Reynosa es una ciudad con una población aproximada de 750,000 habitantes; de ellos el 75% están catalogados como económicamente activos, esto es 550,000 personas son aptas para desempeñar alguna actividad productiva.
No obstante, y a pesar de que esta ciudad mostraba una gran actividad económica, la tasa de desempleo rondaba en cerca del 25%, es decir que cerca de 137 mil personas no contaban con un empleo fijo o emigraban diariamente al otro lado de la frontera para laborar en las empresas de Pharr o McAllen principalmente.
Hoy a raíz de la pandemia del coronavirus, el panorama de esta ciudad es otro; por doquier se escuchan historias de obreros, amas de casa, comerciantes que, ante las restricciones impuestas por esta enfermedad, enfrentan un panorama desolador.
Y es que las principales 162 empresas maquiladoras; 2,000 establecimientos de los más de 3,000 que hay en la ciudad, han parado labores, dejando en el abandono a cerca de 15,000 trabajadores y a otros 50 mil con un sueldo raquítico, que no les alcanza para sobrevivir, pues hay quienes solo reciben 200 pesos por semana. A este panorama de desempleo, hay que sumar los más de 8,000 comerciantes informales que también han tenido que parar actividades a raíz de esta pandemia.
La situación pues, es grave; hablamos de aproximadamente 365 mil personas (73 mil familias) que enfrentan diariamente la angustia de no contar con los alimentos necesarios para sobrevivir; que han tenido que vender algunos de sus muebles, ofertar aquí y allá otros productos para tratar de obtener un ingreso.
Jóvenes que antes se dedicaban a la escuela, a ayudar en el trabajo familiar; pululan por las calles en busca de una oportunidad como mandaderos, en el mejor de los casos. Pero, aunque se oculte la cifra, el número de robos crece, la prostitución se dispara, aumenta el número de personas lavando parabrisas o haciendo malabares en los cruceros, etc.
Ante esta situación, las acciones emprendidas por las autoridades de todos los niveles, son nulas prácticamente. Las recomendaciones de expertos en economía son ignoradas completamente, pues a pesar de que se ha aconsejado inyectar ingentes recursos para mantener la planta laboral, destinar recursos para programas de autoempleo; o implementar un programa alimentario para los sectores más vulnerables de sociedad; nada se hace.
Como dijo el famoso poeta Pedro Bonifacio Palacios, el Presidente de la República padece de obsesión asnal al querer mantener por encima de esta tan grave situación su proyecto de Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucia y la refinería de Dos Bocas. Es claro que Andrés Manuel López Obrador resulto tan demagogo como otros tantos a quienes critico; su eslogan de "Primero los pobres" es letra muerta; porque los recursos destinados a esos proyectos bien alcanzan para paliar la tremenda hambruna que padecen más de 80 millones de mexicanos que somos. Destinados de manera inteligente a sostener la planta laborar, pueden bien, hacer menos cruda la crisis económica que se avecina una vez que pase la contingencia.
El hambre es una amenaza más inmediata que el virus... La pandemia del coronavirus ha traído hambre a millones de personas en nuestro país. Los confinamientos y las medidas de distanciamiento social están acabando con trabajos e ingresos y probablemente van a generar disrupciones de la producción agrícola, industrial y comercial que dejará a millones de mexicanos sin nada para comer".
Por eso aplaudo la exigencia del Movimiento Antorchista al Gobierno federal en demanda de Un plan nacional de distribución de alimentos, al que invito a todos a sumarnos; pues ante esta pandemia e insensibilidad gubernamental, solo la fuerza del pueblo organizado es capaz de resolver la grave crisis que enfrentamos hoy los más desprotegidos del país y del mundo.
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