MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

A 110 a±os del llamado de Madero, los antorchistas hacemos la revoluci¾n

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Este 20 de noviembre, se cumplen 110 a±os del inicio de la Revoluci¾n Mexicana, movimiento armado que se dio en nuestro paÝs y que fue encabezado por el licenciado Francisco I.Madero (1873-1913) y que tuvo la habilidad de saber concentrar y concretar todo el descontento que por a±os y a±os de semiesclavitud estuvo sumergida la clase trabajadora en sus distintas expresiones, desde la clase obrera, minera, campesina y administrativa, que, aunque pocos, esta ·ltima tenÝa algunos beneficios- bajo el fÚrreo mando del General Porfirio DÝaz (1830-1915) y, que a la fecha acumulaba la friolera de 31 a±os como presidente, pero que en los hechos acumulaba 34 a±os ejerciendo el poder, considerando que los 4 a±os que estuvo Manuel Gonzßlez (1833-1893) en la presidencia, fue con la venia y el apoyo de DÝaz.Por cierto, Manuel Gonzßlez, muri¾ en su hacienda, que hoy ocupa la Universidad de Chapingo, la cual ha sido Alma Mßter de magnos hombres, baste mencionar uno, el ingeniero Aquiles C¾rdova Morßn, lÝder y fundador del Movimiento Antorchista Nacional-.

Sin embargo, este no fue el primer conato de lucha armada, ya que el descontento se habÝa manifestado en fechas anteriores y con diferentes expresiones, desde brotes armados como los de: los habitantes de Tom¾chic, en Chihuahua, la guerra del Yaqui, la guerra de los Indios Mayas, asÝ como las huelgas mineras de Cananea, en Sonora y, textileras en Rio Blanco, Veracruz.Hasta la participaci¾n de la prensa escrita, siendo los hermanos Flores Mag¾n sus indiscutibles lÝderes.Porfirio DÝaz habÝa gobernado con todo el poder del Estado, no permitÝa que sus decisiones se discutieran, controlaba los tres poderes y de ellos hacÝa y deshacÝa a su antojo.Su poder era absoluto y parecÝa que su deseo de perpetuarse en Úl, no tendrÝa fin, si no era mßs que con su muerte natural.Nadie osaba intentar sobresalir y con ello opacar un mÝnimo la imagen del presidente, muchos habÝan querido llegar a la silla presidencial, pero los a±os pasaban y el eterno presidente, no daba se±ales de levantarse, hasta aquel dÝa en que otorg¾ una entrevista al periodista americano Creelman en la cual manifestaba su deseo de retirarse y, aseguraba que el paÝs ya se encontraba listo para vivir sin su presencia en la presidencia, sus futuras acciones demostraron que solo era una pantomima, que lejos estaba el deseo de renunciar a lo que Úl, consideraba legÝtimamente suyo.A esta acci¾n surgieron y se fortalecieron grupos antag¾nicos que desde la clandestinidad se organizaban y suspiraban para poder acceder al poder, ya las migajas que el Porfiriato les dejaba, ya no les eran suficientes.Pero estas fuerzas no eran representativas de todo MÚxico, ni de los distintos estratos sociales que conformaban la naci¾n, representaban a los sectores cercanos al gobierno, que deseaban mßs privilegios y mßs poder, solo ellos tenÝan la posibilidad para poder acceder a puestos p·blicos de relativa importancia y ahora, con lo que parecÝa ser el retiro de DÝaz, se abrÝa la puerta para acceder a ellos.

El pueblo trabajador, el creador de las inmensas fortunas formadas a lo largo de a±os de esclavizante trabajo, pagados con salarios de hambre, el mismo que les era despojado en tiendas de rayas para ser reintegrados a sus amos, aquel pueblo que dejaba la vida misma, encorvado bajo el agotante sol, para darle vida a los inmensos campos de labranza, o aquel que terminaba vomitando sus pulmones en los fondos de las minas, agotados y envenenados por los gases emanados de sus entra±as, o bien aquellos que laboraban hasta el desmayo en las fßbricas textileras.A ellos y de ellos nadie se ocupaba.Eran ignorados para recibir cualquier atenci¾n, cualquier cuidado, nacÝan semiesclavos y morÝan asÝ, dejando como herencia, ·nicamente una deuda al patr¾n y que, a su vez, le habÝa sido heredada por sus padres.Prisioneros en sus propias tierras que les habÝan sido arrebatadas por la fuerza de las armas y que ahora se veÝan obligados a trabajar bajo el peso de un lßtigo lacerador.Ciudadanos de a pie, que enga±ados con la promesa de buenos salarios y que los trasladaban en trenes hasta los plantÝos algodoneros de Yucatßn a trabajar y, que nunca regresaron a sus casas, dejando su vida bajo el sol abrazador de la PenÝnsula.De ellos, nadie se acordaba, s¾lo sus deudos, sus viudas y sus huÚrfanos que, condenados a la miseria, al hambre, a la tifoidea, a la viruela, a la influenza espa±ola y a los piojos, y que juntos todos, eran, el lado obscuro, el lado negro del Porfiriat a esos olvidados, s¾lo represi¾n y muerte.

Por eso el llamado a tomar las armas el dÝa 20 de noviembre de 1910, tuvo un amplio eco entre todas aquellas clases sociales antes descritas, ahora la promesa de un cambio de cabeza en el gobierno sonaba prometedora.La idea de que todo serÝa diferente con solo salir DÝaz de la presidencia, era un anhelo y un deseo que contagiaba a las clases mßs empobrecidas.No fue difÝcil convencerlos, el llamado a las armas fue masivo, nadie se querÝa quedar fuera, y rßpidamente siguieron, unos hasta el triunfo y otros hasta la muerte a sus lÝderes mßs notorios como fueron Villa y Zapata, su participaci¾n fue decisiva, fueron determinantes en el curso y resultado de la lucha armada, sin ellos, nada hubiera cambiado, sin ellos no hubiera habido Revoluci¾n.

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Pero ¿QuÚ beneficios obtuvieron las clases mßs humildes que participaron como tropa? ¿QuÚ fue de los "Juanes", quÚ pas¾ con las "Soldaderas", "Adelitas" y, ¿quÚ fue de los "Pelones"? para ellos nada, los sobrevivientes, regresaron a sus tierras a vivir casi lo mismo.Entonces, ¿QuiÚn se benefici¾ y a quiÚn sirvi¾ la Revoluci¾n Mexicana?

La respuesta es tan terrible como la realidad, s¾lo sirvi¾ para quitar a la cabeza, pero el establishment qued¾ intacto.Las fuerzas en el poder se reacomodaron, los actores polÝticos, chaquetearon y dieron maromas donde tenÝan el cuidado de caer siempre parados, los poderes internos quedaron tal cual.Algunos se retiraron a la vida privada, otros viajaron a Paris y algunos pocos mßs, decidieron dar la lucha.Ahora una nueva clase polÝtica marcaba el derrotero del paÝs.Llegaron los generalotes, a decretar desde Palacio Nacional, que los cambios no eran lo suyo, que sacaron a DÝaz para instalarse ellos en el poder y enriquecerse y no para transformar de raÝz la problemßtica social.Ahora sus hijos y sus nietos, ocupan los puestos mßs importantes del ejercicio de gobierno, de ellos naci¾ una nueva casta de gobernadores, diputados, senadores, secretarios, jueces, litigantes, proveedores, contratistas, banqueros y un sinfÝn mßs de nuevos amos de la peonada. La promulgaci¾n de la Constituci¾n Mexicana el 5 de febrero de 1917 y que reemplaz¾ a la de 1857, serß acaso el ·nico legado que dejaron los nuevos amos y que al paso de los a±os ha sido letra muerta para defender al pueblo.Los constantes cambios que ha sufrido, no han servido para beneficiar al pueblo, sino para beneficiarse de ellos.Es por eso muy importante revisar el pasado, para enmendar el presente y prevenir el futuro.Hoy, de todas las diferentes expresiones polÝticas, surge una que, desde sus inicios, hace ya 46 a±os, ha demostrado que la mejor manera de que haya un equilibrio en las clases sociales, es a travÚs de 4 puntos muy sencillos: 1.- La creaci¾n masiva de empleos.Que todos aquellos que estÚn en edad de trabajar puedan hacerlo.2.- Salarios mßs equitativos y acordes a la realidad econ¾mica actual.3.- Que paguen mßs impuestos, los que mßs ganan.4.- Reorientaci¾n del gasto p·blico.Que se haga obra p·blica.Estos sencillos pasos, los plantea el Movimiento Antorchista Nacional y es una forma sencilla, pero progresiva de hacer y mantener la lucha revolucionaria.

La revoluci¾n no ha concluido, la revoluci¾n la hemos retomado y la hacemos a diario mßs de dos y medio millones de antorchistas por todo el paÝs, llevando los postulados de nuestro lÝder moral, el maestro Aquiles C¾rdoba, y para poder triunfar e instaurarla, necesitaremos acceder al poder polÝtico.Solo asÝ veremos plasmados los sue±os de todos aquellos humillados y ofendidos por un sistema represor y persecutor.Claro nos ha quedado que no son suficientes las peticiones, hay que reforzarlas con acciones y solo siendo gobierno lo haremos.Es aquÝ y ahora cuando el llamado, se hace a los nuevos Juanes y las nuevas Adelitas, a no descansar, a no rendirse, a luchar hasta el cansancio al igual que lo hizo la "peonada" durante esos aciagos a±os. ¡Viva MÚxico! y ¡Vivan los nuevos revolucionarios mexicanos!

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