MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El 2017 será peor

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Cuando el pasado lunes 26 del mes que terminó me disponía a tratar de desarrollar el tema sobre las perspectivas en el mejoramiento de la calidad de vida del pueblo mexicano en el próximo año de 2017, me encontré con que la nota de la edición electrónica del periódico El Universal apuntaba duramente en el mismo sentido en el que yo estaba mirando las cosas: "Prevén se disparen gasolinas en 2017", rezaba el titular. Bien pudiera esta noticia fungir como una síntesis de hacia a dónde van las cosas en nuestro país puesto que en todo interviene la gasolina como elemento básico de la fabricación y el transporte de las mercancías, si sube su precio, todo sube; bueno, casi todo, como ya veremos.

Pero citemos la nota de El Universal pues lo escrito, en caso de cumplirse, es alarmante. "De acuerdo con el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación del próximo año, el país, a través de la empresa subsidiaria Pemex Transformación Industrial, va a traer del extranjero, fundamentalmente del mercado estadounidense, combustibles y derivados que alcanzan un volumen promedio de 616.2 mil barriles diarios, el más alto del que se tenga registro y 10.2 por ciento más que las importaciones previstas para 2016". Pasan los años y México se vuelve cada vez más dependiente de la compra en el extranjero del medio de producción más importante y decisivo que existe en la actualidad y si, como se prevé, nos lo venden más caro, más caro tendremos que pagarlo. Y así será seguramente: "En su último reporte...con fecha 15 de septiembre, la US Energy Information Administration advirtió que es posible que los precios de las gasolinas en el mercado estadounidense pasen de 2.08 a 2.26 dólares por galón". En pocas y resumidas palabras, los precios de las mercancías que consumen los mexicanos van a aumentar más el año entrante como consecuencia de los aumentos de la gasolina en Estados Unidos. El 2017 será peor para el pueblo.

Es necesario tomar muy en cuenta que si bien es cierto que habrá aumentos en los precios de las mercancías que consumen los mexicanos, no sucederá lo mismo con la única mercancía que venden: su energía, que los economistas serios denominan fuerza de trabajo. Todo sube menos los salarios. Esa es gran verdad desde hace por lo menos treinta años, el salario real en México, es decir, lo que realmente puede adquirir el salario, es lo mismo que hace treinta años. Pero son menos los que tienen el privilegio de cobrar un salario cualquiera que este sea, porque ahora cerca del 60 por ciento de la Población Económicamente Activa está desocupada y, para atenuar el terrible impacto del dato, se le ha denominado eufemísticamente, población en la informalidad; según esta encubridora terminología, un hombre que vende jugos de naranja en la banqueta o, en los embotellamientos, botellas de agua o máscaras de El Santo, es un ocupado o empleado sólo que "informal" (!!). ¿A cuántas realidades espantosas se les ha cambiado el nombre para que no siga aumentando la indignación social? Pero dejemos a un lado a la desocupación franca o disfrazada y ciñámonos a la población que tiene salario y que no sigue ganando lo mismo -en términos reales- que hace treinta años porque ya ahora hay una cantidad menor de ciudadanos que gana "bien" y hay una cantidad mayor que gana mal. Veamos: "Datos del Inegi, contenidos en el cuarto Informe de gobierno, señalan que el número de trabajadores cuyo ingreso es de un sueldo mínimo se elevó en el presente sexenio de 6 millones 756 mil personas a 8 millones 17 mil...en cuatro años, (el número) creció en un millón 261 mil mexicanos", reportó La Jornada el pasado 5 de septiembre. Pero, ojo, este millón 261 mil no está compuesto por personas que no ganaban nada o que estaban en el empleo informal y ahora ya tienen un salario aunque sea mínimo; nada de eso, son gentes que pasaron de ganar salarios un poco más altos a ganar sólo el salario mínimo, no subieron, bajaron de categoría, se empobrecieron. Lo mismo pasó con quienes ganaban más de cinco salarios mínimos, pues quienes gozaban de este gran privilegio vieron reducido su número en lo que va del sexenio en 984 mil personas, poco menos de un millón de mexicanos que ganaban y ya no ganan cinco salarios mínimos; también se empobrecieron.

El futuro es bastante sombrío para los trabajadores del país y para los michoacanos también pues, a lo dicho, hay que añadir todavía los gigantescos recortes al gasto del Gobierno Federal y del Gobierno Estatal. En el caso de Michoacán, el mayor recorte al presupuesto del gobierno del estado lo sufrirá la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas con una reducción de 1,468 millones de pesos, seguido por el recorte en la Secretaría de Salud con 1,147 millones de pesos. Menos obras de comunicación y menos obras públicas en general, no sólo significan menos avances en la infraestructura física para que el pueblo de México esté a la altura de la civilización moderna, si sólo ese fuera el efecto, tal vez, con sacrificios, podría esperarse un año a que se construyera una carretera o un puente o a que se repararan calles cuyos pavimentos son auténticos empedrados desde hace muchos años, pero, en primer lugar, es indispensable no olvidar que nadie ha dicho que la "austeridad", el achicamiento del Estado vaya a durar sólo un año, la verdad es que no existe un plan ni nacional ni estatal que nos indique cuántos y cuáles problemas serán los que quedarán resueltos con estas medidas y en qué plazo y, por tanto, cuándo el estado y el país, volverán a la ruta del gasto necesario para el mejoramiento y el progreso del pueblo; en segundo lugar, es necesario considerar que la inversión en obra pública no sólo genera la obra pública misma, genera empleo, redistribuye la riqueza mediante la contratación de decenas, centenas de miles o más mexicanos todavía que ahora, con el recorte van a aumentar las filas de los desempleados o, si así lo quieren poner los panegiristas del sistema, de los integrantes del empleo informal pero, como quiera que se les denomine, van a pasar a formar parte del inmenso ejército de pobres que ya puebla nuestra patria. ¿Y el recorte en salud? Pues se traducirá, sin adornos y para acabar pronto, en más enfermos y más muertos.

¿Por qué más terrible todavía el 2017? ¿Por qué si somos la economía número 14 del mundo como lo prueba la asistencia del señor Presidente de la República a la reunión de los 20 países más ricos y poderosos del mundo hace unos cuantos días en China? Pues porque se nos ha impuesto un modelo económico que sólo beneficia a las élites y, por tanto, la inmensa riqueza que se produce va a parar a unas cuantas manos. Urge que se cambie el modelo económico y, para ello, urge que las víctimas de ese modelo económico, fuera de la propaganda y la demagogia, tengan voz, peso, influencia real para que sean tomados en cuenta sus intereses a la hora de tomar las decisiones, más aún, para que sean quienes tomen las decisiones y las lleven a la práctica. ¿Por qué habría de ser una herejía o un crimen pensar en que el pueblo tome en sus manos el poder de la nación? ¿Por qué si es el que produce toda la inmensa riqueza y, por tanto, ya carga sobre sus espaldas a toda la estructura social?

Y antes de finalizar y ya que se supo que ganó el NO al acuerdo de paz en Colombia, tres ingenuas preguntas: ¿Sí perdió Juan Manuel Santos? ¿No será una trama diabólica para arrancarle mayores concesiones a las FARC? ¿No se atreverían las élites colombianas?

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