La primera semana de febrero, el Movimiento Antorchista Nacional realizará su xx Espartaqueada Cultural; de acuerdo a la Comisión Nacional Cultural de nuestro movimiento y con base en las inscripciones existentes, alrededor de 20 mil participantes subirán al escenario para disputarse los tres primeros lugares en las diferentes categorías (que comprenden desde niños de 4 años hasta adultos mayores) de las distintas disciplinas que participan en el concurso: Música popular (solistas, duetos, coros y rondallas) y Música académica; Poesía (individual y coral), Oratoria, Danza y Baile folclórico. Es nuestra Espartaqueada, modestia aparte, uno de los eventos artísticos que ha cobrado renombre a nivel nacional, por la calidad de sus participantes, por la justicia de su jurado y por la hospitalidad que nos ofrece a todos los visitantes el pueblo de Tecomatlán, Puebla, sede del evento y cuna de Antorcha Campesina; y por ser el único evento cultural no gubernamental que aglutina a miles de artistas y que ha alcanzado un nivel profesional en prácticamente todas sus disciplinas.
Todos pensamos que el hombre es hombre desde que nace, que desde que sale del vientre materno somos seres humanos, pero tal como vemos la primera luz, somos simplemente seres vivos, somos sencillamente animales que respiran y comen como cualquier otro animalito; lo que hace al hombre verdadero hombre es lo que se comienza a inscribir en su corazón, lo que se empieza a registrar en su cerebro, lo que se empieza a asentar en su cuerpo entero a medida que avanza en el tiempo, a medida en que va consumiendo los años de su vida, es decir, el hombre se hace hombre en sociedad: viviendo con los demás, trabajando con los demás, comunicándose, aprendiendo del resto de los hombres, sufriendo y sintiendo como los demás, eso es lo que nos va haciendo hombres, y eso es lo que nos va haciendo diferentes a los animales, por eso el hombre es un ser social, por eso el hombre no puede vivir fuera de la sociedad; nosotros tenemos sentimientos profundamente diferentes a lo de cualquier bestia: nosotros llevamos en el alma, aromas de grandeza, aromas de belleza, aromas de poesía, aromas de música, de inteligencia. Los antorchistas estamos convencidos de que el pueblo puede hacer arte, que hay entre su gente grandes artistas desconocidos por la falta de oportunidad para exponer sus cualidades artísticas y, sobre todo, para tener la educación necesaria, adecuada, que lo convierta en un profesional; parte de la sensibilidad y de las cualidades les son innatas, nacen como artistas. Porque las Bellas Artes le endulzan la vida al hombre, lo vuelve más hombre, más humano es que en Antorcha se promueven.
Hay artes plásticas como la escultura, la pintura y la arquitectura que se contemplan con los ojos y a veces se pueden tocar con las manos, son artes que permanecen en el tiempo, que perduran, algunas a través de los siglos y hasta de milenios, como las Pirámides de Egipto o las de Teotihuacán o como el Palacio de Versalles, en Francia; artes excelsos, bellísimos. Pero, hay otras artes más sutiles y probablemente más difíciles, que no se aprecian con los ojos, que no se pueden tocar, y a pesar de lo cual, siguen siendo manifestaciones excelsas, superiores, muy altas del espíritu humano, sin las cuales la vida sería muy triste: la música, la poesía, la literatura, la danza y el baile. A diferencia de la escultura o de la arquitectura, no se petrifica, no se queda allí, es fugaz, tiene una vida rápida en el tiempo, como el relámpago en el cielo, brilla un momento y desaparece, y desaparece para siempre, sólo vive un instante; y a pesar de eso estas artes fugaces, artes que hay que captar en el momento con todos los sentidos, y con todos los poros del cuerpo, son artes fundamentales para la vida del hombre ¿qué sería la vida del hombre sin la música, sin la poesía? Pocas veces reflexionamos, por ejemplo, que la música tiene un profundo efecto emocional, que realmente provoca cambios serios dentro del individuo; incita reacciones profundas en él, alguna de las cuales se le quedan grabadas para siempre.
Y, precisamente, porque los antorchistas queremos un mundo distinto, y trabajamos para ello, con hombres y mujeres más fraternos, más dispuestos a transformar su entorno social y económico, nos hemos echado a cuesta la tarea de hacerle llegar el arte al pueblo, por un lado, y por otro, hacer que el propio pueblo haga arte; pues, además, estamos seguros que, por ejemplo, el que escucha música enriquece su vida, su capacidad de sentir y de recordar, y ello lo va haciendo cada día un hombre mejor: el hombre que oye música tarde o temprano se vuelve más bueno, más sensible, sufre con los dolores suyos y luego con los dolores ajenos, porque nos hace cada día mejores, nos hace cada día más sensibles, nos hace, pues, poco a poco mejores hombres y mujeres.
Dirán algunos que nuestro propósito de hacer hombres mejores, más fraternos en este capitalismo despiadado, lleno de injusticias, de violencia y de egoísmos son sueños guajiros, simples utopías, pero hemos avanzando en nuestra tarea y las Espartaqueadas culturales son prueba de ello, sino lo cree, le invito, amable lector, a que asista a la semana cultural convocada por Antorcha y lo pruebe y lo compruebe con sus propios ojos. Lo esperamos.
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