El presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en días pasados dio la orden de que el 30 de agosto “llueve, truene o relampaguee” se regrese a clases presenciales en los distintos niveles educativos. Esto cuando la pandemia por covid-19 se encuentra en su pico más alto en esta tercera ola, y sin que las escuelas cuenten con las condiciones adecuadas para este regreso presencial a clases, pues esto implica varias situaciones que hay que analizar, tales como:
Que las aulas cuenten con suficiente ventilación; que las instalaciones (aulas, canchas, oficinas y demás espacios), cuenten con el espacio suficiente como para que los alumnos tomen la sana distancia; que cuenten con suficiente agua, con cisterna, con electricidad, gel antibacterial, jabón, cloro y demás insumos de limpieza, sin contar que hay escuelas con un sólo baño. Tampoco hay un documento de sanidad y protocolo en manos de directivos y docentes en todas y cada una de escuelas; no se sabe quién les aplicará el gel a los alumnos al momento de entrar, quién vigilará el uso adecuado del cubrebocas, sin mencionar a todo esto las condiciones en el transporte, etc., etc. Tal vez para nuestros gobernantes, empezando por los del gobierno federal, parezca insignificante todo esto, pero si no se crean las condiciones materiales y no se toman las medidas necesarias, los niños y jóvenes, estarán muy expuestos a contraer el virus, pues son los más vulnerables, ya que aún no cuentan con la vacuna.
Ante este riesgo al que se exponen nuestros hijos por su regreso a clases presenciales sin haber condiciones mínimas ante la covid-19, ¿qué han hecho el presidente y la Secretaría de Educación Pública (SEP)? ¡Fácil!: responsabilizar a los padres de familia, haciéndolos que firmen una carta donde queda claro que fue él, el padre de familia, quien mandó a su hijo y nadie lo obligó a hacerlo; así de esta manera el gobierno se “lava las manos” como Poncio Pilatos.
Las acciones que esta tomando el gobierno federal de la 4T, que encabeza AMLO, son del todo insuficientes y limitadas, al perder la perspectiva de que no sólo se trata del regreso a clases presenciales (lo cual sería de desear, pues las clases virtuales son deficientes), sino que se requiere de una serie de medidas sanitarias y de rehabilitación y mejoramiento de la infraestructura educativa que, desgraciadamente no se tienen en la actualidad. El Gobierno federal en su “ceguera” y su tozudez no toma en cuenta que el semáforo epidemiológico se encuentra en color rojo en varios estados de la república.
En San Luis Potosí, en los hechos, estamos en ese color epidemiológico, con un elevado número de contagios y muertes todos los días, y con los hospitales rebasados; hay carencia de tanque de oxígeno. El pico de la pandemia en esta tercera ola de contagios por covid-19, con su variante Delta, es una realidad inminente que tendrá como consecuencia un elevado número de contagios entre niños y jóvenes si se impone un regreso forzoso a clases presenciales. Será sólo responsabilidad del Gobierno de AMLO de que lleguemos ante tan lamentable situación.
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