En México hay miles de jóvenes que quisieran continuar con sus estudios profesionales, sin embargo, no lo logran, en parte por su situación económica que los pone entre la espada y la pared, entre escoger si seguir estudiando o no. En su mayoría optan por truncarlos y mejor dedicarse a trabajar, para así, ayudar a su familia en el gasto del hogar o en peores escenarios, andar delinquiendo porque nadie los contrata.
Por otro lado, es escalofriante el lugar en el que ubica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a México, muy por debajo del promedio de los 34 países que la conforman, colocándolo en los últimos lugares, por tener la proporción más baja, cuyo promedio es de 37%, donde muestra que sólo el 17% de los jóvenes logran estudiar la universidad.
Con esta realidad se enfrentan los jóvenes, principalmente lo de escasos recursos económicos y quienes a pesar de su situación, han decidido continuar con sus estudios universitarios, a pesar de ser sabedores que se enfrentarán con obstáculos, primero el poder ingresar a una universidad, segundo, una vez aceptados, poder mantenerse y poder correr con los gastos. Dejando de lado la separación del yugo familiar e irse, como dirían, "a probar suerte" a la capital de su estado o a la capital del país, rentando o consiguiendo dónde vivir.
Ante panorama y con la finalidad de apoyar a los jóvenes en su economía, hoy en día existen casas del estudiante en todo el territorio nacional, donde aparte de ofrecer hospedaje, pueden practicar actividades culturales y deportivas, a través de los distintos clubes, actividades que las distinguen de muchas casas, siendo ejemplo de cómo deben de ser los albergues.
Si bien las casas les ofrecen hospedaje, se debe resolver de manera conjunta los gastos derivados de los comedores y los servicios, para que tengan una calidad de vida digna mientras cursan sus estudios. Estos recursos que tendrían que destinar los gobiernos estatales y locales, en alguna proporción, muchas de las veces son inexistentes ya que se amparan en decenas de trámites burocráticos. La alternativa que han encontrado los jóvenes para mejorar las condiciones de su humilde albergue es la colecta económica, donde se le pide a la ciudadanía de su apoyo voluntario y lo recaudado se ocupa para comprar camas, colchones, despensa, lockers o en la mayoría de las veces para su escuela.
Estas acciones no afectan a nadie, porque no se le obliga a la población a cooperar o se le violenta, sino todo lo contrario, se pide amablemente la cooperación para los jóvenes que buscan continuar con sus estudios. Sin embargo, para las autoridades, la actividad que hacen los estudiantes, de colectar públicamente, es motivo de represión y encarcelamientos por los gobiernos en turno que, a través de los cuerpos policiacos, argumentan que se trata de una "falta administrativa" o en el mayor de los casos un "delito", es decir, penado ante la ley, aunque ningún código lo tipifique. Por estas causales, se les han pedido hasta mil 600 pesos por persona o cumplir 13 horas de arresto.
Este tipo de represalias las sufrieron 10 moradores del albergue estudiantil "Hermanos Flores Magón", ubicado en la Ciudad de México, el pasado 11 y 12 de agosto; todos de las características que antes menciono, de bajos recursos económicos y del interior de la República.
Los jóvenes, ocho de ellos estudiantes en universidades como la UNAM, UAM y CUT y dos en preparación para ingresar, se encontraban colectando en la vía pública para su albergue, cuando fueron encarados por elementos de la policía de las delegaciones de Azcapotzalco y Miguel Hidalgo, argumentando que su actividad "era un delito". Los estudiantes, gracias al apoyo decidido de sus compañeros y de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez, lograron detener estas detenciones arbitrarias. Su presencia física frente a los Juzgados Cívicos y la intensa denuncia en redes sociales lograron denunciar esta injusticia y las víctimas fueron puestas en libertad horas después.
Pero este acto de represión vuelve a llamar la atención, ya no en la capital de las "libertades" y la "vanguardia", sino que también en el sureste del país, donde el actuar hermana a los gobiernos de la Ciudad de México y sus delegaciones con el gobierno de Chiapas, ya que se dio un tercer caso. En un uso desmedido de la fuerza pública, se desplegó un operativo que con lujo de violencia buscó detener a moradores de la casa del estudiante "Rosario Castellanos", que al igual que el primer caso de la "Hermanos Flores Magón", se encontraban pidiendo un apoyo a la ciudadanía para su modesto albergue.
Lamentablemente los moradores de ambas casas se toparon con gobiernos insensibles ante el clamor de los jóvenes que lo único que buscan es hacer menos dura su vida, ser hombres y mujeres de bien por la vía de continuar con sus estudios.
Querido lector, la colecta pública que es la solicitud de apoyo voluntario a la población, no es un delito, al igual que no es un delito querer seguir estudiando, ya que una vez que los jóvenes concluyan sus estudios, lo aprendido lo pondrán al servicio del pueblo. Esos que hoy apoyan con una moneda, mañana tendrán un mejor mexicano: noble, respetuoso, solidario y profesionista; por otro lado lo que sí es delito es detener arbitrariamente al estudiantado.
El gobierno en todos sus niveles, municipal, estatal y federal, debe de garantizar la educación para los jóvenes y no reprimirlos arbitrariamente. A los estudiantes que se enfrentaron con este suceso y a sus compañeros que los apoyaron, no me queda más que decirles que su causa es justa y necesaria, que estas arbitrariedades de los gobiernos no hagan que retrocedan en su lucha por sacar adelante sus estudios, que su voluntad no flaquee, que este suceso los vuelva más unidos y aguerridos para que sigamos defendiendo la educación como un verdadero derecho.
Me uno al clamor de justicia y exijo un alto total a la represión de estudiantes humildes que salen a las calles a colectar para su educación y su albergue. El modelo económico que tiene México es el verdadero causante de la pobreza que nos obliga a salir de nuestras comunidades y mientras veamos en él la causa última de la tragedia educativa que vive México, se requerirán no sólo más estudiantes con buenas notas, sino quienes se decidan a luchar para acabar de raíz este mal y no solo con las manifestaciones, como el abuso policial y la represión. Moradores de la "Hermanos Flores Magón" y la FNERRR, sigan haciendo valer su consigna, "por una educación crítica, democrática, científica y popular".
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