Este 29 de noviembre, “Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino”, las autoridades de Gaza informaron que desde el inicio de la invasión del Ejército de Israel han muerto 44 mil 363 personas, de las cuales 17 mil 600 son niños, incluyendo mil menores de un año. Además, 105 mil personas más están heridas.
“La oficina de prensa de las autoridades gazatíes ha publicado un comunicado en el que ha detallado que (…) 44 niños han muerto de hambre en Gaza desde el inicio de la ofensiva. Asimismo, ha alertado que 3 mil 500 niños ‘están en riesgo de morir de hambre’ y ha recalcado que 1 mil 410 familias han sido ‘exterminadas’”, señala una nota de El País del 29 de noviembre de 2024.
Los gazatíes gritan porque tienen hambre y miedo, porque lo han perdido todo. Me produce mucho dolor decir esto, pero también están perdiendo la esperanza.
“El Ministerio de Sanidad gazatí dice que 1.9 millones de personas —el 90 % de la población del enclave palestino— han sido desplazadas, muchas de ellas más de una vez y en algunos casos hasta diez veces”, añade otro reporte del mismo medio.
A poco más de un año del inicio de la invasión contra Palestina, las cifras son estremecedoras: cada día se asesina a 106 palestinos, en promedio; cada día mueren 42 niños y 2.4 bebés menores de un año; cada día, 253 palestinos resultan heridos. Es terrible y espantoso, pero no es lo peor.
Un estudio reciente de The Lancet estima científicamente las muertes indirectas causadas por el conflicto:
“De las 37 mil 396 muertes reportadas (en octubre pasado), no es improbable estimar que hasta 186 mil o incluso más muertes podrían ser atribuibles al conflicto actual en Gaza. Esto se traduciría en el 7.9 % de la población total de la Franja de Gaza”, explica el análisis, firmado por expertos de diversas instituciones internacionales.
El informe señala que, en conflictos recientes, las muertes indirectas suelen ser entre tres y quince veces mayores que las directas. En este caso, una estimación conservadora de cuatro muertes indirectas por cada muerte directa eleva las cifras hasta niveles inimaginables.
Los reportes de prensa coinciden en la gravedad de la situación: hospitales y centros de salud destruidos, alimentos y medicinas escasos, y una población que lucha por sobrevivir en condiciones extremas. La mitad de los desplazados, hacinados en el sur, vive en refugios improvisados, mientras otros duermen en áreas abiertas, enfrentando la falta de agua y una inminente hambruna.
“Son las consecuencias de los bombardeos, la muerte, el hambre y el miedo”, declaró un poeta gazatí. Mientras tanto, el mundo protesta contra los responsables de esta tragedia, vinculados a poderosas transnacionales.
En una entrevista reciente con El País, Mosab Abu Toha, poeta de Gaza, describió la devastación con sus versos: “Gaza es un funeral gigante, pero sin gente y sin sillas (…) En el ataúd sólo hay pedazos de ropa, porque el cuerpo estaba pulverizado”.
Sobre la situación actual, expresó: “Los gazatíes gritan porque tienen hambre y miedo, porque lo han perdido todo. (…) Nada de lo que digan describe lo que sufren, y el futuro puede ser aún peor”.
Palestina sufre los estragos de un mundo dominado por el sistema capitalista, donde las guerras son decididas por empresarios poderosos. Pero las conmemoraciones y los símbolos de solidaridad no son suficientes. Hace falta un cambio profundo en quienes gobiernan, un despertar global que permita afrontar la magnitud de esta tarea histórica.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario