MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Cuatro años de mentiras y sin resultados

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“En estos años hemos enfrentado grandes desafíos como la pandemia y la crisis económica que se precipitó con su infausta llegada. Sin embargo, son estas difíciles circunstancias las que nos ponen a prueba y permiten dejar de manifiesto si funciona o no el proyecto de cambio y transformación que postulamos y llevamos a la práctica. Y hoy, en este informe, puedo sostener que, a pesar de las adversidades, estamos saliendo adelante como lo demuestran los resultados”, dijo Andrés Manuel López Obrador en su Cuarto Informe de gobierno.

El mandatario nacional llegó a Palacio Nacional, el pasado primero de septiembre, a presentar su cuarto año de gobierno con pésimos resultados. Los mexicanos estamos acostumbrados a ver pasar a nuestros presidentes a las instalaciones desde donde brindan su informe anual de resultados, y quienes no asistimos a escuchar a través de los medios de comunicación los informes presidenciales que tardan horas en elogiar sus logros y, en el caso de López Obrador, a comparar sus posturas con los gobiernos anteriores para demostrar que es lo que prometió desde antes de llegar al puesto presidencial.

Semejante a los informes de sus antecesores, el discurso informativo de López Obrador estuvo lleno de propaganda por control de la realidad. Fue un teatro en grande, poco distante y más bien semejante a sus mañaneras diarias en las que, en lugar de mostrar la cruda realidad, utilizó la táctica de colmar a sus receptores de contenido de opinión pública, de moral, fanfarronear con afirmaciones incontables como la de que “en México ya no se tolera la corrupción” o sobre trabajar por la “felicidad y bienestar de la población”, presumir sus resultados sobre el “crecimiento del alma” o afirmaciones tan falsas e incluso ofensivas para quienes conocemos la cruda realidad, como “que ha logrado aminorar la pobreza y la desigualdad en México”.

Meras tácticas discursivas que ha aplicado históricamente desde que es figura pública y que flotan en el aire sin que despeine a nadie.

“Hemos logrado aminorar la desigualdad y la pobreza…” dijo, pero el 43.9 por ciento de los mexicanos en situación de pobreza que había en 2020 (55.7 millones), comparado con el 41.9 por ciento de 2018 y el 52.8 por ciento que somos en 2022, demuestran la veracidad de lo que sostengo.

Según datos del mismo Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), mismo organismo al que se remite estadísticamente López Obrador, el cambio porcentual anual de la línea de pobreza extrema por ingresos (canasta alimentaria), en febrero de 2022, fue de 13.9 por ciento en el ámbito rural y de 12.8 por ciento en el urbano. Incrementos superiores a la inflación general anual que fue de 7.3 por ciento. Eso en el caso de la pobreza extrema por ingresos, pero en el caso de pobreza por ingresos, el cambio porcentual anual de la línea de pobreza, en febrero de 2022, fue de 9.7 por ciento en el ámbito rural y 8.4 por ciento en el urbano, superiores de igual forma a la inflación general anual (7.3 por ciento).

Para cubrir su afirmación de trabajar por disminuir la desigualdad y pobreza, menciona cifras del CONEVAL sobre el ingreso laborar real por persona, que pasó de 2 mil 747 pesos a 2 mil 880 “estos datos -dice- reafirman nuestra tesis de que no basta el crecimiento económico” mismo que en estricto sentido, economistas y estadistas que miden el crecimiento o estancamiento económico del país, han confirmado que no hay, que vivimos en un estancamiento económico. Y continúa: “si no que es indispensable la justicia. En la nueva política económica, moral y social que hemos aplicado desde el principio de nuestro gobierno se ha desechado la obsesión tecnocrática de medirlo todo en función de indicadores de crecimiento que no necesariamente reflejan las realidades sociales, nosotros consideramos que lo fundamental no es cuantitativo, si no cualitativo”, he ahí la respuesta a su repetitiva frase de yo tengo otros datos.

Personalmente estoy de acuerdo en que al pueblo mexicano se le debe dar calidad y cantidad, como lo menciona en su discurso elaborado para oídos que quieren escuchar eso precisamente, pero en su caso, como en los gobiernos anteriores, se queda en los buenos deseos y no se refleja en hechos.

“Ha permanecido la paz y ha permanecido la llama de la esperanza…” dice el presidente en medio de la histórica realidad de violaciones, secuestros, asesinatos, violaciones, homicidios, feminicidios, narcotráfico y las muertes que ha traído su política de abrazos no balazos y que mina la esperanza de vida de todos los mexicanos.

López Obrador fue capaz de admitir que México ha tenido mucha inversión extranjera, y de llamar amigo al peor enemigo de los pueblos del mundo, al presidente de EE. UU., quien tiene a sus habitantes sumidos en la miseria y las drogas.

En el resto del tiempo invertido para sus auto alabanzas al público, redunda en demasía sobre los logros de sus obras, la eliminación de la oligarquía, de la corrupción, los privilegios fiscales, lo lujos de gobierno y la existencia del gobierno democrático, del gobierno honrado que apoya al pueblo, apoyos directos, reparto de la riqueza, que la educación y la salud se están convirtiendo en derechos del pueblo y dejan de ser privilegios.

Mentira tras mentira. Antes podíamos escuchar su discurso y aceptar sus deseos desde un puesto en el que nada podía hacer por cumplirlos, pero ahora está justo en el lugar indicado para demostrarlo, pero como la piedra que se queda hasta donde el impulso de la mano que la arrojó la dejó, así López Obrador quedó rebasado. No es momento de falacias discursivas, ni es momento para el pueblo el estar esperando el tan prometido día del cambio.

Es tiempo de la unión y lucha de los trabajadores de México, de los creadores de riqueza que viven en constante injusticia. Es tiempo del Movimiento Antorchista Nacional.

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