las empresas propusieron privatizarlas.

Ha sido en ámbito social donde más les ha costado a los promotores del neoliberalismo imponer su programa, pues ¿cómo justificar que es mejor reducir el gasto público a educación y destinarlo a otros proyectos?, ¿Cómo justificar la abolición del derecho de organización, gestión y manifestación?, ¿Cómo justificar que la sociedad deba venerar a sus funcionarios en vez de obligarlos a que trabajen? Lo anterior resulta prácticamente injustificable, sin embargo, los gobiernos en turno, primero los priistas, después los panistas, posteriormente otra vez los priistas y ahora los morenistas se han ido imponiendo. Sobre todo, ha sido con el gobierno de la 4T cuando más han logrado sus propósitos los partidarios del neoliberalismo.

Ha sido a través de mentiras o exageraciones deliberadas como han tratado de justificar la anulación de derechos elementales como el de manifestación, organización y petición. ¡Son revoltosos!, ¡Afean las calles, deberían regresar a sus pueblos!, ¡Sus manifestaciones afectan a terceros!, se escuchaban y se siguen escuchando cada vez que gente inconforme sale a las calles a exigir que se le hiciera caso y resolvieran sus problemas.

Con la llegada de López Obrador a la silla presidencial, las expresiones antimanifestaciones han incrementado y todo indica que su objetivo es legalizarlas y aplicar reformas para que de una vez por todas la gente no pueda salir a las calles a pedir lo que por derecho le corresponde. ¡Quieren chantajear al gobierno, ahora no tratamos con organizaciones!, ¡Son intermediarios, están enojados porque ya no les damos moches!, ¡Son conservadores! Son algunas de las nuevas frases que se escuchan de boca del presidente de la república, de los funcionarios de la 4T y de medios de comunicación a su disposición.

Como podemos notar, la situación es escabrosa. Urge que la población se dé cuenta que el verdadero objetivo de la 4T es la imposición completa del programa neoliberal y no el mejoramiento de las condiciones de vida de la población. El pueblo mexicano debe darse cuenta que están en juego sus derechos elementales y que si no hace nada por frenar las intenciones del presidente, más adelante quizá sea ya tarde. En defensa de la organización popular, la población mexicana debe continuar organizada.

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