Las medidas tardías e incompletas tomadas por el gobierno federal para evitar o detener la propagación de la pandemia forman parte de la crónica de una tragedia anunciada. El llamado de alerta por parte de un gran número de mexicanos que veían venir la tragedia fue desoída por los mandamases de este país y ese desdén, al menos hasta ahora, ya cobra la vida de 712 mexicanos. No solo eso. Aún retumban en la cabeza de muchos que dimensionan mejor el tamaño de la desgracia, las palabras del mismo presidente de la república invitando a la gente a salir, a ir a los restaurantes, a ir de compras o a confiar la salud de los mexicanos a unas estampitas, en el colmo del ridículo.
Como parte de las medidas de contención de la pandemia se le ha pedido al pueblo de México que se quede en su casa. Nadie, en su sano juicio, puede ignorar esta recomendación dado que los científicos han demostrado que el virus se contagia con el contacto directo con otro infectado a través de las exhalaciones naturales del cuerpo: tos, estornudos, saliva. Y además se recomienda la sana distancia.
Sin embargo, la medida que parece muy fácil de instrumentar por la población, ya no resulta tan sencilla cuando sabemos que existen en México cien millones de pobres, que 6 de cada 10 trabajadores en el país son informales, esto es que viven al día. Si no trabajan no comen. No tienen derechos laborales, por ejemplo, y entre ellos contamos a trabajadoras domésticas, campesinos, comerciantes en pequeño etc. Además, debemos agregar que la pandemia ha provocado el cierre de innumerables fuentes de trabajo formales y ha lanzado a la calle a miles de trabajadores que solo viven del salario que reciben. Sin finiquitos o compensaciones que los ayude a sobrevivir durante la cuarentena y lo que siga después de esta, en la medida en que las condiciones económicas del país se deterioran rápidamente, simple y sencillamente se vuelve imposible sobrevivir sin trabajar. O salgo a trabajar para sacar algo con el riesgo de enfermar o me muero de hambre, es la terrible disyuntiva a la que se enfrenta en estos días el pueblo pobre de México.
¿Qué medida o posible solución se ofrece a esta trágica situación? Ninguna o insuficiente. Ante la petición de apoyos para comer durante el enclaustramiento simplemente hay oídos sordos de parte de las autoridades. Ya hay voces que sugieren que con el agravamiento del encierro se genere violencia social para logran comida para sobrevivir. Urge pues, la aplicación de un programa nacional de alimentos, como ya lo reclaman miles de mexicanos.
Por el mismo rumbo andan las cosas, y no podría ser de otra manera, con la protección real y efectiva del personal médico que lucha en el frente de batalla contra el coronavirus. Un día sí y otro también, vemos a través de los medios, de las redes sociales y la televisión las protestas del personal de la salud que exige la entrega de insumos y de equipo para trabajar en condiciones seguras. Francamente es sorprendente escuchar afirmaciones como la del secretario de salud del estado de Chiapas José Manuel Cruz Castellanos que sostiene que "el personal debe enfrentar la realidad, así como se presenta, con las carencias que hay, que el que no quiera laborar así mejor se vaya a poner un puesto de tacos" esto lo señaló en el marco de las protestas del personal del sector salud porque carecen de equipos de protección para enfrentar los casos de pacientes con covid-19.
El personal clínico, a lo largo y ancho del país se manifiesta prácticamente a diario por la falta de equipo para atender pacientes infectados. Hasta el 10 de abril ya había 329 médicos y enfermeras contagiados. La cantidad total ascendía a 535 contagiados y nueve fallecidos, según Zoé Robledo, director del IMSS para el 14 de abril. Los médicos y enfermeras de cientos de centros optan por comprar los materiales e insumos para garantizarse así mismo un mínimo de protección. Esta situación pone a los trabajadores de la salud en situaciones de alto riesgo por falta de insumos y equipo de trabajo indispensable para realizar sus funciones.
Todo esto llevó a que tanto la UNAM y el IPN retiraran a los residentes de distintos hospitales y a pesar de que esto implica un debilitamiento en la atención de los pacientes, ambas casas de estudio retiraron a sus estudiantes por la falta de equipo y de protección y una capacitación adecuada ante la pandemia. Aunque las autoridades han pretendido restarle importancia al hecho, ya se dieron varios de brotes en hospitales en BCN, BCS, Coahuila, CDMX, estado de México y se señala por parte de diversos organismos que la autoridad oculta el número de contagios entre el personal de salud, o sea que maquillan cifras del personal infectado. Esto es gravísimo en la medida que la propagación del virus se potencia. Ante todo esto, el pueblo de México debe solidarse con este grupo de mexicanos que con todas las limitaciones y carencias lucha por salvar a otros mexicanos de las garras de la enfermedad. En ello nos va la vida.
¿Cuál será la respuesta de la autoridad ante este desastre? se puede deducir por la actitud asumida ante los problemas nacionales. Por lo pronto un sector importante del pueblo reclama la aplicación de un programa nacional emergente de entrega de alimentos y vamos a luchar por él, y vamos a elevar la voz para exigir que el gobierno cumpla con sus obligaciones. Con la misma fiereza con que la unidad de inteligencia financiera persigue a supuestos corruptos, con esa misma exigimos que se combata la hambruna que se ceba sobre nuestro pueblo. La entrega de alimentos al pueblo y la entrega de insumos y equipo al personal médico son medidas apremiantes. No resolverlas implicará un costo muy grave para nuestro sufrido pueblo y condenará al basurero de la historia a la cuarta transformación ¿Es eso lo que quieren?
...No hay ropa para este creciente otoño
y menos, menos para el próximo invierno.
Y sin zapatos cómo vamos a dar la vuelta
al mundo, a tanta piedra en los caminos?
Sin mesa dónde vamos a comer,
dónde nos sentaremos si no tenemos silla?
Si es una broma triste, decídanse, señores,
a terminarla pronto,
a hablar en serio ahora.
Después el mar es duro.
Y llueve sangre.
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