¿Cuánto horror humano hay que ver para decidirse a corregir una situación anómala? ¿Cuánto dolor es necesario contemplar e maginar para decidirse a intervenir a favor de los que sufren?
No se sabe, y seguramente esto depende de la sensibilidad de cada ser humano y de la identificación que se tenga o pueda tener con las víctimas de un crimen, secuestro o abuso de cualquier tipo. Pero una cosa es clara o debe ser clara, nadie que se diga o se catalogue como ser humano noble y progresista puede ser indiferente, cómplice o participe de crímenes contra otro ser humano.
A los antorchistas no nos resulta indiferente ver la miseria humana, o ver como se golpea, tortura y se asesina a otro ser semejante a nosotros. Su desgracia, dolor y sufrimiento nos conmueve y por eso tratamos de ayudar, en todo lo posible, a quienes tienen dificultades, problemas o están desamparados. Es por esta razón que hemos tratado de buscarle una solución al problema que desde hace varios años viven los comuneros de Santo Domingo Yosoñama, para que así se evite el derramamiento de sangre.
Desafortunadamente, ha sido imposible y, a la fecha suman ya 21 muertos, todos ellos masacrados como si fueran animales o peor que eso, pues a diez de estas víctimas se les prendió fuego en el vehículo en que habían sido acribillados y a otros 6 se les disparó tal cantidad de balas que casi toda la parte superior del cuerpo fue desecha y los dejó prácticamente irreconocibles.
¿Quién, cómo y porque los asesinos han llegado a este grado de salvajismo y bestialidad? ¿Por qué a pesar de tanto años y crímenes tan espeluznantes no se han encontrado a los delincuentes? ¿A quién se protege, brindándole tal impunidad para permitirle actuar de esta forma, sabedor de que no se le impondrá ningún castigo?
Tal pareciera que la frecuencia y bestialidad de los crímenes, tienen el objetivo de mandar mensajes de amedrentamiento contra todo aquel que se atreva a pedir justicia y a tratar de solucionar el problema, de decirle "Esto es lo que te puede pasar en caso de que sigas protestando".
¿Es este el Estado o el país que tenemos que aceptar como el mejor y por lo tanto, admitir que somos poco menos que nada y que, a nosotros o a cualquier campesino o colono, se le puede asesinar, desaparecer y masacrar como está ocurriendo con nuestros compañeros de Yosoñama?
Los antorchistas, no aceptamos tanta marginación, miseria, violencia y salvajismo contra los pobres de Oaxaca y de México. Por esa razón, ante los crímenes de Yosoñama nos tenemos que aprestar, como un solo hombre, a defender la integridad física y por lo tanto, la vida, de nuestros compañeros, sabedores que al hacerlo también estamos defendiendo la nuestra.
Los antorchistas nos sentimos amenazados en nuestra integridad física y exigimos al Gobierno del Estado, aclare los asesinatos, aplique la justicia en todos y en cada uno de los delitos mencionados, so pena de llegar a pensar que aquí hay que aplicar el dicho popular de que "tanto peca el que mata la vaca como el que le detiene la pata".
Los antorchistas de Oaxaca y del país nos aprestamos a una lucha, ya no solamente por justicia social, sino también por el castigo a los asesinos de los campesinos antorchistas de Santo Domingo Yosoñama.
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