MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Carta a Meche, Vladi y Conrado

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Hace rato fui a dar una vuelta al zócalo de Chilpancingo. El aire estaba intenso y todo el polvo se sentía en la cara. Este año los cedros rosas no florecieron igual que el año pasado.

Es una de las cosas que, desde que estoy aquí, me gusta ver: calles cubiertas por esa flor rosita tan bonita. Tuve suerte de encontrar uno con bastante flor por la Miguel Alemán.

Nos duele en lo más hondo no tenerlos aquí, pero solo aviva una cosa en nuestros pechos: seguir con nuestra lucha.

Hace un año, ustedes no lo supieron, pero estuvimos en campaña, defendiendo como podíamos y con lo que teníamos el partido por el que ustedes lucharon. A veces me parece ver lo que ustedes soñaban aquí, con el pueblo. 

Quizás también como a mí, les dolía enterarse de otro homicidio; quizás igual que yo sentían repulsión porque no hay un freno a la violencia. ¿Saben? La situación en Guerrero ha empeorado desde que ustedes no están. Les cuento: la violencia se ha disparado a niveles alarmantes.

Todos los días, en los grupos de Facebook —porque ustedes saben que así se difunden las noticias aquí— se reportan al menos cinco hallazgos trágicos, y casi siempre cuatro de esos cinco presentan signos de violencia.

En agosto de 2013, solo cuatro meses después de que nos arrebataran su presencia, yo me vine a Guerrero. No creía que me fuera a gustar tanto estar aquí. La gente es muy solidaria, educada, y siempre da los “buenos días”.

Al ser un estado con un alto grado de retraso en desarrollo urbano, la gente es poca y siempre te la encuentras a menudo. Otra cosa que noté es que, Conrado, tú dejaste un gran recuerdo en quienes te conocieron.

A menudo se dice eso para recordar a quienes no están con nosotros, pero el otro fin de semana estaba colectando en el crucero del Aurrera. El sol estaba tan fuerte que empezaba a quejarme de estar tardando tanto. Pasó una camioneta y me cuestionó el porqué de mi actividad.

Yo, como a todos, le platiqué de la casa del estudiante y del apoyo que significa para nosotros el que nos ayuden con una cooperación. El conductor, con una expresión de intriga, me preguntó si esa casa era de Antorcha.

Con seguridad le dije que “sí”, y, cambiando la expresión de su rostro, me dijo: “¿Eres compañera de Conrado?”. Yo le volví a confirmar la duda. Su cara tomó una expresión de nostalgia y me dijo que tú lo ayudaste a dirigir una gestión para su colonia porque no tenían agua y que la habían ganado. Que cuando se enteró de tu noticia, vino a despedirse de ti.

Dijo que eras un gran hombre. Yo, con una sonrisa, le dije que seguíamos pidiendo justicia por ti y por tu familia. Hace un año él estuvo en tu marcha. Ese señor, del que no pregunté el nombre por la avidez del momento, te recuerda con gran cariño.

Han pasado tantas cosas en estos dos años que no han estado con nosotros. Meche, durante la campaña también venía mucha gente y nos contaban cómo trabajaste con ellos en la Montaña.

Yo me siento con una obligación casi inhumana de poder ser para ellos un poco de lo que también fuiste tú: una mujer amable, atenta, justa, educada, y otras cualidades que trato de seguir desarrollando.

Meche, me di cuenta también de que fuiste compañera en la normal de una maestra que estuvo conmigo en Tantoyuca. Las dos se graduaron el mismo año. También ella te recuerda con nostalgia, y veo todas tus fotos con compañeros que también conocí y con quienes he coincidido dentro de nuestra organización. Qué bonita te veías cuando bailabas y cuando declamabas.

Estoy contenta de saber que ustedes, compañeros, fueron guía y dejaron un camino tras de sí, que lucharon por los desposeídos, que intentaron hacer de Guerrero un mejor estado. Este año inicié una carrera para estar mejor preparada para nuestra lucha. Siempre que voy en el transporte público me aferro y deseo con todas mis fuerzas llegar bien a la escuela y a la casa, pues en este año que pasó, la situación para los transportistas en el estado no ha estado nada fácil.

Desde que llegué hasta ahora, Guerrero ha sido foco nacional de violencia e inseguridad desenfrenada:

• En 2023, se registraron ataques violentos como la emboscada en El Capire, Guerrero, donde murieron siete personas. En octubre de ese mismo año, trece policías fueron asesinados en una emboscada en Coyuca de Benítez.

• En octubre de 2024, quien fue electo alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos, fue asesinado y decapitado en menos de una semana después de haber tomado posesión.

• En noviembre de 2024, se encontraron once cuerpos, incluyendo dos menores, abandonados en una carretera aquí en Chilpancingo. Además, en un suburbio de Acapulco, cinco miembros de una misma familia fueron asesinados.

• En abril de 2025, durante la Semana Santa, se reportaron al menos doce homicidios dolosos vinculados a la delincuencia y el crimen organizado en Acapulco, a pesar del despliegue de 4 mil guardias nacionales para reforzar la seguridad.

Esos son los que nos han colocado a nivel nacional como plana principal en noticias. Deberían ver incluso cómo la gente tiene miedo ya. Algunas veces, a las seis ya no se suben muchos a una combi.

A las ocho hay poca gente en la calle. Quien sale dice el famoso dicho: “El que nada debe, nada teme”. Yo no debo nada, pero me da mucho miedo ser como aquellos que se encuentran en un lugar y, aunque nada debían, su vida terminó por una bala errónea o perdida.

Este año fueron las Espartaqueadas, Vladi. Tus compañeritos declamaron y cantaron. Algunos bailaron y ganaron el primer lugar. No quise imaginarte entre ellos… y lo hice. Me puse triste al saber que ya no pudimos verte crecer otro poquito, ya no pudiste seguir en la escuela. ¡Vaya de cuántas cosas te hubieras hecho conocedor!

De matemáticas, de español o de ciencias naturales. Tal vez ya hubieras empezado a decir qué carrera querías estudiar. Tu papá estuvo en una lona, plasmando la disciplina de oratoria. Al menos tu risa nos hubieran dejado, tu crecer y tu presencia entre nosotros.

Al menos nos hubieran dado la oportunidad de dirigirte a ser un líder como tus papás o un teórico como nuestros compañeros del Cemees.

A los tres los hemos echado mucho de menos. Claro que nos hacen falta. Nos duele en lo más hondo no tenerlos aquí. Pero sólo aviva una cosa en nuestros pechos: seguir con nuestra lucha. Hay gente que recuerda su labor. Nosotros estaríamos insultándolos si no seguimos con la lucha.

No hay, o no encontramos, otra mejor forma de honrarlos más que poniéndonos a trabajar en la construcción de un México más justo para todos, en seguir organizando a las masas para que, más pronto de lo que creemos, el pueblo de Guerrero se levante y tome el poder para su beneficio.

También como ustedes, yo sigo soñando con un mundo de luces, como en la poesía de nuestro líder. En esta carta solo les cuento un poquito de lo que hemos pasado sin ustedes aquí en Guerrero. 

Ustedes están vivos en cada uno de nosotros, sus compañeros. En mí están vivos. Y este año, dos años en los que no hemos recibido justicia, los honramos con trabajo y con más firmeza que nunca para seguir luchando y politizando a la masa guerrerense.

Sólo así estaremos seguros de que ustedes no habrán muerto en vano. No vamos a permitir el derroche de su lucha. Aquí estamos, Meche. Aquí seguimos, Conrado. Y Vladi, aquí vamos a seguir luchando en su lugar por muchos años más.

Como en algún momento Cortázar dedicó estas líneas a Che, yo las vivo y las siento más mías ahora que ustedes no están:

Yo tuve un hermano,

no nos vimos nunca

pero no importaba.

Yo tuve un hermano

que iba por los montes

mientras yo dormía.

Lo quise a mi modo,

le tomé su voz

libre como el agua,

caminé de a ratos

cerca de su sombra.

No nos vimos nunca

pero no importaba,

mi hermano despierto

mientras yo dormía,

mi hermano mostrándome

detrás de la noche

su estrella elegida.

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