MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Dos hechos que deben de servir de lección para los pobres

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Cuando Andrés Manuel López Obrador llegó al Gobierno mexicano prometió cambiar al país acabando con la corrupción porque, según él, ese era el mal mayor de México. Dijo que los problemas de inseguridad se acabarían generando obra social, llevando trabajo a la gente a las comunidades, que se crearían mejores empleos, se terminaría con el influyentismo, compadrazgos; también prometió terminar con los intermediarios (llámese organizaciones sociales) entre los programas sociales y la gente, hacer una nación independiente.

La mayoría de los mexicanos escucharon el mensaje y creyeron, confiaron en López Obrador porque los males señalados por él eran los que se tenía que combatir y decía estar dispuesto a darle a los mexicanos un nuevo país.

Estamos ya en el quinto año de la llamada 4T y las promesas se están evaporando, los cambios no llegan y, lo más lamentable, los problemas siguen empeorándose.

De todo, no ha cumplido prácticamente en nada, pero, hoy quiero volver a  destacar aquella promesa de combatir a las organizaciones sociales, entre ellas el Movimiento Antorchista, porque el presidente aseguraba que éstas lucraban, que aplicaban el moche con tranchete y que al final el apoyo o programa destinado a la familia ya le llegaba disminuido.

Estudió bien a las organizaciones sociales, pienso que, al negarles el derecho de gestión de las demandas sociales de la gente, en algunos casos pudo acertar, porque varias organizaciones sociales que antes se movilizaban, ahora ya no se escuchan, lo que indica que, o bien las cooptó la 4T o bien las acabaron porque vivían de lucrar.

En el caso concreto de Antorcha, desde el primer ataque del presidente cuando calificó al Movimiento Antorchistas como una organización social que lucra y que vive de lo que se le rasura a los programas sociales de la gente; desde ese ataque abusivo, dijimos, “que ponga las denuncias, que presente las pruebas y que se proceda conforme a derecho”. Hoy debo de decir con mucho orgullo, que ningún líder de nuestra gran organización está en el tambo, como se dice, por desvío de recursos o actos de corrupción.

Entonces, ¿cuál era y cuál sigue siendo el propósito de atacar a Antorcha, de calumniarnos, abusando del poder y del micrófono que tiene el presidente? El objetivo que se oculta detrás de la campaña presidencial contra el intermediarismo es acabar con todo vestigio de organización y lucha de los pobres por defender sus derechos. Este es el verdadero problema.

López obrador y sus secuaces abusando del poder que el pueblo les confirió, le están haciendo el trabajo sucio al sistema social, a la burguesía; lo primero que vemos es que reprimen a las organizaciones sociales, las amenazan y persiguen a sus líderes, con esto tratan de acabar con las luchas sociales, con las exigencias de  obras y servicios para los marginados, y por el otro lado se apuntala al sistema, ya que ahora se libera al gobierno de la obligación de destinar dinero para el desarrollo de pueblos y colonias, los recursos públicos que todos pagamos con nuestros impuestos se utilizan para facilitar la instalación de grandes negocios de grupos de poder a lo largo y ancho del país y que busca también garantizar por más tiempo su estancia en el poder  al destinar más dinero a los programas sociales para comprar la conciencia de los más necesitados en las próximas elecciones.

Lo que está pasando no es bueno. Veamos dos cosas que, desde mi punto de vista, sirven de lección de cómo se afecta a los más pobres. En Chimalhuacán, Estado de México ganó Morena la presidencia municipal, triunfó porque metió mucho dinero para la compra de votos, desató una campaña de calumnias y mentiras contra Antorcha por ser la organización que había estado gobernando ahí por varios trienios, amenazó a líderes de organizaciones sociales y vecinos para que ya no siguieran apoyando a los gobiernos emanados de Antorcha, en fin, hizo una elección de Estado para sacar a Antorcha del Gobierno municipal.

Lo lograron.  Lograron su propósito, pero para qué, ¿para beneficiar a los chimalhuacanos? Para eso no lo creo. Conocí a Chimalhuacán en 1993 y aquello era un basurero, un muladar, y ahí vivían miles de familias entre la basura, sin luz, sin agua, con el drenaje corriendo por la calles, estas sin pavimento y con mucho  polvo, aquello era un lugar feo y olvidado del gobierno.

Gracias a la lucha de Antorcha y también al gran esfuerzo de su dirigente, el biólogo Jesús Tolentino, siempre se estuvo pensando en cambiar las condiciones materiales de la gente y, al final lo lograron, se introdujeron drenajes, aguas potables, se pavimentaron muchísimas calles, se crearon y embellecieron avenidas y bulevares, se construyeron unidades deportivas, grandes hospitales y nuevas escuelas de todos los niveles, hasta la universidad.  Se pueden enumerar más logros, pero, creo que son suficientes para decir que se cambió totalmente a Chimalhuacán.

Ahora, el municipio en manos de Morena, va para atrás, Chimalhuacán ya no resalta por nuevas obras sino por asesinatos: 16 homicidios en una semana, eso dicen las noticias de los últimos días. Ahora la presidencia municipal se escucha porque quiere despojar a una escuela de artes de su terreno, a los vecinos de su mercado. Esto es la vil mediocridad, el poder usado para lucrar y para hacer que la gente no se organice ni luche.

El segundo caso es que, en varios estados, uno de ellos Nayarit, la campaña nacional de calumnias de AMLO hizo que presidentes municipales se alinearan con la política de cero obras y que la misma gente engañada dejara de participar organizadamente por sus demandas.

Hoy podemos decir que pueblos que han dejado de luchar son pueblos que están paralizados, tristes, no hay obras, en algunos de ellos se hicieron construcciones de carreteras que quedaron inconclusas, que ahora en la 4T ya no se quieren terminar a pesar de la mucha falta que hacen, lo peor, hasta se están destruyendo por falta de mantenimiento. ¿Quién sale beneficiado de esta política obradorista? Ya se ve que el pueblo no.

Pueblo de Nayarit, de Chimalhuacán y de México, López Obrador quiere suplantar, quiere desaparecer el poder del pueblo, la fuerza del pueblo que se manifiesta en una organización de lucha como Antorcha, y quiere supeditar el progreso a su personalidad acción subjetivista que desprecia la fuerza de las masas para cambiar el sistema social injusto en que vivimos.

La práctica ya nos está diciendo que el pueblo debe de tomar conciencia, despertar y ver, que no basta con luchar y mejorar las condiciones materiales de los pobres por unos meses o por unos años, se tiene que saber que,  la única arma de defensa para hacer que se le escuche y se le resuelvan sus problemas es la organización social en lucha permanente, por ello, se le debe de defender hasta las últimas consecuencias, hasta lograr que en el país gobiernen hombres honestos que se apoyen en las masas, no hay de otra, sino se actúa así, estaremos condenados a seguir viendo situaciones tan lamentables de retroceso social como la de Chimalhuacán y de otros estados.

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