Los medios de comunicación informaron oportunamente de la epidemia surgida en la República Popular China provocada por el COVID-19 mejor conocido como Coronavirus y de su propagación a otros países hasta convertirse en pandemia. Los mexicanos veíamos muy lejano el problema, pero ya lo tenemos aquí; así como se ha interconectado la economía de mercado también se han globalizado sus males: con extremada velocidad aparecieron los primeros brotes en el continente americano.
El combate del virus se lo dejo a los especialistas, a mí me interesa dar a conocer mi modesto punto de vista en torno a este problema, antes de que la preocupación que embarga a la mayoría de los mexicanos pobres se convierta en psicosis; según he investigado, la enfermedad provocada por el COVID-19 es muy similar a una gripa común; su sintomatología es muy parecida, provoca cansancio, dolor de huesos, fiebre y algunas veces diarrea. Dicen las autoridades sanitarias, que, de 100 infectados, probablemente 5 sean casos graves y que 2 fallezcan, el resto, superará la enfermedad como una gripa normal; los más vulnerables son los adultos mayores porque sus defensas se van acabando y los niños menores de cinco años porque aún no se desarrollan plenamente. Esto no quiere decir, que los demás no debamos cuidarnos, todos estamos expuestos, porque podemos tener bajas defensas por consumo de drogas, de alcohol y tabaco, por padecer enfermedades crónico-degenerativas o por mala alimentación. Nadie debe confiarse ni sentirse inmune ante este virus.
Con el fin de evitar el contagio masivo, algunos médicos e instituciones de salud han difundido medidas preventivas que consisten en: lavarse continuamente las manos con jabón suficiente, usar gel antibacterial, no frotarse la cara, la boca, ni los ojos; no saludar de mano, de abrazo o de beso; no frecuentar lugares muy concurridos; y en caso de presentar síntomas no salir para no contagiar a otras personas; mantener una sana distancia con los familiares para que al toser o al estornudar no salpiquemos a quien esté cerca; acudir con personal especializado y no auto medicarse.
La situación puede tornarse delicada. Supongamos que el pronóstico de los especialistas sea acertado y que solamente el 5% de infectados resulten graves, esto nos daría un aproximado de 70 mil personas; sabiendo del desabasto que padece nuestro sistema de salud, que no cuenta con antivirales, ni tiene las instalaciones, ni el equipo necesario para atender a este tipo de pacientes, podemos predecir que ese 5% puede elevarse a un 10% o más, y esto, sería una verdadera catástrofe. En este sentido, resulta ejemplar la actitud del gobierno cubano que atendió oportunamente el problema, mantuvo informado a su pueblo y lo blindó con personal especializado que revisa, diagnostica y cura, prestando atención médica a los visitantes que dan positivo evitando contagios; y es aún más admirable su disposición de ayudar a otros países con médicos altamente capacitados para combatir la pandemia.
En cambio, nuestro presidente dice que nos va a salvar la honestidad y sus amuletos protectores sin ofrecer alternativa alguna; más no dice del desabasto de medicinas, del aprieto que sufrirán las familias que no podrán salir a trabajar, ni cuánto afectará al comercio, es decir, al crecimiento económico en general. No esperaba más de este gobierno; recordemos que, pretextando el último sismo acontecido en la Ciudad de México, los morenistas formaron un fideicomiso para recabar fondos a favor de los afectados, recibieron donativos millonarios que nunca se reflejaron en apoyos a los damnificados. No puede esperarse más de un gobierno que recorta ayudas sociales, el presupuesto de todas las instituciones y no informa del destino de sus billonarios "ahorros"; no puede esperarse más del partido que aprovecha la contingencia y su mayoría absoluta en la cámara de diputados para auto aprobarse la reelección hasta por cuatro períodos demostrando que sólo les preocupan sus ambiciones particulares.
Organizarnos en un solo frente de lucha en favor de todos los mexicanos, es la única solución. Sólo así sortearemos el infortunio que hoy aqueja al país. En estos tiempos de oscuridad, volteemos la mirada al Movimiento Antorchista Nacional. La senda del cambio que nos llevará a la victoria, caminemos por una patria más justa, libre y soberana.
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