MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El Tartufo Andrade y la lucha por una vida mejor en Hermosillo

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En la política como en la naturaleza, amable lector, como dice el viejo aforismo de Saramago, a veces, "lo que parece no es, y lo que es, no parece". Esto se aplica a lo largo de la historia a muchos de nuestros gobiernos, quienes muestran una cara muy amable, simpática, pero, en los hechos, como dice Cervantes, "en el pan viene la navaja". De esta manera es como se rodean de ventrílocuos, verdaderos artistas en el arte del adormecimiento social que, con una cara bonita, o unos modismos muy ocurrentes y persuasivos, adormecen las conciencias más ofendidas. Vamos a desenvolver nuestro pensamiento.

El pasado 22 de noviembre, el pueblo humilde organizado en Antorcha metió un pliego petitorio al H. Ayuntamiento de Hermosillo, Sonora, mismo que incluye demandas tan sentidas y urgentes para las colonias marginadas de este municipio que hasta un ciego podría verlas y un indolente sentirlas. Demandas tales como pavimentaciones, drenajes, agua potable, electrificaciones, alumbrado público y de ahí para abajo, servicios tan básicos que, de hallarse un mínimo de voluntad resolutiva, se harían sin chistar. Nuestra organización comprende que no todo se puede hacer siempre, también entiende que cada obra y cada servicio tiene sus plazos, sus requisitos y así es como hemos trabajado en este y en otros muchos casos similares. No somos intransigentes como para pedir las perlas de la virgen, sólo solicitamos obras y servicios para quien más lo necesita.

Pues bien, hemos realizado de la fecha antes mencionada al día de hoy, reuniones en campo, reuniones en el Ayuntamiento, hemos hecho antesala, hemos presionado con manifestaciones públicas, mítines, marchas y hasta el momento la única respuesta es que el gobierno se ha "comprometido" a "hacer esto", a "atender aquello", "a checar eso otro" y a "revisarlo todo", y ¿qué cree, amable lector?: irónicamente, no ha solucionado prácticamente nada, un inconmensurable histrionismo ha empapado a nuestros "emblemáticos" funcionarios públicos, convirtiéndolos en actores de una obra teatral especialmente montada para los pobres.

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Obra teatral cuyo papel principal se lo lleva el Director General de Asuntos Políticos del Ayuntamiento hermosillense, Lic. Jesús Andrade, quien en reiteradas ocasiones ha hecho compromisos, incluso de menos trascendencia que las obras líneas atrás descritas, a saber: reparación de luminarias en varias colonias, jornadas médicas en las comunidades marginadas, rondines de seguridad pública en las zonas donde más se necesita, y que nos manden la perrera (¡¿será mucho pedir?!). Pues ni eso. El escenario quedó hecho a la medida para que desempeñe bien su papel de Tartufo, porque, siendo este señor encargado de los asuntos de gran importancia en el municipio, siendo el encargado de los asuntos políticos, es muy mal político (o, muy bueno, según como se vea, malo para los necesitados y humildes, bueno para otros intereses). ¿Que por qué lo decimos?, juzgue usted amable lector: en la última reunión (lunes 26 de febrero) le preguntamos al insensible funcionario que cuándo resolvería nuestras peticiones tan sentidas (ante la afirmación de que sabemos que ya se vienen tiempos de campañas y que a veces hay apoyos de estos, le dijimos además, que no fuera a ser que sólo vayan a querer bajar apoyos cuando ya vengan a solicitarnos "amablemente" el voto), Don Jesús Andrade, "inteligentemente" responde con toda la destreza que las musas le han dictado: "pues esperen a que llegue la campaña, para que bajemos los apoyos", ¡Bravo, Don Jesús, qué derroche de talento!, por eso es de usted y de nadie más el papel principal de esta obra: Tartufo de Hermosillo.

Además, nos trajo durante meses dando vueltas para no resolver nada, poniendo todo tipo de argumentos burocráticos, y aunque otros funcionarios ya hubieran resuelto a favor de los más pobres, el tartufo de marras boicoteó lo que aquéllos habían hecho, con tal de proteger a quién sabe qué intereses (porque una marioneta como él tiene hilos que lo manejan, nos queda claro), llegando al grado de ironizar con soberbia que si el suelo estaba duro, entonces para qué querían los pobres calles pavimentadas. Y así por el estilo. Una persona con tanta insensibilidad quizá no merezca ni esta tinta que lo describe, pero lo que sí vale es que el pueblo pobre aprenda con quiénes tiene que enfrentarse cuando va a las negociaciones en oficinas públicas.

De esa insólita e increíble máxima de Don Jesús Andrade y de su conducta se desprenden tres conclusiones:

1.- La manera como se tratan los asuntos del interés público, tan importantes para las colonias marginadas es, evidentemente, de poco interés para nuestros ocupados proselitistas priistas, ¡cuánta "sensibilidad" y cuánto "interés" por los que menos tienen!

2.- Los priistas locales, en el fondo, evidencian su desprecio por la fuerza popular de las organizaciones sociales como Antorcha, porque se saben fuertes y decididos para enfrentar las elecciones venideras, nomás que para cosechar es menester haber sembrado, señores, y nosotros sabemos que la siembra ha sido muy mala. Vamos a ver, vecino de Hermosillo: ¿sabes de alguna obra (pavimentación, drenaje, agua potable, remodelación de un parque, etc.) que haya realizado nuestro pintoresco Gobierno Municipal en tu colonia?, ¿verdad que no?, ¿sabes qué...? Es una constante, en Hermosillo no se hace obra social, no se acuerdan de esto; ahora que, si le preguntamos a nuestro Tartufo, seguro nos dirá lo contrario.

3.- El interés de los gobernantes en el poder es cerrar la llave de la solución a Antorcha; "¡ello conlleva a que la organización disminuya sus simpatías y deje de crecer y crecer!", piensan ingenuamente. Nosotros les contestamos: les falló. Si se solucionan las demandas que Antorcha encabeza, la organización crece, pero, si no se le solucionan (¡ojo, don Jesús!) entonces crecemos más y más, como hemos hecho a pesar del ejército de tartufos. Y esto no es un juego de palabras, amable lector, es exacto como lo demuestra la historia de nuestra organización, que al día de hoy cuenta con casi dos y medio millones de afiliados, siendo la organización más grande y mejor estructurada del país y con serias expectativas rumbo al futuro. Antorcha no es otra cosa más que pueblo organizado, que así ha encontrado la forma de hacerse fuerte.

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Así es, vecino de Hermosillo, como hay políticos cuyo papel principal es adormecer la conciencia de la gente con discurso inauditos y frases bien hechas, pero cuyo peso está sobre tierras movedizas que no garantizan nada. Hermosillo merece algo mejor que simples comedias antes sus peticiones. Es mucho el hartazgo de la gente, es tanta la ansiedad de justicia que basta echar una ojeada a su silueta para percibir la angustia y la desesperación. La gente sabe que no son buenas sus condiciones de vida, sabe que necesita vivir mejor, sabe que requiere transformar su entorno social y también sabe que no será posible cambiando sólo de colores en el poder, por muy brillante y sensible que los representantes de estos "nuevos colores" parezcan. ¿Qué hacer, hermosillenses?, ¿qué hacer cuando la vida nos golpea sin tregua, cuando a nuestros políticos, más que velar por nuestros intereses sólo les interesa ganar elecciones?, ¿qué hacer cuando ante nuestras peticiones y exigencias no recibimos más que maltratos e ironías?

Con serenidad, pero con contundencia Antorcha dice lo siguiente: Si el pueblo (nosotros) no se defiende a sí mismo, nadie vendrá a defendernos. Los tartufos del gobierno están muy a gusto, ellos no quieren un cambio en las condiciones en las que viven, porque ellos viven bien y, aunque quisieran (aceptando sin conceder, como dicen los abogados) cambiar las cosas en nuestro municipio, no pueden, porque sus decisiones no dependen de ellos, sus intereses no están de nuestro lado por mucho que lo digan y lo pregonen estentóreamente en sus mítines de campaña; atienden a otros intereses. Así, nosotros, obreros, colonos, estudiantes, amas de casa, debemos tener claro que hay que organizarnos y luchar, para obtener mejores condiciones de vida y, ¿por qué no?, para que algún día las cosas cambien desde el fondo, desde la raíz y que al gobierno llegue gente de nosotros, del pueblo, que nos represente con inteligencia, con honradez y con valor. Esto es posible, vecino hermosillense. Tiempo al tiempo.

 

 

 

 

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