MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El carácter colectivo de la humanidad

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Es común creer, que lo que pensamos es propio de nuestra voluntad, que es único e irrepetible, pues nos hemos acostumbrado a concebirnos más de manera individual, que de manera colectiva. Sin embargo, si analizamos un poco la historia de la humanidad, y con el afán de hacernos claridad, encontraremos que el hombre nunca ha existido ni solo, ni para sí mismo, sino que, desde su aparición en la tierra, su carácter ha sido colectivo. 

En el libro del Ingeniero ruso Ilyan Marshak y su esposa Elena Segal, titulado “Cómo el hombre llegó a ser gigante”, en 1994, se describe de una manera magnífica y muy amena; la teoría de que el hombre es una evolución del mono, o mejor dicho el mono evolucionando. En su relato, argumenta que fue la capacidad de adaptación, lo que hizo que nuestra especie lograra evolucionar, pues logró salir de su hábitat original para buscar nuevos horizontes que le permitieron adquirir nuevas habilidades. Y que fue a través del trabajo colectivo, por su carácter gregario, que pudo alimentarse y dominar la naturaleza, sobresaliendo de manera sinigual sobre las demás especies. Imaginen ustedes las condiciones de aquellos tiempos donde el mundo era bastante hostil, las bestias eran enormes y las inclemencias del tiempo no daban tregua, ¿cómo iba a sobrevivir el hombre solo? Fue pues, determinante para la sobrevivencia de nuestra especie, estar siempre juntos, el hombre de aquellos tiempos, nada hacia solo. Andaba en manada, cazaba y comía en grupo, y esta misma necesidad le hizo desarrollar el lenguaje y con ello su inteligencia y su capacidad de discernimiento; cada vez fue más organizado; de tal manera que progresó como colectivo y por el colectivo, y gracias al trabajo.

Descubrió la agricultura, y su vida cambio, dejó de ser nómada para convertirse en sedentario. Y hasta este punto podemos probar, que es cierto, lo que descubrieron Marx y Engels: “la sociedad se organiza según la forma en que los hombres producen los bienes materiales, es decir, según las relaciones de producción que se establecen en el proceso de producción y que son estas relaciones las que cambian de un tipo de sociedad a otro”.  

Con la individualización del ser humano comenzaron sus estragos.  Pues aparecieron las clases sociales. Por un lado, los que tenían en sus manos, los medios para producir algo, y por el otro lado, los que solo tenían su energía física para producir algo. Fue inevitable el sometimiento de unos sobre los otros.  Y desde ese momento hasta hoy, la historia de la humanidad ha sido la historia de la lucha de clases, primero en el Esclavismo, después con el feudalismo y ahora con el ya tan mencionado capitalismo o neoliberalismo.  Solo dos clases sociales existentes.  Solo dominadores y dominados. 

Si durante miles de años han existido opresores y oprimidos, y la historia se repite con cada nuevo siglo, ¿cómo es que no hemos podido quitarnos el yugo y romper las cadenas que nos atan y, literal, nos están matando de hambre o de enfermedad? ¿Podemos creer entonces que nuestros pensamientos, y por tanto, nuestras acciones, son genuinos y surgen de la mera casualidad?

La clase dominadora, por ser dueña de los medios de producción [ materias primas, (como minas, bosques, mares etc) fábricas, máquinas, etc], tiene el poder económico, y como dice el dicho, “el dinero todo lo mueve”, por lo que se apoderan fácilmente de todo el aparato ideológico que incluye la educación, los medios masivos de comunicación (televisión, radio, periódicos, medios digitales) y todo aquello que sirva para reproducir las ideas. A través de ellos nos transmiten mensajes que inoculan nuestro pensamiento. Quebrantan desde todos los medios posibles, nuestro natural carácter gregario, ese que, en los tiempos remotos, nos hizo evolucionar como especie humana y constituirnos en sociedad. Hoy en día la enfermedad del siglo que desencadena todas las demás, es el carácter cada vez más individualista del ser humano, su deshumanización y su indolencia.  Hoy en día el hombre es el peor enemigo del hombre. Y como testigo están las guerras entre los países que avarician más poder económico y político.  La injusta repartición de las riquezas. La manera tan indignante en que están viviendo la mayoría de la población, mientras que otros tienen todos los placeres de la vida garantizados. 

Pero la historia también demuestra que todo está cambiando, que el movimiento es una certeza que ya hemos encontrado. Todo se mueve, y todo esta siendo y dejando de ser. En ese sentido, se puede concluir que el modo de producción que existe en la actualidad, también va a perecer. El capitalismo como lo conocemos tiene serias contradicciones en su interior, que garantizan su desaparición. 

Ha llegado el momento de retomar nuestro carácter colectivo, nuestro carácter de humanidad, las severas consecuencias de la lucha entre las dos clases sociales, nos volverán a unir como en el pasado. No tenemos alternativa, o nos unimos y organizamos como en el pasado, o nuestra especie está condenada a desaparecer. Hoy el enemigo no es una bestia enorme como en los tiempos remotos, hoy el enemigo tiene cara, cuerpo y nombre; y solo haciendo uso de las capacidades que nos diferencian de los animales, es decir, nuestro pensamiento y razonamiento, podremos construir un mundo más justo para todos. 

Para ello es urgente y necesario, primero reconocer a cuál clase pertenecemos, no por gusto propio sino por nuestras condiciones materiales; y en seguida colectivizarnos, luchar ideológicamente contra los que nos oprimen, y eso significa dudar de todo sin caer en vaguedades, enfrentar la verdad con valentía, ayudar a transmitirla a los demás y sobre todo ser consecuentes con la verdad.  
 

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