¿Usted se siente satisfecho, caro lector, con la vida que lleva? ¿Reconoce en ella la satisfacción de las más básicas necesidades a que todo mexicano tiene derecho? A pesar de las privaciones que en su vida ha sufrido, y de los esfuerzos que aún realiza, con duras jornadas de trabajo de por medio ¿lleva una vida cómoda? ¿Se cura sin mayor contratiempo cuando enferma? ¿Su vivienda cuenta con suficiente espacio para evitar el hacinamiento? ¿Ha podido educarse hasta el nivel superior y hacer que sus hijos también terminen una carrera universitaria? ¿A veces va junto con su familia a recrearse a alguna playa, teatro o cine? De acuerdo a una simple ley de probabilidades, lo más seguro es que usted haya contestado negativamente a alguna o varias de ellas...y aún en el caso de que sea de los privilegiados que responden positivamente a todas le invito a preguntarse ¿cuántos en derredor pueden hacer lo mismo? ¿No cree que su comodidad de sentarse a la mesa a disfrutar exquisitos manjares peligra, si al mismo tiempo rostros enjutos, ávidas las quijadas, fija la mirada, inquietos le contemplan? Según Julio Boltvinik, estudioso de la pobreza en México, cien punto ocho millones de mexicanos padecen algún tipo de pobreza: preocupantísima situación que indica la existencia de una inconformidad evidente o soterrada pero que late sin lugar a dudas en decenas de millones de pechos, que punza los estómagos vacíos.
En el mundo entero la mentira campea, aunque temporalmente, sobre la verdad. Los países autoproclamados dueños del mundo con los Estados Unidos a la cabeza anuncian sus guerras de saqueo como "operaciones libertad"; a los grupos terroristas que esos mismos países entrenan, equipan y financian en Siria los llaman "rebeldes contra la dictadura"; a los círculos de derecha encargados de desestabilizar países enteros y derrocar gobiernos legítimos la prensa a su servicio los llama "luchadores por la democracia"; a los presos por cometer o promover crímenes graves, asesinatos incluidos, los homenajean llamándolos "presos de consciencia" u "orgullosa y digna disidencia, víctima de la tiranía". Tanta falsedad -que mueve a náuseas- en todo el orbe, promovida por los grandes magnates del mundo, usando como arietes a los gobiernos que controlan, no podía ser más que emulada por nuestra cada vez más –si cabe- descompuesta clase política, acostumbrada al esnobismo, a la imitación ciega y tonta de todo lo que sus admirados líderes mundiales predican.
En México, al desalojo de comerciantes de los lugares que han encontrado para vender algún producto y así ganarse la vida se le llama "retiro de la competencia desleal al comercio formal", o, cuando menos, se dice que se les hace a un lado porque "afean la ciudad" y "ahuyentan al turismo"; a la protesta pública para exigir al gobernante en turno que cumpla con su deber se le llama "chantaje de líderes corruptos"; al desalmado desalojo de humildes colonos que habitan terrenos "irregulares", defraudados por pérfidos negociantes se le llama "resolución judicial de un asunto entre particulares"...y la lista puede extenderse.
Para quien desee corroborar la actualidad de tales afirmaciones lo invito a repasar someramente la prensa de los últimos meses: desalojo de comerciantes en vía pública en Ciudad Hidalgo, Michoacán -con todo y brutal amenaza de muerte a su líder- en las ciudades de Puebla, Tuxtla Gutiérrez –con órdenes de aprehensión en contra de sus líderes- y Toluca; intentos de desalojo y brutales amenazas a comerciantes establecidos en Tianguis de San Martín Texmelucan; protestas repelidas por los gobiernos en Zacatecas, Morelos, CDMX, Ecatepec, con respectivas andanadas mediáticas contra los manifestantes y sus líderes, en su mayoría de condición humilde; violentos desalojos y destrucción de casas con maquinaria pesada en asentamientos humanos de Guanajuato, Ciudad de México y hace dos días, Cancún, Quintana Roo, en la colonia El fortín, donde con saña digna de sicarios la fuerza pública – policías municipales, estatales, la gendarmería y hasta la Marina, como si de reaprehender al hijo del Azul se tratara- incendió las humildes moradas de los habitantes expulsados. Por muchos eufemismos que se usen todo lo anterior niega elementales derechos de miles de mexicanos para favorecer a unos cuantos negociantes privilegiados, a soberbios gobernantes que trabajan para la clase del dinero y no están dispuestos a compartir el presupuesto con los menesterosos y a grandes acaparadores y especuladores de tierras.
En Yucatán, no cantan mal las rancheras: presidentes municipales de Chankom, Chemax, Chikindzonot y Ticul, y uno que otro funcionario de mayor rango defienden la añeja aberración de que ellos "atienden a la gente de manera individual", de que "no trabajan con organizaciones", cuando la gente es obvio que se organiza para plantear sus peticiones porque jamás la han atendido de manera individual; el alcalde de Tixcacalcupul se niega a atender a la gente que votó por él y a cumplir los compromisos que hizo por escrito y firmó. Y, ya encarrerados, hasta el Secretario de Desarrollo Social del estado ha negado la justeza de las peticiones de gente humilde que reclama apoyos para mejorar su vivienda, diciendo que no sabe por qué se manifiesta la gente pues "a los 106 municipios de Yucatán se les ha apoyado": así la miopía de nuestros gobernantes. Tan altas autoridades, que debieran promover los derechos constitucionales los violan sin ningún rubor.
Si esta es la situación que priva en el país ¿a qué tanta alharaca por el centenario de la Constitución Política de 1917? ¿Por qué la celebración de un documento que se convierte cada vez más en papel remojado, cuyos tutelados derechos al empleo digno, salario remunerador, a la vivienda, a las salud, parecen una burla sangrienta, algo totalmente inalcanzable para las grandes mayorías empobrecidas? ¿Será casual que en varias entidades federativas del país se cuente ya en museos con vitrinas para la exhibición de "facsímiles" de la Carta Magna de 1917, repartidos en el sureste de México por el actual Secretario de Turismo? ¿Es que en verdad ha pasado a ser sólo una reliquia, un satisfactor de la curiosidad turística extranjera?
Llama la atención que, a pesar de estar en vísperas de un importante año electoral, la represión y medidas antipopulares que antes se evitaban, ahora menudean. Cada vez interesa menos a los gobiernos mostrar un rostro poco agresivo, cubrirse de maquillaje y afectar amabilidad ante los ojos del pueblo; "para el populacho, palos y cárcel" parecen vociferar. Pero la generalización de la represión necesariamente generaliza el descontento. Más gente a la que se nieguen sus derechos al trabajo, a la vivienda, a la salud, a la organización y manifestación públicas: más gente inconforme que buscará una alternativa social a sus aspiraciones que hoy le conculcan cruelmente. Mientras más se endurezca la postura oficial ante las masas organizadas, más fuerte será también la cohesión y la fuerza acumulada dispuesta a oponerse a la opresión. No hay que equivocarse respecto a la humildad y el estoicismo del pueblo mexicano. éste toma ya consciencia de su fuerza, se opondrá a tanta humillación y abuso y los reducirá a astillas. No sería la primera vez que la historia lo atestigüe.
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