Aproximadamente desde el mes de junio el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador ha venido declarando que el próximo 30 de agosto se iniciará el ciclo escolar con clases presenciales.
Pero, aquí cabe la pregunta siguiente: ¿realmente existen las condiciones para el regreso a clases presenciales? Desde mi punto de vista aún no las hay. Primero porque estamos en la tercera ola de contagios por covid-19 alcanzando hasta los 245,000 casos en todo el país.
Segundo porque los menores de edad no han sido vacunados y serían prospectos a infectarse.
Tercero porque el Gobierno de la 4T no ha dicho cuánto recurso se va a destinar para todas las escuelas del país para que puedan ser sanitizadas y todo lo necesario para que los alumnos y maestros puedan contar con lo necesario para recibir y dar clases de manera presencial.
Cuarto porque los estudiantes universitarios al acudir a las escuelas y universidades pueden ser el medio de transporte para este peligroso virus, y así contagiar a los más propensos como pueden ser los adultos mayores.
Quinto y último porque las clínicas y hospitales aún no cuentan con lo necesario para poder recibir y atender a los nuevos infectados, prueba de ello es que actualmente se encuentran saturados, sin camas, sin tanques de oxígeno y los médicos y enfermeras sin los equipos necesarios para no contagiarse. Por lo que la ola se haría más gigante.
Los estudiantes, padres y madres de familia que he conocido a mi alrededor manifiestan estar en desacuerdo con esta política errada del señor presidente, por temor a que sus hijos puedan ser infectados, pero parece que nada de esto le importa a su majestad ya que como siempre quiere hacer su propia voluntad sin escuchar el clamor del pueblo. Basta con saber que también ha puesto oídos sordos al reclamo nacional de los estudiantes adheridos a la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR) de no regresar a clases sin ser vacunados. Lejos de todo esto el presidente debería preocuparse por garantizar un regreso a clases seguro, donde no se ponga en riesgo la vida de los mexicanos. Este disparate del presidente lo puede pagar muy caro este sector tan importante de estudiantes de nuestro país, generando una tragedia nacional, como si las que han existido hasta estos días, no fueran suficientes. Que conste.
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