Hace tres años, jubilosos y entusiastas como los que ahora se invisten con la representación municipal, 81 presidentes municipales tomaron posesión de sus cargos, comprometiéndose como suelen hacerlo, a trabajar incansablemente en favor de la sociedad de sus municipios. En Chilpancingo, Guerrero, llegó en aquel momento a encabezar la administración municipal el perredista Antonio Gaspar Beltrán, quien distinguió a su naciente gestión como el “gobierno de la gente”. En su discurso de toma de posesión, que aun circula en las redes sociales, prometió un cambio que beneficiaría a los chilpancingueños que habitan en los barrios, colonias y comunidades, con quienes se comprometió a superar los problemas de infraestructura urbana, de inseguridad y de servicios públicos. Ofreció un gobierno honesto, austero y ante la presencia de sus antecesores, incluido el gobernador que ha fungido en ese puesto en dos ocasiones, dijo que se terminaban las décadas de abandono para Chilpancingo. Remató anunciando que las protestas ya no serían necesarias pues encabezaría un gobierno de puertas abiertas, de diálogo y soluciones. Pero al final del mandato perredista, el balance es francamente fatal, el agravamiento de los problemas que se propuso resolver es tal que no pudo entregar las instalaciones del ayuntamiento porque los trabajadores lo tenían tomado, debido al adeudo de salarios y prestaciones laborales. El nuevo gobierno, ahora encabezado por una presidenta municipal morenista, denuncia de entrada que recibe una capital con panorama desastroso. En materia financiera, dice que el presidente saliente no dejó los recursos para el pago de la parte proporcional de la quincena que aún le tocó gobernar, tampoco la parte que le corresponde pagar de aguinaldo y una deuda de más de mil 500 millones de pesos. Señala también, que la ciudad de Chilpancingo, está calificada como la peor del país en materia de desarrollo social y en materia de desarrollo económico, y la segunda con peor percepción de inseguridad, en la que, el 94 por ciento de delitos que se cometen no se denuncian. El problema de la falta de agua potable no se resolvió y el problema de la basura, sigue estando presente. Conclusión: el gobierno de la gente, le falló a Chilpancingo.
Los malos resultados de la administración saliente, no solo se reflejan en los grandes problemas que engloban los intereses de los chilpancingueños, sino que se manifiestan también en los compromisos concretos que el gobierno municipal realizó con los ciudadanos que se acercaban en busca de solución a sus múltiples necesidades. La regularización de 26 lotes en la colonia Candelaria, es un ejemplo de un gobierno indolente ante las injusticias. En el mes de enero del presente año, el ayuntamiento firmó un convenio con el gobierno del estado y los colonos, en el que se comprometía a regularizar los lotes que las familias habitan desde hace más de 20 años. Para hacerlo, cada firmante del convenio se comprometió a aportar una tercera parte del costo de los lotes ($633,333.00), esto serviría para resolver una añorada petición de los colonos, que les ayudaría a asegurar su patrimonio y los libraría de extorciones y abusos de la apoderada legal. En ese convenio, el gobierno aportaría una cantidad de recursos igual y los colonos otra misma cantidad. Después de muchas presiones, el gobierno del estado depositó la cantidad comprometida en una cuenta bancaria que abrió la presidencia municipal, y haciendo un gran esfuerzo los colonos también aportaron la cantidad de recursos que le correspondían. El ayuntamiento en cambio no lo hizo, y para ocultar su incumplimiento, alegó siempre que la apoderada legal no consentía el pago del precio pactado de los lotes, y que demandaba más recursos. La presión constante de los colonos logró que la apoderada legal respetara el precio de los lotes y fue cuando finalmente el ayuntamiento reconoció que solo había aportado cien mil pesos. Durante meses, la ahora exsecretaria del ayuntamiento, Anacleta López Vega, mintió a los colonos, diciendo que el problema era la apoderada legal, pero no, siempre fue el ayuntamiento. Para evitar una nueva burla, el último día de gobierno municipal perredista obligaron al presidente municipal, a que les entregara una minuta institucional del compromiso de regularización de los lotes y una constancia de la existencia de la cuenta bancaria con los recursos, para que el nuevo ayuntamiento reconozca el compromiso y lo concluya.
Dura lección para colonos antorchistas de la colonia Candelaria, pero que no debe desalentarlos en su objetivo, su organización siempre estará a su lado demandando que la autoridad cumpla con la obligación de hacerles justicia. Su demanda es justa y no deben descansar hasta lograrla. De la burla del perredista Antonio Gaspar Beltrán deben aprender que a los políticos tradicionales no les interesa resolver los problemas que sufre la población porque su interés es otro. Solo organizados y luchando es como se lograrán soluciones o cuando menos, avances serios en las solicitudes. De aquí se desprende la tarea urgente de continuar creando una fuerza política gigantesca que instaure en un tiempo no muy lejano, a auténticos representantes populares en los gobiernos, para que éstos trabajen en favor de toda la sociedad, pero en especial, para resolver los problemas de todos los trabajadores de esta patria.
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