MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

"Eduqueishion", mentiras y despedidas

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Estamos a mes y medio de despedirnos de otro presidente más, pero no de cualquier presidente, sino de uno que se pasó seis años diciendo que llevaría al país a convertirse en una potencia, prometiendo que llegaríamos a niveles como los que tienen Dinamarca o Finlandia.

El presidente se despide del mandato dejando al país peor de como lo encontró, con altos índices de desempleo, aumento en la delincuencia, incremento de la pobreza social, pésima salud pública y una secretaría de educación pública (SEP) que, solo en su mundo, dio resultados.

La clase trabajadora debe pedir que se le otorgue una educación digna y no una que desarrolle una corriente oscurantista y anticientífica, cuya única misión parece ser destruir todos los fundamentos de una educación de calidad para convertir desde primero de primaria en activistas de un partido político.

El presidente de la república, por su informe de Gobierno, lanzó una serie de spots donde da cuenta de los “logros” obtenidos en diversos rubros de la administración pública, donde en uno de ellos se refiere al “éxito” alcanzado en materia educativa:

“Qué hicimos en materia educativa. Lo resumo: trato digno a maestras y a maestros, como se merecen. Presupuesto a las sociedades de madres de padres de familia, para el mantenimiento de todas las escuelas. Nuevos libros de texto con orientación humanista y científica y 12 millones de becas a estudiantes. Lo hicimos entre todos, gracias, muchas gracias.”

¡Vaya Uriah Heep que tenemos aquí! Veamos: durante el sexenio del presidente López Obrador transitaron por la SEP tres secretarios de educación: Esteban Moctezuma, Delfina Gómez y Leticia Ramírez; esta última continúa al frente de esta dependencia que dejará en manos de Mario Delgado (actual presidente de Morena), recién designado por la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, como secretario de Educación.

Sus ineficientes intentos por gestionar y velar por una verdadera educación en México son el mayor ejemplo de que la educación en nuestro país no puede estimarse como una prioridad.

En su mensaje dice: nuevos libros de texto con orientación humanista y científica. Si esto fuera cierto, la autobautizada Nueva Escuela Mexicana (NEM) nos daría otros datos, pero no es así.

Eliminaron contenido de los libros de matemáticas, ciencias y hasta de español. Los estudiantes, según esto, van a aprender en las aulas resolviendo problemas de su comunidad, trabajando en proyectos “transversales”. 

Supuestamente, desarrollar habilidades básicas, como poder trabajar con números enteros o quebrados, ocurrirá de manera automática cuando los niños discutan el problema de la falta de agua en su colonia.

No sólo eso. Con el propósito de “ahorrar”, todo lo que los niños de secundaria aprenderán sobre el inglés está contenido en unas cuantas páginas en el libro Lenguajes de primer grado, el cual contiene sólo 61 páginas sobre “el inglés”, pero el 95 % está escrito ¡en español!

Nos enteramos de “situaciones de violencia”, de cómo identificar problemas comunitarios de la diversidad cultural, de tradiciones literarias y de tradiciones artísticas. En unas quince páginas en total, se ofrecen ejemplos no de vocablos ni de gramática, sino de frases y párrafos completos ¡en inglés!, como si los niños pudieran leer esas frases sin antes haber aprendido los vocablos y reglas básicas del idioma.

Cuando empezó el ciclo escolar 2023-2024, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), en coordinación con la SEP y las autoridades locales, realizó una evaluación diagnóstica a estudiantes de 2º a 6º de primaria y de 1º a 3º de secundaria para saber cómo llegaban respecto a su aprendizaje en lectura, matemáticas y formación cívica y ética.

Trece meses después, no se ha informado ni dado a conocer los resultados de las evaluaciones diagnósticas de aprendizaje realizadas al inicio del ciclo escolar anterior y ¡ya inició otro!

También agrega: trato digno a maestras y a maestros, como se merecen. La revalorización del magisterio tan prometida y nada lograda fue discurso no solo del presidente, sino de todos los secretarios.

Ninguno de ellos, ¡pero ninguno!, realmente hizo algo para que al menos la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros (Usicamm) dejara de violentar los derechos laborales de los profesionales de la educación. 

Y aunque la virtual presidenta, Claudia Sheinbaum, salió a decir que desaparecerá este organismo, el dispositivo evaluador que determina la trayectoria individual y deja en la indefensión a los profesores y profesoras, el mismo que progresivamente les ha confiscado derechos y aumentado la superexplotación, se mantendrá intacto, y ellos seguirán siendo víctimas de la opacidad, la ineptitud y la corrupción del sistema.

De la misma manera, los incrementos salariales no se han realizado conforme a las responsabilidades de cada uno de los trabajadores de la educación al interior de sus centros de trabajo.

Lejos de pensar en cerrar las brechas de desigualdad salarial entre los trabajadores, estas incrementaron la desvalorización del docente. Solo habría que preguntarles a los maestros su opinión sobre el incremento que han obtenido el personal de apoyo y asistencia a la educación (PAAE) y lo que a dichos maestros les ha sido dado. Y la mentira continúa: presupuesto a las sociedades de madres de padres de familia, para el mantenimiento de todas las escuelas. Tampoco hay mejora de los planteles escolares.

Es sabido que el programa “La escuela es nuestra” no favorece a todas las instituciones educativas, además de que dicho programa está lleno de irregularidades.

Por ejemplo, en 2023, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) observó que se otorgaron apoyos por 662 millones 650 mil pesos a 1935 planteles de educación básica que ya habían sido beneficiados en 2020 y 2021, aun cuando en sus reglas de operación se establece que ya no podrían ser apoyados nuevamente.

Hay escuelas que literalmente se están cayendo a pedazos, que no cuentan con los servicios elementales de agua, luz y drenaje; otras que no han sido atendidas desde hace ya más de diez o veinte años; escuelas que no cuentan con infraestructura y son de palos de madera o cartón, y otras tantas más que subsisten con las pocas aportaciones de los padres de familia en las famosas “cuotas voluntarias”.

Finalmente, agrega: 12 millones de becas a estudiantes. Corrupción y más corrupción, pues la ASF detectó desvíos en uno de los programas emblema del presidente de la república, las becas de educación básica para el bienestar Benito Juárez, por 27 millones 155 mil 200 pesos.

Ese monto no fue cobrado por los beneficiarios, por lo que está pendiente de aclaración, señala su último informe de 2022. La ASF encontró que no hay un control de pago de las becas Benito Juárez; revisó más de dos mil expedientes de beneficiarios de diferentes estados de la república e identificó que en más del 40 % de los casos no había un documento que permitiera identificar a los beneficiarios ni acreditar su inscripción a una escuela pública.

No hay más que aclarar: el presidente no sólo no cumplió con mejorar la educación, sino que nos deja un panorama aún más desolador que antes. La nueva presidenta del país tiene la tarea de demostrar querer hacer verdaderos cambios de fondo, cambios que modifiquen las bases políticas y conceptuales de la actual reforma educativa y, junto con ello, los fundamentos y criterios de administración de los recursos por parte del sistema educativo, a fin de hacer realidad todo lo que el señor presidente, como buen cuentista, dice en su mensaje de despedida: mejorar integralmente las condiciones de trabajo, dotar de los recursos mínimos indispensables para el trabajo en las escuelas, pagar el trabajo extra y salarios dignos por encima de la inflación acordes con el valor real del trabajo docente, etcétera.

Necesariamente, para que esto resulte ser un éxito, debemos estar preparados para salir a las calles y exigir que se cumpla todo lo prometido. La clase trabajadora debe hacer valer sus derechos constitucionales y pedir que se le otorgue una educación digna, y no una que desarrolle una corriente oscurantista y anticientífica, cuya única misión parece ser destruir todos los fundamentos de una educación de calidad para convertir a los niños, desde el primer año de primaria, en activistas de un partido político.

El poder de cambiar y revertir esta situación está en manos de todos nosotros. Si no lo hacemos ahora, mañana será demasiado tarde.

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