MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El campesino muere cultivando

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Salí con mis amigos Lalo y Huetz a buscar huertos de flor de cempasúchil y de terciopelo, que en esta temporada cubren las parcelas de los campesinos del Valle de Atlixco. Fuimos rumbo a Tianguismanalco. Encontramos algunas parcelas y tomamos fotografías y videos para después subirlos a las redes sociales.

Durante el paso, pude contemplar que había muchos tipos de flor, había girasoles, lilís, miguelitos y también había plantas de consumo, como cebolla, amaranto, durazno, aunque en cantidades menores a las flores. Era un paisaje verde y húmedo, pues la lluvia lloraba pequeñas lágrimas y cubría los cielos con un manto cenizo.

Disfrutamos cada momento del paseo, pero al final del día terminé con una reflexión que me preocupa mucho y quiero compartirles. 

Sucedió que me encontré con un señor, un campesino que quitaba la maleza de su huerto de girasoles, plantas que no excedían los 20 centímetros de alto, eran plantas pequeñas que no se veían como girasoles, si el señor no me hubiera dicho que eso eran me hubiera quedado con la idea que era hierba mala. Antes de hablarle, me quedé viendo su figura por un rato, vestía una camisa que en algún momento fue blanca, un pantalón que en algún momento fue color verde, una gorra de algún equipo deportivo que no conozco. Sus manos eran callosas, duras como barro y sus pies sin estar cubiertos con zapatos llenos de tierra, se arrastraba entre los surcos mientras caminaba.

Esta figura que describo, a mucha gente no conmoverá, porque el cine y fotografía han romantizado la figura de un hombre pobre. Sin embargo, me interesa describirlo porque conozco campesinos de Oaxaca, de Sonora, de Hidalgo, de Chiapas y de otros estados y su apariencia es similar; una espalda cansada y un rostro que denota preocupación.

Le pregunté al hombre: ¿qué flores sembró este año? Y él me dijo que girasoles y cempasúchil. Entonces le hice otra pregunta: ¿cómo le ha ido este año? Y contestó:  Me ha ido muy mal, ahorita sembré la mitad de lo que hace un año, el abono está muy caro, tengo a mis hijos que necesitan estudiar. Los otros señores que sembraron hace un año flores para vender, ahora sembraron más maíz y frijol para comer.

Y lancé la última cuestión: ¿cómo piensa que irá el año siguiente? Y nuevamente contestó: Pues, híjole, no sé. Nadie nos apoya, está muy canijo, las maletas de flor de muerto se logra vender a un valor menor de la mitad, la gente que nos compraba ya no tiene para comprar, prefiere comprar cosas más importantes como un kilo de plátanos o algo de comer.

Seguimos hablando durante unos minutos y él seguía quejándose con mucha tristeza de su situación. Me retiré y amigo Lalo empezó otro diálogo con el sembrador de girasoles.

Me preocupa, porque recientemente leí la opinión del líder Nacional del Movimiento Antorchista, un artículo que se titula “La verdad sobre el campo vs el discurso del presidente”, donde él demostró con datos extraídos de fuentes muy confiables como la revista buzos de la noticia la grave situación que viven los miunifundistas y jornaleros, es decir, los campesinos que no tienen más de dos hectáreas de tierra y los que solo tienen sus manos y la fuerza de sus espaldas para trabajar para otros.

Los minifundistas han sido desamparados, no hay apoyos en agroquímicos ni nada para que puedan usar sus cosechas para vender y poder consumir productos vitales, pero sí lo hay para la gran industria agrícola. 

A pesar, en el actual gobierno, se lanzan peste contra las organizaciones que piden vivienda, se lanzan maldiciones a los que piden salud, se lanzan males de ojo a los que piden educación y se les escupe a los que piden apoyos para el campo, el campo de los campesinos de pie rajado. Y a los hijos de los campesinos se les dice que se alejen del lujo porque lo que importa es la vida. ¿Cuál vida? ¿La vida de hambre y pobreza?

La penumbra que viven los campesinos nos es por culpa de las organizaciones sociales a quienes acusan de intermediarios. Es, como dijo el Ing. Aquiles Córdova: “El abandono de los campesinos pobres y los jornaleros no es un simple error del Gobierno, es un plan premeditado para favorecer la agricultura capitalista a expensas de la de autoconsumo”.

El señor con el que hablé se llamaba, Eulalio Cázares, quien está en la misma situación que miles de campesinos y clama apoyo, pero la 4T sólo lanza sus bendiciones. Que no los aletargue el discurso de López de que la gente está feliz, solo un incauto le puede creer.

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