Desde hace siglos, los historiadores y líderes inteligentes y honestos han expresado y documentado que la forma de mantener adormecidos a los pueblos, a los trabajadores y a otros sectores es diciéndoles lo que quieren escuchar: decirles, por ejemplo, que conocen sus problemas, los problemas sociales, y que saben cómo resolverlos; y así mantenerlos con la esperanza de que, en un plazo relativamente corto, empezarán a ver resultados, como cuando Fox dijo que hasta un “bocho” tendría cada mexicano, y como aquel otro que dijo que “la gasolina bajaría a diez pesos el litro en cuanto ocupara la presidencia de la república”; que tienen ya un plan de trabajo bien diseñado porque son inteligentes y están preparados para gobernar y, de esta manera, convertir un país atrasado en un país de avanzada. Esta píldora adormecedora es la que aplican todos los gobiernos, sean del color que sean, y ahí seguimos patinando hasta nuestros días.
Los discursos de los últimos siete años con el gobierno morenista no cambian ni son diferentes a los que han pasado por el mismo lugar. El discurso oficial no pasa de ahí: sigue siendo un discurso que, al compararlo con los hechos, con la realidad, no se corresponde.
Son tantos los problemas de nuestro país que el actual gobierno sólo los quiere resolver con puras mañaneras; pero México necesita un mandatario que vaya al fondo de los problemas y que tenga una visión política clara respecto a las prioridades que el país necesita resolver, así como saber prevenir las consecuencias de los desastres naturales de los últimos días, como los que han azotado a estados como Veracruz, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí. Debe hacer obras públicas que eviten en gran medida el desborde de los ríos y generar salidas de agua a través de canales ahí donde se requiera, evitando así que pierdan la vida muchos inocentes.
Pero aquí entra en juego otro fenómeno: ¿por qué ocurre esto a los trabajadores, al pueblo en la mayoría de los casos? Porque a eso los ha orillado el régimen y modelo neoliberal que el actual gobierno morenista sigue fomentando y fortaleciendo con su política, aunque no lo acepten ni lo vean así.
Estos son los hechos: aunque sus discursos suenen halagadores, no vemos ni un ápice de transformación; sólo escuchamos discursos huecos, vacíos. ¿Cómo confiar entonces en los discursos presidenciales si cada año ocurre lo mismo?
Esto es lo que un mandatario responsable realmente tendría que analizar primero y no sólo hacer promesas cuando, siendo candidato, hace campaña sabiendo que no podrá cumplir lo que pregona.
Existe, pues, mucho discurso oficial en todos los niveles y hechos nulos que no demuestran en qué aspectos está avanzando nuestro país; pero lo que sabemos, porque lo vivimos, es que estamos estancados: no hay progreso porque no se le pone atención a las prioridades del país; sólo se da prioridad a los problemas del partido en el poder, que consiste en monopolizar todo el poder del “pueblo” para usarlo de acuerdo con sus intereses grupales o fraccionales.
Con todo esto se demuestra que, del discurso oficial a hechos concretos, hay mucha distancia; e incluso se ignoran los problemas más candentes, como las organizaciones criminales que actúan libremente, y se criminaliza a quienes exigimos justicia en todos los aspectos. ¿Qué se espera de un gobierno que actúa así? Creo que nada bueno.
Por lo tanto, el despertar del pueblo tiene que resurgir de su adormecimiento y por esto existen organizaciones sociales y políticas como el Movimiento Antorchista Nacional que, preocupados por este mar de discursos, buscamos hacer claridad a nuestros conciudadanos para que aprendan a analizar y a ser críticos de las políticas que implementa el gobierno morenista y que no están encaminadas a desarrollar nuestro país, sino a monopolizar, a convertir en propiedad privada el poder, el control de todo para hacernos creer que es la forma más progresista para que un país como México salga adelante.
Los mexicanos no necesitamos aprendices de brujo; estamos en contra de que se nos utilice como experimento político para ver qué pasa. La misma historia nos ha demostrado cómo debe de ser un gobierno realmente democrático y cómo puede progresar; ahí está la lección histórica: lo que falta es entenderla y saberla aplicar. Y eso es lo que no saben los de la cuarta transformación, que siguen empecinados en que lo saben todo, cuando internamente ni ellos se entienden porque no tienen la calidad moral ni el nivel político para gobernar un país que tiene el deseo de progresar y vivir en paz.
Los verdaderos mexicanos amamos a nuestro país y lo defenderemos de las fuerzas internas que sólo buscan someternos a base de reformas legales y muchas otras formas; pero lo que hace falta es un verdadero partido de clase formado por gente con otra calidad moral y que realmente sienta y haga suyos los problemas para resolverlos en serio.
México necesita un mandatario que vaya al fondo de los problemas; que tenga una visión política clara respecto a las prioridades del país, y que sepa prevenir consecuencias de desastres naturales como los de últimos días en Veracruz, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí.
El actual gobierno no siente eso y, por eso, no puede resolver los problemas que más aquejan a la clase trabajadora; por ejemplo, lo sucedido últimamente con los desastres naturales. Ahí están demostrando qué tipo de gobierno son: no se nota preocupación; el hecho de que vayan al lugar de los hechos no refleja eso, ya que la verdadera preocupación debe consistir en prevenir esas consecuencias realizando obra pública con nuestros impuestos y no malgastándolos en campañas y mañaneras que nada resuelven y sólo sirven para hacerse propaganda y hacerse las víctimas de gobiernos anteriores.
Y la pregunta aquí es: ¿cuántos problemas han resuelto con las mañaneras y haciéndose las víctimas de toda crítica?, ¿cuánto dinero de nuestros impuestos se han gastado o malgastado en todo esto? Al parecer no hay evidencia clara: todo se ha reducido a corrupción, ese mal que dicen atacar pero que se ha convertido en su compañera de viaje.
Las mañaneras, por lo tanto, sólo son utilizadas para acusar y atacar, pero sin aceptar críticas ni errores o enmiendas a su trabajo. Un gobierno así no lo necesitamos. México avanzará gracias a los trabajadores mexicanos y no gracias a un gobierno que mucho presume, pero hace muy poco o nada.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario