MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El veneno que nos asfixia en la CDMX

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¿Sabías que en la Ciudad de México, una de las más pobladas del mundo, con 9 millones, (mientras que la población metropolitana es de más de 21 millones) existe una acumulación en de partículas en el aire que son nocivas para la salud y que dañan nuestro sistema respiratorio? La polución ha sido tan grave que las Naciones Unidas declaró a la Ciudad de México como la ciudad más contaminada del mundo a principios de 1990.

ésta proviene del humo de los camiones y las fábricas, incendios, el polen de las plantas, de las esporas de los hongos, de la piel que se desprende de cuerpo, o de las heces fecales, óxidos y metales, y todos los días las respiramos en grandes cantidades, por eso está afectando nuestra salud y deteriora nuestra vida, ya que se aloja en nuestros pulmones, e ingresa a nuestro torrente sanguíneo haciendo que bajen nuestras defensas.

El Sistema de Monitoreo Atmosférico explica que las partículas suspendidas son cualquier material sólido o líquido capaz de permanecer en suspensión en el aire-ambiente y tienen un tamaño comprendido entre algunas fracciones de milímetro hasta millonésimas de milímetro (nanómetros). Los seres humanos respiramos entre cinco y ocho litros de aire por minuto.

De acuerdo con un estudio realizado por Asociación Médica del American British Cowdray Hospital, más del 60 por ciento de los individuos que se exponen a la contaminación en la Ciudad de México tendrán inflamación crónica y problemas respiratorios. Se sabe que cerca de 10 mil muertes al año pueden ser atribuidas a la contaminación en la Ciudad de México.

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Sin embargo, la corrupción institucional en la capital del país, que ha sido representada durante los últimos 20 años por el partido amarillo, obstaculiza los esfuerzos para reducir las emisiones nocivas de varias maneras, entre ellas, los dueños de los coches viejos pasan la prueba de emisiones dando mordidas. En segundo lugar, los viejos autobuses que sirven como medio de transporte público son de propiedad privada y no están sujetos a reglamentos ecológicos, cuentan con 10 o 20 años de antigüedad y sus motores diesel son los grandes productores del carbono negro, que contiene tóxicos, metales, sulfatos y nitritos, que generan el 80 por ciento de las partículas llamadas PM2.5, que podrían reducirse hasta en 90 por ciento con diesel ultra ecológico y transporte con nuevas tecnologías.

Además, la Ciudad de México es una de las más congestionadas en el mundo, con un nivel de congestión del 59 por ciento, superando a Bangkok, Estambul, Río de Janeiro y Moscú. El Reporte Nacional de Movilidad Urbana en México 2014-2015, estima que los automóviles generan el 18 por ciento de emisiones de dióxido de carbón dentro de la Ciudad de México. Hay un total de 5 millones de vehículos en la ciudad, donde la presencia de estos ha incrementado a un ritmo anual de 3.8 por ciento. La tasa de emisiones nocivas por vehículo depende de su edad.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) también predijo un aumento de 21 mil muertes en 2030 y 42 mil muertes en 2060 si el problema no se aborda correctamente. La realidad es que, desde hace muchos lustros, los gobiernos en México han privilegiado el uso del automóvil privado sobre el transporte público, es por eso que no invierten lo necesario en este servicio.

El problema de fondo continúa: las autoridades capitalinas no se interesan por resolver esta problemática porque están aliadas por sus intereses políticos y económicos a los poderosos empresarios del transporte, fabricantes y permisionarios, les interesan más que la ciudadanía que sufre y padece por sus políticas antipopulares en materia ambiental.

Los habitantes de la ahora Ciudad de México tenemos derecho a reclamar un aire más puro que no dañe nuestro organismo, tenemos derecho a un ambiente sano para nosotros y nuestros hijos. La contaminación se resuelve con acciones enérgicas que la clase política gobernante de la capital no está resuelta a llevar a cabo, la atan sus enormes intereses que han prevalecido en el problema del veneno que nos asfixia.

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