MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Aumenta la inseguridad y la impunidad en la Capital de México

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Han pasado semanas del tercer informe del Jefe de Gobierno de esta ciudad, por lo que ya se fue la mitad de su gestión, coincidiendo con el arranque de actividades de los 16 nuevos delegados en la capital, ambos acontecimientos transcurridos con más pena que gloria, mientras los habitantes del "no vemos llegar", "no vemos cristalizar las promesas de campaña", y en ninguno de los gobernantes verdadera intensión, enjundia para cumplir. Tal es la clase de gobernantes en el poder que tenemos. En algunos delegados solamente quejas y dramas por lo que llaman, "saqueo de las oficinas", y la consabida "corrupción" con la que rasgan sus vestiduras. Duelo de dimes y diretes protagonizados por los principales personajes de la política capitalina, incluido el Jefe de Gobierno, para aprovechar los errores de sus enemigos políticos, en aras de darse publicidad y oropel para las no lejanas elecciones de aquí a dos años que les sigan dando el poder.

Por nuestra parte, los antorchistas de varios estados acabamos de llevar a cabo una nueva marcha en contra de la impunidad y para exigir justicia para Don Manuel Serrano al cumplirse 2 años de su secuestro y posterior asesinato, el martes 6 de octubre, manifestación ahora con 100 mil manifestantes que recorrió Paseo de la Reforma hasta llegar a unas cuadras del Zócalo, donde nos detuvieron los esbirros policiacos de Mancera, impidiendo nuestro arribo a la plaza mayor a la que tenemos derecho todos los mexicanos.

Pero, ¿y de los grandes problemas de los capitalinos, de las grandes lacras y preocupaciones que los atosigan, qué dicen las autoridades viejas y nuevas de la ciudad? Queremos saber, por ejemplo, cómo van a resolver los delegados y Miguel ángel Mancera, que se promueve a la presidencia activamente en los medios, la idea, el miedo a flor de piel de sus ciudadanos ante la inseguridad que sigue en aumento en la capital?

Hace dos semanas el periódico El Universal (29-sep-15) en su encuesta semestral realizada en viviendas del D.F. apunta que para la mayoría de los habitantes no hay mejora en la seguridad de la capital en los últimos doce meses, destacando en los interrogados la opinión negativa que tienen de las autoridades.

Una retahíla de datos escalofriantes arroja la encuesta que no dejan lugar a dudas: casi el 70% de los ciudadanos perciben que la inseguridad ha aumentado (y yo digo, si no, pregunten a los que viven en la delegación Gustavo A. Madero, en que un día sí y otro también, asesinan gente a sangre fría ante la parálisis de la autoridad e igualmente ocurre en Iztapalapa y otras delegaciones). Otro dato: las familias que fueron víctimas de algún delito se mantienen sobre el 40%; es decir, casi una de cada dos familias sufrió por esta causa. Y la impunidad a todo lo que da, pues el 64% de las víctimas de algún delito de importancia prefiere no denunciar. Por algo será.

DSA

Los delitos más comunes cometidos contra los habitantes de esta mega ciudad y que hacen resaltar la ineficacia de los carísimos cuerpos de seguridad, según la encuesta que comentamos siguen siendo: para el 44% de los encuestados, el asalto en vía publica, el 11% se queja por los asaltos en el transporte público. Para el 9% de los ciudadanos, el asalto en casa habitación le sigue en importancia, en el 8% los asesinatos y en el 6% el narcotráfico.

Para protegerse un tanto de tales maldiciones, cual plagas bíblicas de Egipto, los ciudadanos claman a las autoridades elementos mínimos tales como: cámaras de seguridad, mayor vigilancia, más alumbrado público y más patrullas, todas con respuestas evasivas por ellas. De cuando en cuando los noticieros de la televisión dan cuenta de la detención de algún presunto delincuente. Pero nada del otro mundo, nada de que alegrarse.

Bien sabemos que la inseguridad corre pareja y se origina por las difíciles y cada vez más duras condiciones de existencia del pueblo por los bajos salarios (que día a día pierden poder adquisitivo), fenómeno debido fundamentalmente a una economía volcada en beneficio exclusivo de la gran clase patronal capitalista nacional y extranjera, a un modelo económico sostenido tercamente por los gobiernos de este país y que casi nada o nada les pide a los poderosos y todo les ofrece en bandeja de plata, y menos les exige contribuir a la paz social creando empleos y salarios dignos, igual que dice la Constitución. Nos violenta la pobreza y su larga y peligrosa cauda de inseguridad. Todavía falta que el pueblo siga acumulando la gran fuerza política que yace en su seno, organizándose y luchando, para poder cambiar el México de pobreza por uno justo y luminoso.

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