El Instituto Nacional Electoral (INE) afirma que la jornada electoral de 2024 será el proceso más grande en la historia de México. Habrá elecciones en los 32 estados del país, con la participación de más de 97 millones de ciudadanos. Estos podrán ejercer su derecho en las más de 170 mil casillas electorales distribuidas en todo el territorio nacional, así como mediante modalidades como el voto anticipado, el voto electrónico desde el extranjero y el voto postal.
Este proceso electoral, según el INE, o tal vez debido a la degradación de nuestra moderna democracia, que como parte esencial del modo de producción capitalista, está experimentando un fenómeno político de descomposición. Esto está causando confusión, enojo y desesperación entre el pueblo trabajador, es decir, aquellos hombres y mujeres que solían depositar su esperanza de mejoría en el voto ciudadano. Me refiero aquí a la apostasía en la política.
Aclaro a mis pacientes lectores que los sinónimos del término "apostasía" incluyen abjuración, retractación, perjurio, renuncia, abandono, deserción y, coloquialmente, traición. El uso más antiguo de la palabra "apostasía" se encuentra en la Biblia, donde un apóstata es aquel que renuncia públicamente a su religión.
Al trasladar esta definición al ámbito político moderno, ¿no es acaso apostasía lo que cometen aquellos políticos que reniegan de su partido y sus principios para unirse a otro partido, incluso con principios diametralmente opuestos? Los partidos que aceptan a estos apóstatas en su seno, ¿no son más que sepulcros blanqueados, brillantes por fuera pero podridos por dentro?
¿Por qué los políticos cambian de opinión y reniegan de sus principios durante el proceso de asignación de candidaturas y no antes?
Los políticos y partidos renegados podrían argumentar con la cita atribuida a Immanuel Kant: "El sabio puede cambiar de opinión, el necio nunca". Sin embargo, esta idea sólo cobra verdadera validez cuando se aplica dentro del contexto de la realidad misma.
¿Por qué los políticos cambian de opinión y reniegan de sus principios durante el proceso de asignación de candidaturas y no antes? La respuesta es clara: porque anteponen su interés individual al interés colectivo, y reniegan de su partido cuando este no les concede la candidatura que desean.
Ante esta situación, ¿qué puede hacer el electorado? La solución radica en comprender que la sociedad no se divide entre partidos políticos, sino entre clases sociales, dependiendo de su situación económica. Como dijo Lenin: "La teoría de la lucha de clases" proporciona el hilo conductor para comprender la lógica en este aparente caos.
Hoy en día, las clases sociales enfrentadas son la burguesía, dueña de la riqueza y los medios de producción, y el proletariado, dueño de su miseria y de su voto en cada proceso electoral. Por lo tanto, el pueblo trabajador no debe seguir ciegamente a ningún candidato o partido, sino votar de manera organizada por aquellos que ofrezcan garantías de atender y resolver sus necesidades colectivas. Esta es la única forma de contrarrestar el interés individual de los políticos y partidos que reniegan de sus principios. Ojalá que así sea.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario