Aunque aún faltan poco más de dos años para la elección presidencial, la señora Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México (CDMX, tiene ya rato en campaña. Al parecer, el presidente Andrés López Obrador le tiene mucho aprecio y, aunque no es ninguna novedad en su opinión respecto a los miembros de su gabinete, siempre se ha expresado muy bien de ella, encomiando su trabajo al frente de la jefatura de la capital del país. Parte de ese trato preferencial, pero sobre todo con el claro propósito de enviar el mensaje de quién es su candidata a la presidencia de la república, es el hecho de que desde los últimos días de diciembre pasado, la señora Sheinbaum haya recibido en su oficina a los candidatos de Morena para las gubernaturas de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, elección que se llevará a cabo el 5 de junio de este año, a quienes, siguiendo la escuela de su protector, calificó de “honestos” y “trabajadores”; además de tales atributos, Nora Ruvalcaba, la candidata por Aguascalientes, fue calificada también de ser “valiente”.
Y mientras la jefa de gobierno anda en labores de proselitismo rumbo al 2024, los problemas en la CDMX siguen en ascenso. Veamos tan solo algunas muestras.
Por la pandemia de covid-19, el número acumulado de personas contagiadas es de un millón 250 mil 411 y de 53 mil 860 los fallecimientos, destacando Iztapalapa, en la que se concentra mucha gente pobre, como la alcaldía con más defunciones a nivel nacional, sumando 8 mil 152. (Secretaría de Salud, 3 de febrero). En lo que se refiere a casos activos, a nivel nacional destacan en los primeros tres lugares las alcaldías Iztapalapa, Álvaro Obregón y Gustavo A. Madero, colocándose Tlalpan y Tláhuac en el 5º y 10º lugar, respectivamente, y de acuerdo con el Sistema de Información de la Red IRAG, al 3 de febrero la ocupación hospitalaria era de 75 por ciento en camas con ventilador. Tal ha sido y es la preocupación que le merece a la señora la vida y la salud de sus gobernados; ítem más, en el manejo del semáforo para abrir o restringir el funcionamiento de negocios diversos y otras actividades en la CDMX, ella considera que eso es solamente “politiquería”.
En el tema de la inseguridad, que es otro de los graves problemas que sufrimos los capitalinos, lejos de disminuir, aumentó el año pasado. Con respecto a 2020, a nivel nacional, la Ciudad de México ocupó el primer lugar en robo en transporte público (+13.5%), o sea, en el que viaja la gente pobre, a transeúntes (+10%) y la extorsión aumentó 55 por ciento. Mención especial merecen el delito de violación, que se incrementó en 48 por ciento, abriéndose una carpeta de investigación ¡cada cuatro horas!, y el homicidio de niños y adolescentes, que en los primeros 35 meses de la administración de la señora Sheinbaum representó un 53 por ciento más con respecto al mismo periodo de gobierno de Miguel Ángel Mancera. A pesar de estas cifras, casi al cierre de 2021 la jefa de gobierno aseguró que no habrían podido disminuir (¿?) la incidencia delictiva si no hubieran tenido “todo el apoyo del Gobierno de México en los programas de apoyo para el bienestar.” No solo se miente en cuanto a la “reducción” de los delitos, sino que además la jefa de gobierno se extiende un certificado de pobreza en el combate a la delincuencia.
En educación, en los dos últimos ciclos escolares, 93 mil 418 alumnos dejaron de asistir a la escuela por problemas económicos de la familia, luego de que algunos de sus padres se quedó sin trabajo debido a la crisis por la pandemia, por lo que tampoco pudieron seguir las clases de manera virtual; otra vez, son los más pobres los más afectados. En el mismo periodo, 10 mil 984 maestros perdieron su empleo como consecuencia de que 670 escuelas particulares tuvieron que cerrar debido a la falta de apoyos, tanto del gobierno federal como local. El programa estrella de Scheinbaum, “Mi beca para empezar”, no ha servido de nada para frenar la deserción escolar.
En los servicios básicos, como el del agua potable, existen cientos de colonias que no cuentan con él, y a pesar de peticiones, manifestaciones pacíficas y promesas, el servicio a través de pipas se les condiciona a cambio de que graben mensajes agradeciéndole el favor a la señora Sheinbaum. Tal es el caso, por ejemplo, de habitantes de Tláhuac que tienen más de tres años sin agua, a pesar de contar con la instalación requerida. ¿Y qué decir de las obras sociales? Este tema le saca ronchas… si se las exigen grupos de ciudadanos agrupados en organizaciones que no sean morenistas. Baste recordar que en ocasión de su tercer informe de gobierno, un grupo numeroso de ciudadanos organizados en el Movimiento Antorchista de la capital que marchaba pacíficamente hacia el Zócalo, precisamente para denunciar que bajo su gobierno se les ha negado reiteradamente obras sociales, fueron rodeados y agredidos por un centenar de policías de la CDMX para impedir que llegaran hasta el recinto donde se llevaba a cabo la ceremonia.
Como si lo dicho hasta aquí no fuera suficiente como para hacerse un juicio claro acerca de la forma en que la jefa de Gobierno de la capital del país ha venido ejerciendo sus obligaciones, hay que añadir que la pobreza extrema en la CDMX se incrementó en 163 por ciento en tan solo dos años (2018-2020), pasando de 152 mil 100 personas a 400 mil 400, siendo una de las más desiguales del país (Coneval). Estos datos son escandalosos. ¿Qué pasó, entonces, con los programas federales de apoyo para el bienestar? Se entiende que, al recibir ayuda en dinero, las familias no solo vivirían mejor sino que además algunos de sus miembros no se verían obligados a delinquir (recordemos la “reducción” en los índices delictivos), sin embargo, lo cierto es que en dos años 248 mil 300 personas más cayeron en pobreza extrema.
Es de vital importancia que no solo los capitalinos, sino todos los mexicanos, veamos la realidad tal como es, y no como nos la han venido pintando. Es evidente que, sin el apoyo del presidente de la república, la jefa de gobierno de la CDMX no habría podido obtener ni magros resultados. Aún está el presidente en condiciones de imponerse al interior de Morena e imponer a su sucesor, pero con el paso de los meses, su poder se irá debilitando en medio de las pugnas internas que siempre han dañado la cohesión de su partido. Los mexicanos ya llevamos medio sexenio sufriendo en carne propia los resultados de una serie de políticas improvisadas y la cerrazón de un presidente que solamente se escucha a sí mismo. Por ello, para la elección de 2024 no escuchemos el canto de las sirenas, fijémonos en los resultados de un gobierno que prometió “por el bien de todos, primero los pobres”.
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