MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El pueblo, como el gran Anteo

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Desde siempre, el Movimiento Antorchista Nacional ha dicho que su verdadera fuerza es y seguirá siendo el pueblo pobre; algo que hoy, nuevamente ha quedado demostrado. Debido a la desatención de los gobiernos federal y estatal para atender la desgracia del pueblo de Tabasco, nuestra organización puso en marcha la campaña en ayuda a este estado, donde miles de familias perdieron lo poco que tenían; se estima, según cifras oficiales que existen más de 500 mil damnificados y que la perdida total de viviendas asciende a 99 mil 573, los tabasqueños perdieron prácticamente todo, y es por eso que en los 32 estados de la Republica se instalaron centros de acopio, para recabar y hacer llegar la ayuda a los pueblos y colonias que han permanecido en el olvido, y algunas, incluso, totalmente incomunicadas.

En Michoacán, logramos poner 23 centros de acopio en varios municipios como Ario de Rosales, Tuzantla, Maravatío, Huetamo, Uruapan, Hidalgo, Tacámbaro y la región de la Cañada de los 11 pueblos; lo que aconteció en esta semana, fue algo realmente conmovedor, nuevamente quedó demostrado que el pueblo es el verdadero corazón de México; esto además de ser quien produce la inmensa riqueza con la que contamos. Cada día, al asistir a sus lugares de trabajo, los que tienen, al vender su mano obra, se desprende la enorme riqueza con que cuenta el país, pero que casi nada toca al pueblo. Según la Organización Internacional del Trabajo nuestros trabajadores son de los peores pagados en todo el mundo; y como consecuencia, muchos podrían pensar que el pueblo, poco o nada podría ayudar a los que se encuentran en tragedia o a quienes, como en el caso de los tabasqueños, atraviesan por una desgracia como ahora. 

Pero eso ha quedado rebasado ya, pues en cada uno de los centros de acopio que fueron instalados, los que más se acercaron a apoyar, fueron precisamente los que menos tienen; en Morelia, por ejemplo, se acercaron comerciantes ambulantes, que con lo poco que logran juntar en el día, compraron un kilo de frijol y lo fueron a donar para sus hermanos afectados; en Tuzantla, un vendedor también, donó algunos de sus zapatos; las imágenes que más se pudieron apreciar, fueron las manos curtidas por el trabajo en el campo, o a las amas de casa que llevaban a sus niñitos a la espalda, quienes, humildemente, dieron de lo poco que tienen.

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Cabe destacar que fue, particularmente sorprendente, a mi parecer, que la mayoría de lo recaudado, hayan sido ropa y cobijas, se juntó alimento, eso es cierto, pero en menor cantidad. ¿Por qué se dará este fenómeno? Creo que a todos nos queda bastante claro que en los tiempos por los que atraviesa nuestro país, donde se le ha abandonado desde que inició la pandemia, la escases de alimentos es cada vez más notable entre las familias, por lo que difícilmente podrían desprenderse de grandes cantidades, pues no las tienen, aún así y haciendo un sacrificio de no poder comer o no dar de comer a sus familias, los michoacanos entregaron un kilo de arroz o uno de frijol, lo que estuviera dentro de sus posibilidades.

Los colectivos, desde los tiempos más antiguos de las sociedades han sido el motor principal para el desarrollo de la humanidad, es a ellos a quienes debemos la supervivencia de los grupos nómadas, por ejemplo y a quienes también se debe el aceleradísimo crecimiento tecnológico, y la rapidez para elaborar cualquier mercancía; en una fábrica, por ejemplo, la división social que se da en el trabajo, hace posible que la productividad incremente, logrando, por supuesto, que sea mayor la cantidad de mercancías producidas en un menor tiempo; sucede lo mismo en la sociedad, un hombre sólo, poco o nada podría lograr en el ámbito que fuera, en cambio, si es un colectivo, los resultados podrían ser, incluso, superiores a lo estimado.

En un país como el nuestro, en el que se somete la calidad de vida y los apoyos al pueblo a la voluntad de un solo hombre, en el a la clase poderosa le importa más permanecer en un puesto político desde el que se pueda manipular a sus gobernados, donde importa más repartir dinero para garantizar la posición en la silla presidencial, donde un partido que se dice ser el defensor de los pobres de México y a quienes, al mismo tiempo se les deja en el abandono, en una patria as&iacute, es inspirador ver que la única alternativa que tenemos todos para salir adelante y enrumbar el país a uno más justo, es tangible y que está al alcance de todos nosotros. El apoyo que ahora los antorchistas y no antorchistas, pero los más humildes que salieron a tenderle la mano a los damnificados, es la prueba de que tenemos futuro y esperanza. Una vez más el pobre, le tiende la mano al que está en desgracia. La historia no perdona ni olvida, y la historia se encargará de hacerle justicia a los que ahora sacan adelante a sus hermanos de clase, y condenará a quienes, como desde hace dos años, le mienten y engañan. Los mexicanos seremos como el gigante Anteo, el hijo de Gea, la tierra; a quien, cada vez que lo derrotaban y lo tiraban, su madre le daba más fuerzas y se levanta más poderoso, así mismo, nosotros, con cada golpe o con la indiferencia del gobierno, nos volvemos más fuertes y volvemos a la batalla más firmes y enérgicos.

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