MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El concepto de pueblo en la historia de México

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La lengua, como sistema de comunicación social propio de una comunidad humana, acompañada generalmente de la escritura, es un constructo humano en constante cambio a la velocidad como la realidad se lo va permitiendo. Así, se ha ido acumulando un caudal rico, cada vez más hondo en cuanto al número de palabras que utilizamos, y en cuanto al conocimiento horizontal que la mente humana va abarcando de la realidad circundante expresada como lengua. En este terreno hemos avanzado como sociedad. Sin embargo, esta generalidad válida, tiene en sus particularidades, inconsistencias que conviene reflexionar. Apenas reparamos en ello, y son notoriamente perceptibles los problemas derivados respecto al sentido y significado que se les da deliberadamente a las palabras en uso. Una primera aproximación causal a dicho problema se encuentra en el carácter histórico de las palabras, que nacen en un determinado espacio y tiempo, cuyo significado y sentido corresponden a esas coordenadas, y no al que nosotros le demos arbitrariamente. A continuación haremos, a manera de introducción, un ejercicio breve sobre el concepto de "pueblo" que se le ha dado en nuestro país.

Los estudiosos en el tema han señalado que hacia la segunda mitad del siglo XVIII su uso tenía ya varias acepciones. Un primer sentido era aquel que hacía referencia a los habitantes o vecinos de una ciudad, frecuentemente usado como sinónimo de población. En un sentido más amplio, refería al conjunto de muchas personas que habitaban un país, y componen una nación. Ambos contenidos le daban al pueblo una demarcación espacial. En un sentido social, y como influencia latina en los plebs o vulgus,se hacía referencia a la sección específicamente de los estratos económicamente bajos, para diferenciarlos de los nobles y acaudalados. Se ha apuntado, que la definición común de "pueblo" era aquella que combinaba lo territorial con lo político. Aquel que se encontraba entre la villa y la ciudad, con tierra e instituciones propias. Cada pueblo era vasallo de una ciudad, y bajo su jurisdicción algunas villas. También era usado el término para definir la composición étnica, así tuvimos a los llamados "pueblos de indios". Por encima de todos estos territorios, se encontraba el reino, y por encima del reino, el rey. Así, de esta estructura, se desprendía otro sentido de "pueblo", desde el punto de vista teórico explicativo que señalaba que el rey y el pueblo estaban vinculado por un pacto, bajo el cual el pueblo se obligaba a obedecer y el rey a dirigir; en esta acepción de "pueblo" entraban todos los distintos estratos políticos, económicos y religiosos.

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Con la invasión napoleónica a España, en 1808, se rompe el pacto entre el rey y el pueblo. El rey es víctima de su propia superioridad única. Los ayuntamientos novohispanos se reúnen para acordar que la soberanía revierte en el reino, y pese a la abdicación de Carlos IV y Fernando VII, a favor del emperador francés, "se estaba revirtiendo el consentimiento universal de los pueblos del reino". Se instala el concepto liberal clásico de "pueblo", según el cual la soberanía recae en el pueblo mismo. Esta coyuntura devino en el problema de ¿A qué parte del pueblo nos estamos refiriendo?. En 1808, en la Nueva España, se apuntaron argumentos como el sigue "el pueblo ínfimo, en ninguna nación verdaderamente culta, goza de este derecho de Ciudadano, porque su rusticidad, ignorancia, [...] lo hace indigno de tan excelente cualidad, que exige una libertad verdadera, incompatible con la ignorancia y la mendicidad". El ayuntamiento se asume como tutor y protector del pueblo que anteriormente tenía el rey. La coyuntura dio paso a l movimiento de independencia encabezado por el cura Hidalgo, quien, también apela al beneplácito del "pueblo" llamándose generalísimo de las armas americanas y electo por la mayor parte del pueblo. Entendido el pueblo como población en general. En esta primera etapa el alcance mayor se da a partir de la concepción de la constitución gaditana que impone una igualdad entre los hombres ante la ley conservando un imperio de carácter liberal. El general Morelos dirá, que la soberanía popular será depositada ahora en la elección de sus representantes bajo una división tripartita de poderes. Desde esta posición de la autonomía en las estructuras de gobierno, se fue dibujando la posesión territorial y derechos de representación jurídicos y políticos. La nueva nación mexicana se instala ahora como sinónimo de pueblo, como aquel conjunto de hombres con un territorio definido, con instituciones propias y autónomas.

¿Qué tan iguales eran los habitantes de una nación?. Ya en los primeros años de vida independiente, clamaban voces que la igualdad ante la ley no borraba las diferencias naturales entre las clases de la población. Don Carlos María de Bustamante apuntó que "el pueblo se va convirtiendo en una amenaza contra el orden constituido". Se observa como la propia realidad se encarga de ir colocado al "pueblo" en oposición a los abusos de los gobiernos. "Gobierno y pueblo", se va asemejando cada vez más a aquella división infinita marcada entre "Rey y pueblo". A mediados del siglo XIX, el concepto "pueblo" se va colocando como fuerza social. Con ello, el papel de sus "tutores" como la prensa y el Estado, será el de la instrucción que permitiera estar en "condiciones" de participar en el "desarrollo" que como nación nos proponíamos. Esta era la idea de los liberales encabezados por Benito Juárez. Era tan evidente la distinción de las clases que en 1887, Don Emilio Rabasa, plasmara en su novela La Bola, la descripción del pueblo llano, raído y sediento de justicia.

Fue el Partido Liberal Mexicana, que logró calar en la conciencia de los sectores populares, principalmente en los obreros, entregándoles un programa de lucha para su liberación. Sin embargo, el sistema de espionaje porfirista logró reducir considerable su potencial, además de que los obreros eran una clase en ciernes. Líderes populares como Emiliano Zapata y Francisco Villa lograron encausar la inconformidad, aunque con limitaciones en el alcance de sus demandas y sin éxito en la toma del poder político, aún no era su tiempo.

El "pueblo" genérico, sigue existiendo como discurso, como abstracción. La diferencia del antes y de ahora, reside en que la Historia le ha reservado su lugar protagónico, pues solo él puede cubrir ese lugar. El desarrollo capitalista mundial y de nuestro país, ha colocado frente a frente a dos grandes bloques de la sociedad, despejando así, cualquier ambivalencia en el concepto de "pueblo". También ha quedado claro el papel actual del Estado se opone a la intervención del pueblo organizado en las grandes cuestiones nacionales. Sólo su conciencia política, su organización y unidad, podrá resolver para bien de todos la solución a los problemas que nos aquejan.

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