MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

A los indiferentes, a los muertos de la historia

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Muchas quejas y reclamos en los últimos meses, señalamientos sin piedad a los errores cometidos por el actual gobierno, la mayoría de ellos completamente justificados por los desaciertos de la tan famosa cuarta transformación. No es tema aquí el enlistarlos dado que ya muchos se han ocupado del tema. La cuestión que interesa es preguntar ¿qué está haciendo la sociedad mexicana?

Me refiero a los que se quedaron sin trabajo por los masivos recortes presupuestales que sufrieron las instituciones públicas, a los deportistas, a los artistas, a los médicos, a los trabajadores del campo, a las amas de casa que se les quitó el programa Prospera y las estancias infantiles, a los estudiantes, a todos aquellos en general que están sufriendo los desaciertos del gobierno, etc. Mucha inconformidad, sí ¿y luego qué?

No son pocos los que han dado el paso de la inconformidad a la toma de acciones, ahí están los miles de estudiantes que desde las seis de la mañana se postran frente a Palacio Nacional para exigir las becas prometidas en campaña, una mejora a la infraestructura de sus centros y la elevación de la calidad educativa que reciben; están los habitantes de colonias populares que salen a manifestarse por obras y servicios de primera necesidad; los campesinos que se ven obligados a abandonar las labores del campo para exigir apoyos indispensables para la producción, etc. Sí, hay quienes han comenzado a moverse, a los que se les reconoce su esfuerzo y coraje, pero no son la mayoría, aún hay un gran número de personas, y peor aun de afectados, que se mantiene inamovible a lo que sucede en el país. Los que se han lanzado a la lucha por mejores condiciones de vida se enfrentan a las puertas cerradas, a la burla, la descalificación y el menosprecio por parte de un gobierno que se autoproclama popular, pero también se enfrentan a la indiferencia y el desprecio de los conformistas, de esos que, aún viendo las carencias de los que tienen a lado, se mantienen insensibles al sufrimiento ajeno, aunque en la mayoría de los casos su situación económica no diste mucho de ellos. A esos, es a los que va dedicado este escrito, una invitación a dejar la apatía y la conchudez a un lado y que comiencen a tomar un papel activo en la toma de decisiones, pero sobre todo en la toma de acciones.

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La protesta popular ha sido el arma decisiva de las masas cuando sus intereses colectivos están siendo amenazados y el renunciar a ésta es un crimen, siempre se debe recordar el alto costo de sangre que le ha costado al país el hacerse de este derecho y el pueblo mexicano debe hacer uso de ella, por supuesto, debe organizarse en un gran frente de defensa que le dé un alto a todo aquel que ponga en peligro los derechos que tanto le han costado, es urgente que todo el pueblo se organice, se eduque políticamente y luche contra las injusticias cometidas a sus iguales. Toda persona estando dispersa, adormilada y temerosa no representa ningún peligro, pero unida a sus iguales, consciente y armada de valor será de sumo cuidado para el que se atreva a ponérsele en frente. He ahí el por qué de la actitud y la política seguida actualmente hacia las organizaciones. Así es, el miedo no anda en burro.

Las grandes transformaciones requieren de grandes hombres, nuestro país a demostrado en su historia el tenerlos y es a ellos a los que invito a levantarse y tomar suya la bandera de una mejor vida para todos, a unirse a los que alzan la voz, a los que se indignan y actúan en consecuencia ante las injusticias cometidas a ellos u otros. En todo movimiento social es necesario la activa participación de su pueblo, ejemplo está la lucha de 1886 en Chicago en donde más de 200,000 mil obreros se fueron a huelga buscando la implementación de la jornada de trabajo de 8 horas diarias. La realidad nacional nos está demostrando que la única solución a los problemas actuales que enfrenta el país es la organización de sus integrantes y la lucha ante los atropellos de los intereses populares. México no necesita a un caudillo aun y este tenga las mejores intenciones, no, México lo que necesita es que las riendas las tome la organización popular consiente, decidida a enfrentar los retos y dificultades que se le presenten. Pero para esto se requiere que nadie se sienta ajeno, que los que han estado hasta este día callados se quitan la mordaza que les ha puesto el conformismo. A esto los invito, a ponernos a la altura que las condiciones piden, a volvernos gigantes.

Querido lector: el que escribe tiene la intención de dejar puesta una postura legítima a una situación concreta, el invitar a tomar partido, algo que la necesidad y no la necedad nos está obligando a hacer.

El título de este texto es una referencia a una de las obras de Gramsci titulada "Odio a los indiferentes", y quisiera compartirles un pequeño párrafo de esta, el cual dice: "...Odio a los indiferentes también porque me molesta su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos por cómo ha desempeñado el papel que la vida le ha dado y le da todos los días, por lo que ha hecho y sobre todo por lo que no ha hecho...".

La vida y nuestros hijos habrán de, como dice Gramsci, juzgarnos por nuestra función en la sociedad, la cual pide desesperadamente una transformación desde sus raíces. La humanidad ha demostrado ser justa, vanagloriando a los hombres y mujeres que levantaron los ojos al cielo y buscaron el alcanzar las estrellas, pero, de igual forma, sepultó en el eterno olvido a los que pudiendo hacer algo se mantuvieron en el silencio y el conformismo.

La historia ha de juzgarnos más temprano que tarde.

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