Desde hace algunas semanas, la circulación de noticias, en medios nacionales y locales, sobre asaltos, ejecuciones, extorsiones y todo lo relacionado con delincuencia e inseguridad han aumentado considerablemente. Se lee casi a diario que muere un individuo por una riña o por un balazo a quema ropa, tanto de día y más de noche.
Cuerpos encontrados sin vida en las aceras y barrancas; cada día se ve con más naturalidad, y ya sin mucho asombro, que sucedan escenas en las que grupos armados abren fuego en distintas ciudades del país en las que quedan a la deriva muchos inocentes sin vida, muchos de ellos por la
desgracia de ir pasando por la calle o transitar la carretera camino a casa, sin que las autoridades en turno dé una declaración firme y contundente de lo que pasa.
El problema crece porque, en últimas fechas, el llamado crimen organizado, que tal parece que tiene más organización y estructura que los mismos encargados de impartir seguridad, se pasea como desde hace mucho tiempo por las calles, pero ahora se ha agudizado la famosa pelea por las plazas -que para el que haya visto alguna serie de éstas por televisión sabrá de lo que hablo-. Esto ocasiona que estos grupos actúen ya sin ningún pudor haciendo temblar a la sociedad y a los mismos encargados de protegernos.
Además, el Estado está coludido con ellos. No crea, amable lector, que encontré el hilo negro del problema, esto es sabido por todos y también callado por algunos funcionarios de alto nivel que les proveen de información para encontrar y matar a los del otro bando, para que el negocio siga funcionando, se sabe que en las pasadas elecciones muchos de ellos patrocinaron a los actuales gobiernos de todos los niveles, con recursos económicos para repartir a la gente y así llegar al poder tan anhelado, para que desde ahí los grupos de la delincuencia puedan operar sin que alguien les diga algo.
Decenas de funcionarios recibiendo dinero, moches, o como les quieran llamar, para comprar inmunidad por parte de los gobernantes y en algunos casos hasta visitas a los pueblos o ranchos donde estos criminales viven para, como diría la comadre, echarles una vuelta y ver que todo esté bien por allá, nadie que tenga el conocimiento elemental y pueda observar el actuar de estos sicarios puede constatar la estrecha relación que tienen, y para nada están peleando o tratando de recuperar la paz del pueblo.
Estamos cada vez más cerca de que se vuelva un país sin ley, por más que se nos quiera decir otra cosa o desde el púlpito sagrado de palacio nacional nos dicten lo que tenemos que decir, la seguridad de nuestro país está en una verdadera crisis y no se ve que se pueda corregir a corto plazo, a los ciudadanos de a pie como el que redacta estas líneas no nos interesan las obras caprichosas de este gobierno, queremos vivir tranquilos, tener la seguridad de llegar vivo a casa, poder comprar sin apuro nuestra canasta básica, tener un trabajo justo y remunerado de manera efectiva.
Ya no creemos eso de que el pueblo sabio está feliz, feliz porque todos los días, además de preocuparse por llevar el sustento a sus casas, también debe librar la batalla de la inseguridad, que a estas alturas está muy elevada, aunque se diga otra cosa, no queremos ferias nacionales en las que se derrochan millones de pesos por un rato de esparcimiento a costa de un muerto diario en las ciudades.
Es tiempo de que el pueblo se organice y tome las riendas de esta nación, ya no podemos seguir viviendo este cielo rojo que cubre a nuestro país, por la sangre de inocentes regada sin ninguna causa, se debe priorizar la fraternidad y la unión entre los pueblos, demostrarles que la gente trabajadora no quiere inseguridad sino paz para todos, y eso no se encontrará si no nos disponemos a unirnos y cambiar la realidad que actualmente vivimos. Cielo rojo
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