MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Wenceslao Victoria Soto. In Memoriam

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Como consecuencia de una operación del corazón mal hecha, el sábado 13 de 1991, a las ocho de la mañana, dejó de existir el joven biólogo Wenceslao Victoria Soto, principal dirigente del Comité Estatal del Movimiento Antorchista en el estado de Michoacán, Presidente de la Comisión Nacional Popular de dicho movimiento y miembro de su Dirección Nacional.

Wenceslao Victoria nació en Milpillas, municipio de Cuatepec de Morelos, estado de Michoacán, un 28 de septiembre de 1952. Hijo de padres humildes (él obrero, ella ama de casa) la batalla comenzó desde el momento mismo en que intentó cursar la escuela primaria. Terminada ésta, con muchos sacrificios por parte de la familia, vino el problema de cursar la escuela secundaria y luego la educación preparatoria que, después de fallido intento (por falta de recursos) en el Tecnológico Regional de Morelia, logra culminar en la ciudad de Zitácuaro. Finalmente, y con grandes esfuerzos por su parte (trabajó todo el tiempo para poderse costear sus estudios), Wenceslao logra terminar su carrera de Biólogo en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, cosa que ocurrió en los años que van de 1974 a 1978.

Desde estudiante, Wenceslao Victoria mostró claramente sus inclinaciones sociales. Alumno destacado, no desdeñó jamás los problemas que enfrentaba su escuela. Los conoció, los estudió y, en ocasión propicia, les hizo frente poniéndose a la cabeza del movimiento estudiantil que tuvo lugar en la propia escuela de Biología donde estudiaba, en el año lectivo 19771978.

Terminados sus estudios, Wenceslao Victoria no se apartó de la lucha social. Profesor por horas de la Preparatoria No. 4 “Issac Arriaga” de la propia Universidad Michoacana, dedicó sus modestos ingresos y todo su tiempo libre a organizar a los colonos pobres de la ciudad y a dirigir sus luchas, entonces incipientes, por conquistar los servicios elementales que les eran indispensables para una vida digna. En esta lucha, que libró íntegra desde las filas del Movimiento Antorchista al cual ingresó en el año de 1976, siendo aún estudiante de la Escuela de Biología, Wenceslao Victoria logró éxitos verdaderamente apreciables. Vayan como prueba de lo aquí dicho, los siguientes datos.

En un período de escasos 5 años, de 1976 a 1989, logra fundar (en unos casos, y organizar en otros) un total de 16 colonias en la propia ciudad de Morelia o en sus inmediaciones. En todas ellas, sin excepción, desarrolló el movimiento organizativo interno y, a través de él, la lucha para la consecución de los servicios más importantes. Así, por ejemplo, en la colonia Tierra y Libertad, de Morelia, logra, junto con los propios colonos organizados, lo siguiente: terrenos y escrituración, agua potable, luz, drenaje, kinder y escuela primaria, el inicio de una unidad deportiva que hoy cuenta ya con cinco canchas de básquetbol, una lechería, un consultorio médico, un desayunador para niños, pavimentación de calles, así como las respectivas banquetas y guarniciones. En la colonia Ampliación Tierra y Libertad logra conseguir los terrenos para la fundación de la propia colonia y, en seguida, agua, luz, drenaje, kinder y escuela primaria, apertura y pavimentación del acceso, consultorio médico, pavimentación de calles y créditos para el mejoramiento de la vivienda y de la propia colonia.

La enumeración, casi idéntica en todos los casos, de los logros impulsados por la voluntad de la lucha de Wenceslao Victoria y por su absoluta y leal entrega a las causas populares, podría continuarse, sin ninguna exageración, colonia por colonia, hasta completar dieciséis. Como es fácil darse cuenta, esto bastaría para hacer de cualquier vida una vida digna del reconocimiento y del respeto de sus semejantes. Pero la actividad de Wenceslao no se limitó a eso. Fundó, dirigió y orientó, durante varios años, las Casas del Estudiante Espartaco y José Martí de Morelia y Uruapan, Michoacán; dirigió, durante varios años también, el frente campesino del Movimiento Antorchista en el mismo estado, participó activamente en la Comisión Nacional Popular de la Dirección Nacional Antorchista, responsable de supervisar y dirigir el frente popular de dicho movimiento en todo el país, llegando finalmente a conquistar al puesto de Presidente de dicho organismo y, por último, participó como el mejor, en todos los duros trabajos de análisis y conducción de la propia Dirección Nacional.

Pero no sólo en su capacidad de trabajo práctico estaba el valer de Wenceslao como luchador social. Como dirigente teórico dejó también una profunda huella y una valiosa herencia entre todos sus compañeros. Ante el derrumbe del socialismo en los países de Europa Central y Oriental, por ejemplo, él nunca perdió su fe en el socialismo y en las mejores causas de la humanidad. Sostenía que puesto que el movimiento reinvindicatoria de las grandes masas de oprimidos y explotados del mundo, a lo largo de toda su historia, no había surgido con Marx ni, por tanto, era patrimonio exclusivo de este gran filósofo y economista, tampoco tenía por qué terminarse con la aparente o real derrota del marxismo. La lucha revolucionaria de las grandes masas explotadas del mundo, decía Wenceslao, se inició prácticamente con los primeros filósofos dignos de tal nombre, los filósofos milesios, que establecieron por primera vez la primacía de la materia sobre el espíritu; se continúo con los primeros dialécticos, Heráclito de Efeso, Demócrito de  Abdera y Epicuro, siguió con los primeros creadores de las grandes utopías, Moro y Campanella y, más tarde, Owen, Fourier y Saint Simón, estuvo presente en el espíritu de la Revolución Francesa a través de La Mettrie, Diderot, Meslier, Morelli y Mably, y llegó, finalmente, a Marx y Engels que, desde este punto de vista, no fueron otra cosa que los grandes recopiladores y sintetizadores de todo el pensamiento revolucionario anterior a ellos.

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Pero la causa fundamental de todos esos esfuerzos, decía Wenceslao, la desigualdad, la injusticia, la explotación de la mayoría por una minoría privilegiada, sigue vigente, y por ello, la lucha no puede ni debe terminarse, cualesquiera que sean los rumbos y las enmiendas que haya que adoptar para el futuro.

Para alimentar su optimismo inagotable Wenceslao solía citar la frase de Skovodora, el filósofo ucraniano: “La verdadera felicidad no es egoísta y cuantos más sean los participantes en ella será más dulce y efectiva”.


 

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