La pobreza es un fenómeno que agobia a poco más de 57.5 millones de mexicanos, por cierto, su combate fue una promesa que enarboló el Gobierno de la “Cuarta Transformación”, y ya en el fenecer de la administración federal, no ha podido darle una solución definitiva o cuando menos acortar la brecha de desigualdad que existe entre ricos y pobres.
Si bien es cierto, la pobreza no es un problema sólo de México, sino de todo el mundo, naciones con economías de punta también padecen este flagelo, algunos países con más intensidad y otros no tanto, pero ninguno se salva de ello. A pesar de que nuestro país es una de las economías más fuerte, nos ubicamos en el lugar 14 a nivel mundial, lo irónico es que somos ricos en recursos naturales, en materias primas para la producción, tenemos petróleo como una fuente de ingreso importante, y una mano de obra de las mejor calificadas a nivel mundial, pero lamentablemente, el fruto de todo ese esfuerzo de producción no lo aprovechamos los trabajadores mexicanos, sino unos cuantos, y la inmensa mayoría está en la pobreza.
Es evidente que, a estas alturas, Andrés Manuel López Obrador y su mal llamada “Cuarta Transformación”, ya dieron lo que tenían de dar, ya demostraron de qué lado están y a qué intereses obedecen; que el lema de “primero los pobres”, fue solo una cortina de humo, un slogan electorero. El tabasqueño se aprovechó y capitalizó el descontento y enojo social, puesto que ni una sola de sus acciones fueron orientadas para beneficiar en lo más mínimo a los que menos tienen. Los programas sociales están mal intencionados, porque son meramente asistencialistas, como carne de cañón electoral y no con el propósito de abatir la pobreza. Si fueran de utilidad ya se hubiera disminuido en buena medida la pobreza que, en esta administración federal, desafortunadamente agregó a cuatro millones más de mexicanos.
En tiempos electorales como los de ahora, el Gobierno federal y los locales, como siempre, buscan sacar raja política a los programas sociales y el primero en hacerlo es el gobierno de la 4T, que se adjudica la paternidad y su usufructo de todos lo que huela a la posible adjudicación de votos. Sin duda, y se reconoce, la entrega de recursos de manera directa, que si bien no es la respuesta para terminar con la pobreza que lastima a millones de mexicanos, es una ayuda vital para la subsistencia de algunos, pero también, sin duda, es una forma de mantenerlos viviendo a expensas del apoyo, porque no se le incorpora al círculo virtuoso de la productividad y menos se les acoge con el resguardo institucional del gobierno, porque es deficiente, precario e insuficiente.
Y lo que más duele, como parte fundamental del abandono y de las promesas incumplidas de la 4T, es el tema de seguridad social, de atención médica, eso que ofreció López Obrador que sería de primer mundo, pero que hoy vemos decepcionados, desencantados, que no hay tal y que por el contrario el servicio médico cada vez es peor, no hay medicamentos, no hay equipo médico, no hay doctores, pero sí muchos cubanos que vinieron a quitar las oportunidades de trabajo a gente preparada y especializada que son connacinales.
La “Cuarta Transformación” no ha sido capaz de crear un sistema de salud que atienda a los sectores más vulnerables de la población, ya no digamos como en Dinamarca, sino mínimamente como estaba cuando tomó las riendas del poder. Continúa pasando el tiempo y la promesa continúa siendo eso, una promesa. No se trata solamente de responsabilizar al neoliberalismo de los problemas que está teniendo el sistema de salud en México, cuando el actual gobierno tiene ya 5 años y la desatención médica, el desabasto de medicamentos, los fallidos procesos de compra de medicinas y el deterioro en la salud, es más que evidente.
La economía de México se encamina a un crecimiento promedio de 0.43 por ciento para todo el sexenio; dato muy alejado de la promesa aquella del 4 por ciento que prometió el presidente Andrés Manuel López Obrador, al inicio de su gobierno.Un mal que afecta considerablemente a los mexicanos, hay escases de oportunidades y nada se hace para remediar este problema, asimismo, poco más de 26.6 millones de trabajadores están en el sector formal, mientras que 32.4 millones se emplean en alguna modalidad del sector informal, en la mayoría de los casos, los trabajadores del sector informal tienen derechos laborales limitados, como el acceso a seguridad social, contratos, instituciones de salud o créditos para la vivienda, de acuerdo al informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), publicada recientemente.
Hoy una profunda decepción entre la población que esperaba mejores resultados del gobierno que está por finalizar, y la gente siente y expresa que hace falta un gobierno que realmente esté con las mayorías. con los pobres, que se les brinde los satisfactores básicos, agua potable, luz, vivienda, electricidad, drenaje, como lo marca nuestra Constitución política. La pobreza es, pues, un mal que los gobiernos deberían de combatir en serio, no solo en el discurso, sino con políticas públicas realmente encaminadas para acabar de raíz este problema, pues impide el crecimiento nacional y provocan otros serios problemas, como la desnutrición, la insalubridad, la ignorancia, por mencionar algunos.
Así, mientras que la economía del país se desploma, el número de pobres aumenta escandalosamente y la pobreza se vuelve más aguda, el gobierno reparte algunas pocas tarjetas del Bienestar y deja sin obras ni servicios a los pueblos y las colonias en donde
precisamente viven los pobres a los que dicen representar.
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