Según datos relativos a la generación de empleo en México, vertidos por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), durante el segundo trimestre de 2022, la tasa de desocupación disminuyó en un punto porcentual, al pasar de 4.2 a 3.2 por ciento, en comparación al mismo periodo del 2021 y por primera vez, menor al reportado para el cierre de 2019, antes del impacto de la pandemia, que fue de 3.4 por ciento.
Sin embargo, el dato sobre el incremento de la población ocupada se ve ensombrecido por otra estadística importante que arroja la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), que indica que, entre abril y junio de este año, se crearon 1.3 millones de trabajos y que de éstos, el 77 por ciento fueron en el sector informal, es decir, por cada empleo formal que se creó, otras tres plazas se abrieron en la economía informal; la tasa de informalidad laboral subió a 55.7 por ciento de la población ocupada, 985 mil personas más, y quienes laboran sin contrato, sin prestaciones y sin acceso a seguridad social sumaron 32 millones de trabajadores, la cifra trimestral más alta de la que se tiene registro.
Además, la brecha laboral, la estimación más amplia del déficit de empleo en el mercado, que incluye a los desocupados, a los inactivos disponibles y a los subocupados, es de 21.7 por ciento, por encima del dato registrado en 2019, que fue 19.5 por ciento, hecho que indica que 14.3 millones de personas en el país tienen necesidad de empleo.
Las mismas estadísticas de la ENOE, revelaron que Yucatán, junto con Michoacán, es la tercera entidad, con menor desempleo del país, al registrar una tasa de desocupación de 1.7 por ciento, apenas menor a la de Oaxaca y Guerrero; también, el indicador de Pobreza Laboral, manifestó que el Estado ocupó la tercera posición con mayor incremento en el ingreso laboral. Todo esto estaría bien, si la población ocupada gozara de los beneficios que reporta el empleo formal y bien remunerado, pero, trágicamente, como ocurre en el resto del país, un importante segmento de la población se ocupa en la informalidad dada la escasez de empleos formales que les proporcione seguridad social y prestaciones de ley.
Por eso, a pesar de que Yucatán cuenta con altas tasas de ocupación, hay que decir que seis de cada 10 yucatecos, 742 mil 990, se emplean en el sector informal o en una empresa de la que no recibe prestaciones; situación que, aunada al incremento de los precios de los productos de primera necesidad, que para la primera quincena de agosto registraron un incremento de 0.42 por ciento respecto a la quincena anterior, debido a que la inflación se disparó a 8. 62 por ciento, agrava las condiciones de vida de los yucatecos
Llama también la atención de que en Mérida, donde se concentran la mayoría de las industrias, empresas y comercio, la tasa de desocupación fue mayor a la del Estado, con 2.2 por ciento que se materializa en 13 mil 729 personas sin empleo y el 49.7 por ciento, uno de cada dos trabajadores, poco más de 164 mil, trabajan en el sector informal y la informalidad laboral.
Así pues, los datos halagüeños de que la tasa de ocupación se incrementa y de que las condiciones de vida de los trabajadores yucatecos y la de sus familias mejorarán, es algo que está lejos de ser cierto. La gente se ocupa en la informalidad y en lo que le ofrecen, como mero instinto de supervivencia, como una forma de no perecer, precisamente porque no es el Estado y quienes lo dirigen, los preocupados por el bienestar de los ciudadanos como es su obligación.
Prueba de ello, es que los resultados de la Encuesta Nacional sobre Salud y Nutrición (Ensanut) 2021, dicen que el Estado ocupa el primer lugar en la Península con más población en “inseguridad alimentaria” y que la falta de alimentación nutritiva y de calidad afecta a 575 mil 373 yucatecos, ya que el impacto negativo provocado por la pandemia de covid-19 en la economía, ha hecho que la vida de los trabajadores en general se deteriore, amenazando la subsistencia de los grupos más vulnerables, como la población en pobreza y marginación, que en la entidad suman un millón 156 mil 900.
Por tanto, el crecimiento de la tasa de ocupación, fundamentalmente en la informalidad, lejos de adormecer la conciencia del pueblo trabajador, lo debe mantener alerta; debe aspirar a tener un empleo bien remunerado, que satisfaga cabalmente sus necesidades, hacer efectivo su derecho al trabajo que es violentado una y otra vez, por quienes tienen la obligación de hacerlo o vigilar que esto se haga realidad.
El Movimiento Antorchista llama a todos los menesterosos, a unirnos, organizarnos y luchar para combatir la pobreza y desigualdad que lacera la vida de más de 80 millones de mexicanos y a la mitad de la población yucateca y a que como un solo hombre, exijamos a los tres niveles de gobierno un accionar encaminado a hacer más humanas las condiciones de vida de todos los mexicanos.
Para lograr este propósito, Antorcha propone la implementación de cuatro medidas como ejes rectores: 1) Creación de empleos suficientes para toda la población en edad de trabajar y que quiera hacerlo, 2) Empleos bien remunerados, 3) Implementación de una política fiscal progresiva, en donde el pago de impuestos sea acorde a los ingresos percibidos y 4) Reorientación del gasto social que realiza el Estado, aplicándose preferentemente en obras y servicios indispensables para mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras: vivienda, salud, educación, servicios básicos.
Urge que los mexicanos entendamos que no basta el discurso en favor de los más pobres, que se necesitan acciones contundentes que aligeren la carga depositada sobre las espaldas del pueblo trabajador y eso, no lo harán los gobernantes que se encuentran más preocupados por escalar un peldaño más en su carrera política en las elecciones venideras, que en gobernar en bien de quienes los eligieron; tampoco lo harán aquellos que dan prioridad a sus obras de relumbrón y buscan mantenerse en el poder a costa del bienestar y de la vida de los mexicanos.
Las verdaderas acciones de cambio, nacerán del pueblo organizado y educado; por tanto, es tarea del pueblo yucateco, tomar en sus manos la honrosa responsabilidad de transformar su entorno social en beneficio de todos los ciudadanos de la entidad, para construir una sociedad más humana y generosa para todos los que han carecido hasta de lo indispensable.
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