El pasado lunes 2 de marzo, una noticia alarmó a la capital de Chiapas, se rumoraba el cierre de uno de los medios impresos con mayores lectores en la entidad: El Heraldo de Chiapas, quien en 2017 alcanzaba un tiraje de 10 mil ejemplares por día, acercando la información a 21 municipios, como una estrategia para su difusión y propagación estatal.
Efectivamente, al día siguiente, hicieron oficial la postura del periódico mediante una nota titulada El Heraldo de Chiapas realiza su última versión impresa, donde se señalaba que los chipanecos seguiríamos la información periodística por medio de su sitio web y redes sociales, dando un paso adelante y fortaleciendo su "apuesta" digital. ¿Apuesta?, acaso se refieren a que se arriesgarán a tomar la decisión de no imprimir, esperando tener mejores resultados.
A mi parecer, creo que el periodismo, ha alcanzado un grado mayor de desarrollo, le ha dado paso a la creación de nuevas máquinas mejor sofisticadas y la tecnología ha alcanzado mayor aceptación en la población, algo que no debe espantar a quienes nos dedicamos a ejecutar la labor de periodismo, la impresión de nuevos materiales irá disminuyendo, y aun cuando esto vaya pasando, siempre habrá plumas de calidad dispuestas a informar.
En el periodismo se prevé la muerte de las publicaciones impresas ante el incesante desarrollo de los medios digitales y la intensa actividad en las redes sociales; porque el capitalista con tal de ahorrar dinero en el pago de materia prima, el pago de máquinas y, sobre todo, en el pago de obreros o empleados que creen innecesarios -máxime que exigen una inversión mayor-, crearán estrategias para su sustitución, aunque se provoque con ello el aislamiento entre la sociedad y su realidad, olvidándose de quienes alguna vez le sirvieron para generar y aumentar sus ganancias.
En este contexto, el periodista del siglo XXI, debe comprender que nada es eterno en esta vida, que no se puede construir nada perdurable sin una base sólida y que si el panorama social va en constante desarrollo, el periodismo debe ir actualizando sus cimientos, sin olvidar la base de su vocación: el conocimiento, las fuentes, las técnicas y ética de nuestro papel comunicativo, porque somos y seremos la voz de los oprimidos.
Siempre habrá noticias, historias, crónicas, etc., y para contarlas debe haber personas hábiles para navegar en el difícil mundo de la información y sorprender con trabajos responsables, verídicos y bien escritos a quién nos lee desde otro sitio; siendo pues, nuestros lectores lo que aprovechen de las nuevas técnicas de comunicación para mantenerse informado sobre los problemas sociales, políticos y económicos por los que atraviesa nuestro país y el mundo.
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