MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Cómo pega la inflación a las familias paceñas

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Aunque este concepto, inflación, resulte conocido o cercano para algunos de nosotros, lo cierto es que, para un elevado porcentaje de la población, no lo es. La mayoría cuenta con una idea general sobre su significado, pero, resulta que algunas interpretaciones podrían estar alejadas de la realidad. La inflación al consumidor es el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios más representativos del consumo de los hogares de un país. Con base en esta definición, trataré explicar cada uno de sus componentes para comprenderlo claramente:

Cuando nos referimos a la inflación al consumidor (porque existen distintas medidas de inflación), cuando hablamos de este fenómeno hacemos referencia a la que tiene que ver con los precios que enfrentan los consumidores, sobre todo al momento de realizar sus compras habituales. Cuando se habla de aumento, es precisamente la situación en la cual los precios presentan una variación positiva, es decir, están subiendo. Y cuando decimos que el aumento es generalizado es porque estamos midiendo qué tanto suben en promedio los precios de todos los bienes y servicios más representativos para el consumidor y no el precio de un artículo en particular (como la papa, por ejemplo), o de un solo grupo de gasto (como los alimentos, por mencionar un grupo). Por ejemplo, durante un mes algunos precios de ciertos artículos podrían subir, otros bajar y otros mantenerse iguales, pero, solo cuando en promedio todos estos precios se incrementan entonces la llamamos inflación. Y, que sea sostenido indica que dicho aumento generalizado de los precios debería registrarse por lo menos durante el período en el que se realiza la medición y no por cambios diarios o temporales de los precios.

Cuando se habla de los precios se hace referencia al valor que debemos pagar los consumidores cuando compramos los artículos que nos sirven para satisfacer nuestras necesidades y deseos. De los bienes y servicios se hace referencia, en su mayoría, a los elementos tangibles (que puedo tocar y percibir), que nos sirven para satisfacer una necesidad o un deseo, por ejemplo, los alimentos, ropa, electrodomésticos, etcétera. Por su parte, los servicios incluyen los intangibles que, a su vez, nos sirven para suplir nuestras necesidades y deseos, estos son, la salud, un corte de pelo o la educación, entre otros. Algunos de los más representativos actualmente son los de la canasta básica de referencia, la cual está compuesta por 443 bienes y servicios diferentes. Precisamente, la medición de la inflación refleja el comportamiento de los precios de los artículos que pertenecen a dicha canasta.

En días recientes el titular del Instituto Nacional de Estadística y Geografía dio a conocer el Índice Nacional de Precios al Consumidor, en el que se indica que la inflación se disparó al 7.05% en la primera quincena de noviembre, su nivel más alto desde abril de 2001, esta situación preocupa a la población paceña debido a que los precios en los alimentos y electricidad son cada vez más elevados.

El aumento generalizado y sostenido en los precios ha causado frustración en muchos paceños, sobre todo porque seguimos viviendo una crisis sanitaria y esto ha provocado una difícil situación económica en muchos hogares. Desde hace meses los precios han subido y es muy fácil percatarse de esta situación, sobre todo al momento de realizar las compras habituales. Este problema es una cadena que va afectando a todas y todos, desde el vendedor hasta el consumidor, las familias que perciben salarios bajos han empezado a sentir los embates de la economía cada vez con más frecuencia, hay alimentos en la canasta básica que no son una opción en sus mesas.

“En mi familia somos cuatro personas, mis dos hijos estudian (uno en prepa y el otro en secundaria), trabajamos mi esposo y yo y ganamos alrededor de $7,000 pesos a la quincena, estoy haciendo las compras del súper y me estoy llevando poco más de la mitad de ese sueldo en las compras, pareciera ser que solo trabajo para pagar alimentos y servicios básicos, no puedo ahorrar porque los precios cada vez están por los cielos, opto por sacar cosas que no son indispensables, anteriormente comíamos carne dos veces a la semana y ahora solo una. Pero, es injusto trabajar tanto para no disfrutar”, mencionó Araceli Valdez de la colonia Diana Laura.

Desde el inicio de la pandemia los productos alimenticios fueron aumentando, pero, en estos últimos meses se han disparado en forma dramática, un ejemplo, hace un año el kilo carne molida de la más económica costaba 55 pesos y hoy, esa carne “económica” se encuentra arriba de 120 pesos; el recibo de energía eléctrica en los hogares registró un aumento de 24.16%; la tortilla de maíz ha tenido incrementos en lo que va del año, actualmente se ha podido encontrar hasta en los 25 pesos, mientras que, la docena de huevos alcanza hasta los 36 pesos.

Pequeños comerciantes han señalado que han visto un alza muy importante en los insumos que requieren para sus ventas, verbigracia, los puestos de “hates”: “La subida de precios ha sido muy notable, a la semana yo estaba invirtiendo en material para mi carrito entre 1,300 y 1,500 pesos, pues, no meto muchas cosas, ahora ya estoy pagando de 2,100 a 2,300 pesos, casi el doble de lo que pagaba, luego las ventas han estado bajando porque las personas no entienden que no es que le subamos a los productos porque queramos, sino que es la forma de ganarle algo porque si no, no tendremos ganancias, todo es una cadena”, dijo Guillermina Ruiz Hernández de la colonia antes mencionada.

Por su parte, la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados, a través de la dirigente estatal, Lorena Hinojosa Oliva, reporta que estos incrementos van desde el 35 al 200%, situación que preocupa a un sector que apenas va recuperándose de los meses de pérdida por la pandemia.

Ante esta terrible situación el gobierno federal que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador debería promover la inversión de la Iniciativa Privada nacional y que haya inyección económica del exterior. El gobierno debería estar ayudando a las familias con programas más eficientes y no solo de transferencia directa, no debería desaparecer programas más abarcadores como Prospera. El verdadero problema es que la inflación es mayor cada semana y cada mes. Por otro lado, hay poco empleo formal y el informal que no garantiza un salario digno, es mayor. La gente no tiene dinero o tiene muy poco, mismo que no le alcanza ni para alimentarse adecuadamente.

Urge un aumento al salario, pero de manera real, sustancial, que beneficie a los trabajadores y, no solo como el que acaban de aprobar (el gobierno, los patrones y los sindicatos) para el siguiente año del 22%, que pasaría de 123.22 a 141.70, es decir, aumentando 30 pesos; pero este “aumento” visto con ojos realistas no ayuda a la población para salir de este grave a debacle por el que atraviesa. Urge que el pueblo se organice, tome conciencia de que este inmenso problema y descubra que necesita de un gobierno grande y con ideas humanistas, que mire como lo principal a los humildes de México, que genere empleos, y bien pagados, que cobre impuestos principalmente a los que más ganan y que invierta en obra social para todos, pero, principalmente para los pueblos y colonias más humildes; esa organización ya la estamos construyendo en La Paz y en todo Baja California Sur, súmate con nosotros y vamos juntos por la conquista de estos ideales.

¡Hay que cambiar de política económica ya!

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