MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Bien por la movilización a favor del INE

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Al momento de escribir estas líneas, la prensa informa que se están haciendo los preparativos para la segunda marcha ciudadana a favor del Instituto Nacional Electoral (INE), con motivo de protestar en contra del llamado “Plan B” propuesto por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Cabe recordar que la primera protesta se llevó a cabo el pasado 13 de noviembre de 2022, movilización que llevó por nombre “El INE no se toca” y según los organizadores, la marcha fue un éxito, con más de 650.000 asistentes, y más de un millón si se suman los que salieron a las calles en el resto del país.

Esta segunda movilización se realizará, no sólo en la Ciudad de México, sino en más de 70 ciudades en el interior del país. En Jalisco, además de Guadalajara se prevé que la manifestación se replique en por lo menos otras cinco ciudades de la entidad como Ocotlán, Puerto Vallarta, Lagos de Moreno y Jocotepec, que se realizarán de manera simultánea a las 11:00 horas de este 26 de febrero.

Es difícil anticipar cuantos jaliscienses participarán, pero está el antecedente de que en la primera marcha sorprendió la participación de los tapatíos, pero sea buena o baja, considero que es justa la convocatoria de esta movilización a favor del INE.

Hasta el momento, muchos líderes de opinión, tanto nacionales como internacionales, coinciden en que el tono con el que se han estado refiriendo el presidente Andrés Manuel López Obrador y los morenistas contra el INE, está cargado de coraje, hay más ganas de atacar, de destruir al instituto, que de mejorar su funcionamiento.

A nadie sorprende, menos a los de Morena obviamente que la larga campaña de críticas y acusaciones no demostradas de AMLO contra el INE tienen el propósito de anularlo por alguna vía para tener el control absoluto de los procesos electorales e imponer una dictadura centralista. El pueblo de México debe defender al organismo, pues es una conquista de todos los mexicanos, es parte de nuestro Estado de derecho y representa la única posibilidad de cambiar de hombre y de partido en el poder de manera legal y pacífica. 

En días recientes, el Senado de la República, aprovechando la mayoría morenista aprobó, en lo general y particular, la Reforma Electoral mejor conocida como el “Plan B”, del presidente de México, con 72 votos a favor, 50 en contra y ninguna abstención, el dictamen pasará al Ejecutivo Nacional para su publicación en el Diario Oficial de la Federación (DOF) y entrada en vigor. Ahora solo quedan los recursos de inconstitucionalidad interpuestos ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Como se ve prácticamente está consumado el propósito de AMLO y ahora queda el recurso de salir a las calles a exigir respeto a una de las conquistas de los mexicanos.

A excepción de los que adulan a López Obrador, más por conveniencia que por convicción, el grueso de los mexicanos no podemos resignarnos a una dictadura centralista de un solo hombre. El mandatario federal, ha suprimido o ha reducido la impotencia retirándose el presupuesto o puesto bajo sus órdenes a varios organismos públicos como la Comisión de Derechos Humanos y esta vez le ha llegado el turno al INE.

Estamos a punto de regresar a la repudiada eternización del mismo partido, como en los tiempos del viejo PRI en el poder, pero la gente se dio cuenta que era la causa de la ineficiencia de los funcionarios; de la corrupción de los políticos y de la clase empresarial; de la pobreza galopante, por lo que el Instituto Federal Electoral (IFE) se volvió una necesidad democrática para terminar con la farsa democrática en la cual el gobierno era juez y parte interesada al mismo tiempo; había que arrancar de las manos del gobierno el control de los procesos electorales y la solución fue el IFE.

Seguramente lo que empujó este cambio democrático, no fue la falta de autenticidad de los procesos electorales, como un ardiente anhelo del pueblo mexicano por una democracia perfecta, cuya esencia política y social ni siquiera entendía cabalmente, sino su firme decisión de cambiar de hombres y de partido en el poder con la esperanza de mejorar sus precarias condiciones de vida, de aliviar su pobreza para garantizar el alimento, la salud y la educación de sus hijos.

Fue el hartazgo de la gente, por los pésimos resultados de la política priista, la verdadera causa que lo llevó a impulsar el surgimiento del IFE, antecesor del INE. Hoy, está quedando a la luz pública, de nueva cuenta, los verdaderos propósitos del grupo político en el poder. Obligar a dicho órgano a violar la ley en provecho de los candidatos morenistas y del presidente, exactamente lo que hacía el viejo PRI en su tiempo.

El menosprecio y el nulo respeto de López Obrador hacia nuestra Constitución han puesto de manifiesto que se trata de un plan bien diseñado y de largo plazo para socavar las bases de nuestro Estado de derecho y del mismo pacto federal, columna vertebral del carácter federalista de la República, radicalmente opuesto a la república centralista dominada por un poder único, al que hay debemos oponernos defendiendo al Instituto Electoral recurriendo a los recursos a nuestro alcance. Bien por la movilización a favor del INE.

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