MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Derecho a una vida digna

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El entorno social en el que se desarrollan las personas es el que las determina. Si las condiciones en las que desarrollan sus actividades cotidianas carecen de los elementos básicos, el resultado es un escaso desarrollo de las capacidades intelectuales y físicas de los individuos. No es una cuestión de mero determinismo económico, pero las condiciones de posibilidad para que un ser humano se desarrolle plenamente son mucho menores cuando se carecen de los satisfactores mínimos de las necesidades físicas y mentales. 

Podemos agrupar las carencias que impiden el desarrollo humano como, como los servicios públicos básicos de drenaje, pavimento, agua, luz; salud, seguridad, educación, empleo. 

Las razones por las cuales estas necesidades no son satisfechas, aparentemente, son diversas; sin embargo, lo que está de fondo es la desigual distribución de la riqueza, es decir, el modelo económico imperante: neoliberalismo. La lógica de los neoliberales es que es el libre mercado y la autorregulación de éste lo que se encargará de llevar a cabo una justa repartición de la riqueza producida; que la libre participación de los individuos en el mercado les asegura obtener lo que necesiten, y que, dado caso de no ser así es por la falta de iniciativa para participar en el negocio del libre mercado. Con esto, para los defensores de esta forma de pensamiento, el Estado queda como un mero administrador, encargado de defender la propiedad privada y la libertad de los individuos.

Pero las cosas no son como estos lo plantean, al contrario, lo que se da es una alta concentración de la riqueza, muy pocos se quedan con mucho y muchos se quedan con muy poco, porque al final, la lógica del mercado no es asegurar la igualdad social, sino el incremento de la ganancia, y esto solo puede darse a costa de quitarle todo a unos para que lo acaparen otros. Y aunque el mercado ha demostrado ser un fracaso, el Estado no ha hecho nada para revertir la situación, al contrario, pareciera se ha convertido en el guardián, en el encargado de que las cosas sigan como hasta hoy.

En esencia, las acciones del Estado en sus diferentes niveles se reducen a crear las condiciones para la continua concentración de la riqueza. La clase gobernante se ha olvidado de que es la ciudadanía a quien tiene obligación de rendir cuentas, no a los dueños del dinero. Esto lo podemos constatar en el olvido al que tienen sumido a las grandes mayorías de la población. 

Mientras esta forma persista, las clases populares jamás podrán satisfacer sus necesidades básicas y tener un desarrollo pleno de sus capacidades. Existe una relación muy estrecha entre la desigualdad social con las problemáticas como la deserción escolar, la delincuencia, la inseguridad, etc., pero para superar esta situación no basta con que se deje al libre albedrío de los gobernantes, pues estos han demostrado no estar a la altura de lo que se necesita hacer. 

Toca a la población misma exigir que sean creadas las condiciones mínimas para una vida digna. La lucha por el drenaje, los pavimentos, escuelas, servicios públicos, no es otra cosa sino la lucha por el derecho a una existencia digna, dentro de los estándares que prevalecen en la sociedad actual. Ejercer este derecho es también, luchar por la participación equitativa en la distribución de la riqueza creada por todos, pero acaparado por pocos.

 

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