MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Desigualdad y exclusión, campo de exterminio

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Para el sociólogo Göran Therborn, la desigualdad es un campo de exterminio. Esta significa “excluir a alguien de algo” y, en general, “excluir a muchos de las posibilidades que ofrece el desarrollo humano”. Aunque la desigualdad toma diferentes formas, en general se expresa en la condición de pobreza y “ser pobre sig­nifica que uno carece de los recursos necesarios para participar (plena­mente) en la vida cotidiana que lleva la mayoría de sus conciudadanos”. Otro aspecto de la desigualdad según Therborn es la que existe entre la élite y la sociedad en general, particularmente en los sistemas con una economía de libre mercado, en los que “es el 0,1%, el 1% o a lo sumo el 5% más rico el que deja afuera al resto” (Therborn, 2015). Sobre el resumen hecho de algunos de los planteamientos de Therborn, conviene preguntarnos, ¿cómo están las cosas en nuestro país?

Partiendo del hecho de que en nuestro país lo que impera es una economía de carácter capitalista, no es algo fortuito que los más ricos -menos del 1% de la población- sea el que acapara la riqueza social, sino la consecuencia natural del sistema. En concreto, según el diario español El país, “el 1% y el 10% más rico concentran el 29% y 59% del ingreso total” (El País, 23/jun/2021), y es una situación que se va agravando. Tenemos entonces que, a pesar de que nuestro país forma parte de las economías más grandes de América Latina, la riqueza producida no es utilizada por las grandes masas, que son las clases trabajadoras productoras de la misma. Es poco lo que se ha hecho para reducir los grandes niveles de desigualdad y pobreza en México, y ha sido por parte de la sociedad civil de donde ha venido el impulso para aminorar estos grandes problemas.

Los movimientos sociales en torno a los cuáles se han agrupado millones de mexicanos son los que con su existencia han forzado al sistema a llevar a cabo una repartición más equitativa de la riqueza. Tanto los que luchan por una vivienda como por la repartición de tierras o por una mejor calidad de servicios públicos, etc., son los que hacen que los campos de exterminio de la desigualdad desaparezcan. Sin embargo, por muy alentador e indispensable que esto sea, hay entidades jurídica y socialmente responsables de que la desigualdad no se convierta en un matadero. Es el Estado quien debe garantizar el bienestar de los ciudadanos, y es que, a través de sus diferentes niveles de gobierno, tiene la capacidad de orientar el gasto de la riqueza social hacia los lugares que más lo necesitan. Lamentablemente, desde los más altos niveles hasta los más bajos, las trabas para implementar políticas en beneficio de las masas trabajadoras son alarmantes.

Lo antes dicho no es gratuito. Por solo tomar un ejemplo, miremos lo que ha sucedido con el Ayuntamiento de Hermosillo, donde ciudadanos organizados han hecho llegar a la presidencia municipal la lista de necesidades más apremiantes de diferentes colonias, esto con el objetivo de que sean atendidas en la medida de lo posible. La respuesta de la burocracia municipal ha sido la típica de la burocracia mexicana: hacer oídos sordos a tales necesidades. Y si otra cosa más ha confirmado esta respuesta, es la disposición al diálogo con la que la ciudadanía es capaz de llevar a cabo sus gestiones, pues se han dado a la tarea de buscar a los diferentes directores de área del ayuntamiento. Sin embargo, también demuestra, de manera clara, que mientras no exista voluntad política para atender estos problemas, los ciudadanos se verán en la necesidad de hacer uso de sus derechos de libre manifestación.

La situación en Hermosillo respecto a la falta de obras destinadas al disfrute de las mayorías de menores ingresos no es alentadora. A pesar de ser la capital de uno de los estados más con altos niveles de productividad, hay grandes áreas que permanecen olvidadas. Colonias que no cuentan con electrificación, situación que los condena a sufrir las inclemencias del tiempo sin protección alguna. La ciudad se caracteriza por el mal estado de las calles pues “más del 35% carecen de pavimentación, sumado al 80% que se encuentran en deterioro por los baches” (El Sol de Hermosillo, 27/08/2021). Respecto al drenaje, hay colonias con más de 50 años que aún no cuentan con este servicio de manera plena (Expreso). La lista de las necesidades se puede seguir, que por tiempo y espacio no es posible. Sin embargo, esto nos debe llevar a cuestionar si realmente es posible invertir en obra destinada al disfrute de la población.

Sonora se encuentra en entre las principales entidades en producción agrícola, en primer lugar, en la producción de trigo, papa, sandía, espárrago, entre otros. Solo la Costa de Hermosillo cuenta con 205 campos con más de 40 mil hectáreas de cultivo (COLSON). Otros ingresos importantes para el municipio son la minería, de las que destaca el oro (DataMéxico). Esto nos brinda un panorama en el que se puede decir que la riqueza del municipio es importante, y que el hecho de que la desigualdad no disminuya no es sino la falta de una redistribución más equitativa de la misma. Y es la autoridad local la que cuenta con las posibilidades de reducir estas grandes brechas mediante la inversión en obra que sea pensada para el disfrute de la sociedad. De no hacerlo de esta manera, contribuyen a fortalecer lo que Göran Therborn llama “campo de exterminio de la desigualdad”.

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