Bajo el abrigador espacio del histórico teatro Centenario, construido exprofeso para los festejos de los cien años de la independencia de México, hoy convertido en símbolo de identidad de los habitantes de Nicolás Romero, comenzaron a congregarse los participantes al certamen; la incesante llovizna y el frío contribuyeron a elevar su curiosidad por conocer el interior de uno de los pocos recintos, testigo de los múltiples acontecimientos sucedidos en el anterior Azcapotzaltongo o Monte Bajo, pionero de las luchas obreras en México.
El entusiasmo de los rostros procedentes de las diferentes regiones del Estado de México en nutridas delegaciones, encontró el espacio idóneo para su multiplicación y el contagio se generalizó; todos los que, con diferentes encomiendas se encontraban presentes, algunos desde los primeros destellos del día, desempeñaron su labor con un indómito optimismo.
Cada uno en su tarea, consciente del deber sobre sus hombros, garantizó su parte correspondiente para que este evento naciera a la hora señalada. Las condiciones climáticas no fueron obstáculo infranqueable; el trabajo, compromiso y organización, demostraron una vez más su potencial creador. Su cita con la historia comenzó en el momento justo.
La experimentada voz del ingeniero Telésforo García Carreón, presidente del jurado calificador, puntualizó el significado social de la poesía, su impacto en la construcción del ser humano, que debe ser el ideal al que debe aspirar toda sociedad sin opresión y las razones por las cuales, un movimiento que lucha por la construcción de un mundo nuevo como lo es el Antorchismo nacional, impulsa contra todo obstáculo eventos de esta naturaleza; la poesía nos permite entender el mudo desde otros ojos, las palabras que la construyen están dirigidas hacia el pensamiento y al sentimiento.
Con la participación de los más pequeños, comenzó la fiesta de la palabra y el ambiente se llenó de sonidos con un profundo sentido. Los temas al sentimiento, a los fenómenos de la naturaleza y a la lucha social, fueron declamados dejando entrever la elevada calidad interpretativa, producto de las horas de aprendizaje y práctica constantes, disciplina y concentración.
En completa armonía con los declamadores y su poesía estuvo la ejemplar conducta del público. Su respeto y notoria emoción fue creciendo con las horas del día como reflejo del incremento de los niveles de complejidad de las obras interpretadas; su silencio fue el justo reconocimiento a la valentía del rapsoda y el aplauso el digno tributo a su sonoro regalo.
“Poeta, si eres grande, enseña el golpe que te hayan dado en las contiendas rudas: si eres Homero, enséñame a tu Zoilo; ¡y si eres Cristo, enséñame a tu Judas! La envidia y la traición son las coronas que encuentra el genio en su desgracia fiera: ¡cuántas rocas encuentra el Amazonas que quieren detenerlo en su carrera!” le escuchamos pronunciar con su cristalina y potente voz de niña, y el pensamiento del poeta de América, José Santos Chocano, renació en un pequeño y frágil cuerpo cubierto por un huipil de urdimbre volátil y pies desnudos.
En su conciencia reunió las palabras en un monolítico bloque y al soplo de su aliento las esparció por todo el recinto hasta los oídos de los absortos espectadores, incrédulos de tanta capacidad humana reunida en un solo espacio. Con su desempeño al declamar, nos ayudó a comprender, al momento, bajo la cadencia rítmica de las frases pronunciadas por su timbre de caracol, que las flores que embriagan, aquellas que el Tlatoani Nezahualcóyotl realza con frecuencia, son las palabras talladas y pulidas, bellamente trabajadas con artesana paciencia, que deleitan nuestro ser y nos llevan de la mano al estado placentero: la palabra extasía.
Se alcanzaba así, uno de los momentos raramente vistos, en el que los asistentes, construyeron un sagrado silencio para absorber sin obstáculos el mensaje envuelto en las frases sonoras. A partir de aquí, la Segunda Jornada Nacional de Declamación, noble esfuerzo del Movimiento Antorchista destinado a compartir con el pueblo mexicano las selectas obras de la poesía universal y a construir la tribuna para escuchar la voz de los humildes, había dado ya el ejemplo de organización y de compromiso social.
A otro también le vimos, con su rostro de infinita paciencia, invocar y revivir a Villaurrutia: “Te alejas de mí pensando que me hiere tu presencia, y no sabes que tu ausencia es más dolorosa cuando la soledad se va ahondando, y en el silencio sombrío, sin quererlo, a pesar mío, oigo tu voz en el eco y hallo tu forma en el hueco que has dejado en el vacío” y sin falta la nostalgia extendió su manto sobre la multitud.
Una excelente declamación se disfrutó cuando en el recinto se escuchó: “¡Oh ciudad de los gitanos! En las esquinas banderas. La luna y la calabaza con las guindas en conserva. ¡Oh ciudad de los gitanos! ¿Quién te vio y no te recuerda? Ciudad de dolor y almizcle, con las torres de canela”. El Romance de la guardia civil española, poema que enfureció al franquismo absolutista y selló la suerte de Federico García Lorca.
De esta manera, uno a uno, disfrutando su desempeño, entregó su ofrenda sonora demostrando que la poesía y la cultura en general, en manos del pueblo se convierte en un poderoso medio para desarrollar la conciencia de clase y construir, con las voces de todos, con sus talentos y capacidades, la patria de todos los trabajadores.
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