Con una inmensa información, todos los días, se bombardea al ciudadano común y corriente, por diferentes medios de información, como prensa escrita, televisión, redes sociales, etc.; tanta que resulta casi asfixiante. Mucha de ella es información sesgada, incompleta, no fundamentada en datos sólidos y comprobados. "Analizada" y "desmenuzada" por "especialistas" nada imparciales que tienen la "verdad" agarrada de los pelos, diría alguien. Pareciera, sin exagerar, que el mundo vive no una realidad sino "muchas realidades" algunas enfrentadas a ciento ochenta grados. ¿Cuál es la realidad? ¿Y qué hacer ante esta vorágine mediática?
Hoy, por ejemplo, del coronavirus aparecido en Wuhan, China, se dicen muchas cosas, algunas alarmistas, otras tranquilizadoras. Desde escenas donde se ven ciudades "vacías" en China, Italia o España, como medidas extremas tomadas por los respectivos gobiernos por esta pandemia; donde, en el caso de Wuhan, se ven hombres convulsionando o cadáveres en las calles, vistos con indiferencia. Hasta aquella información donde especialistas nos dicen que no debemos alarmarnos, pues la tasa de mortandad del coronavirus es baja y sólo causa la muerte, en la mayoría de los casos, de personas mayores con enfermedades que han deteriorado su sistema inmunológico a causa de otros trastornos. El hombre, sino quiere ser manipulado, yo diría aplastado, tiene que hacer un gran esfuerzo intelectual y dejarse guiar por una teoría poderosa por ser verdadera para hallar la verdad en medio de la densa neblina de información tendenciosa.
Solo hay una realidad. Durante el Medievo la visión teológica hizo creer que había un mundo terrenal y uno celestial. La ciencia con hombres como Galileo Galilei, quien con un telescopio pudo ver la superficie lunar, vio las "imperfecciones" de éste cuerpo celeste que tenía, también, al igual que la tierra, elevaciones, cráteres, etc., pudo dar un duro golpe a esa visión. Haciendo una analogía: no existen dos México, uno el que nos pinta el actual gobierno de la 4T, sin problemas donde "vamos bien" y la gente "vive más feliz", y otro México, que se cae literalmente en pedazos. Sólo existe, por desgracia, un México, y es este último.
La realidad es, además, objetiva, es decir, existe fuera e independientemente del hombre. En filosofía el idealismo subjetivo, planteaba que sólo existe lo que el individuo percibe en combinaciones de "sensaciones", que llevado a su extremo, encarnó en el solipsismo de G. Berkeley (1684-753): "existir significa ser percibido". Podrá decir AMLO que "vamos bien" porque así "lo percibe", con sus "datos". Pero la terca realidad (¡más terca que él!) no es lo que él "percibe" o siente, sino la real que viven millones de mexicanos y de la que dan constancia datos duros y comprobados que hablan de una economía con un cero crecimiento, el aumento de la inseguridad, falta de realización de obra pública, etc.
Por otra parte, vivimos en una sociedad dividida en grupos sociales, con intereses bien definidos, y donde éstos, se relacionan entre sí a través de los medios de producción necesarios para creación de bienes materiales, siendo dueños o no de ellos, participando o no en la producción. Vivimos en una sociedad donde un puñado de magnates acaparan inmensas fortunas y la gran mayoría de la población, a pesar de ser la que crea la riqueza, no cuenta en muchos casos si quiera con los medios de vida indispensables para vivir.
El individuo debe saber qué intereses se esconden detrás de tal o cual información, pues como dijo el más grande dirigente político, V.I. Lenin, "el hombre ha sido víctima del engaño de los demás y del propio". "De los demás", porque las clases del dinero nos hacen creer con sus poderosos medios de comunicación, con el concurso de sus cebados ideólogos, que vivimos en el mejor de los mundos, donde hay libertad, democracia y "oportunidades". Que esos mismos medios satanizan, difaman a las fuerzas sociales progresistas. Y "de nosotros" (el pueblo trabajador), porque hacemos, gradual e inconsciente, con esa vorágine mediática, nuestra visión del poderoso, de su mundo como el mejor de los mundos, deformando en nuestra conciencia. La realidad es una, y muy diferente: vivimos en un mundo profundamente desigual en lo social y en lo económico.
La revista Buzos, que en los días que corren festeja su vigésimo aniversario, puede presumir que es una revista que ha analizado, como nadie, con veracidad y objetividad el México contemporáneo y el mundo en que está incrustado. Más aun ha educado a generaciones que confluyen en estos veinte años que van de éste azaroso comienzo de milenio, desde un punto de vista científico, del materialismo dialéctico e histórico. Resaltando los intereses de los trabajadores y demás sectores humildes de la población golpeados por las políticas represivas, como sucede hoy (sólo por dar un ejemplo, como Gota en el Mar) en Puebla, donde el Gobernador Miguel Barbosa, cual dictador en ciernes impide el registro de Antorcha como partido, aun cuando se cumplen los requisitos legales en materia electoral. Ha puesto las cosas en su lugar, denunciado los atropellos y exhibiendo los intereses de los grupos de poder.
Buzos es un granito de oro que desciende en el torrente del río revuelto; granito que refleja la luz para el pueblo trabajador a pesar de que el torrente lo trata de apagar. Felicidades a la revista Buzos por su colosal esfuerzo por informar, educar y concientizar al pueblo trabajador.
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