MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Vienen elecciones, campañas y nuevas promesas

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Adelantaba en una entrevista radiofónica que los hidalguenses vivimos procesos electorales prácticamente cada año: en el 2020 tuvimos elecciones para renovar presidencias municipales, en el 2021 para elegir las Cámaras de Diputados, local y federal, y este año, el próximo 5 de junio, para  el cambio de gobernador. Es decir, cada año se gastan miles de pesos en campañas, propaganda y, lo que es peor, en compra de consciencias, en compra del voto; en varias comunidades se espera a las campañas para que sea atendido algún asunto prioritario, de menor monta, problema que, obviamente, no resolvieron las autoridades en turno. Con las campañas vienen las promesas, casi las mismas que por décadas se han repetido en cada municipio, en cada pueblo y colonia y también llega, nuevamente, la decepción y el desengaño; igualmente la resistencia de muchos a admitir que “nos volvieron a engañar” y el humano sentimiento que trata de justificar por qué no se ha cumplido lo prometido.

Por ejemplo, si hablamos de las promesas del candidato López Obrador y sus acciones hoy como presidente de México, no faltan quien diga: “él no dijo que bajaría el precio de gasolina a 10 pesos por litro”, cuando existen videos que denuncian que así lo prometió; o bien, ¿cómo quieren que termine con 90 años de corrupción solamente en tres que lleva de su gobierno?, y tratan de echarle tierra, como los gatos, a sus inmundicias, cuando al lado de AMLO aparecen decenas de funcionarios corruptos y, cuando, tanto sus dependencias federales como sus familiares han duplicado los niveles de corrupción. Igualmente, si hablamos de que la economía está por los suelos y el precio de la canasta básica por las nubes, o bien que el desempleo es mayor actualmente y que en los últimos tres años sumó cerca de 4 millones de pobres; que 15 millones de mexicanos se quedaron fuera de cualquier institución de salud, es decir, sin derecho a la salud, y que llevamos alrededor de 600 mil muertos por Covid-19; que el sistema educativo es un desastre y que está peor que antes; que las libertades se restringen y el autoritarismo aumenta, etc., etc. Pero los que se niegan a ver su realidad, dicen que todo es causa de la pandemia, no de lo inútil y corrupto del actual gobierno, ya que a un importante número de mexicanos se les ha puesto, como dijo Moliere, “… en el punto de verlo todo y no creer nada”.

Y si hablamos de las promesas del candidato Omar Fayad Meneses, la historia no es muy distinta, solamente tiene a su favor que el daño y los incumplimientos se restringen a un estado y a alrededor de 3 millones de mexicanos. Pero los que esperaron que sus caminos se pavimentaran, como fue la promesa para los habitantes de la región Otomí-Tepehua, están no solamente decepcionados, sino indignados, pues hoy todas sus carreteras y caminos están peor, intransitables y, por lo tanto, las poblaciones hundidas en un subdesarrollo terrible, desgarrador. Igualmente, los habitantes de la Sierra Alta y la Huasteca, se quedaron esperando la construcción de la vía, de al menos tres carriles, que comunicaría Pachuca con la capital de las huastecas, Huejutla. Asimismo, a miles de comunidades hidalguenses no llegó ni una sola obra social; siguen sin agua, sin luz, sin drenaje, es decir, en el completo abandono gubernamental. En este sexenio que está por concluir creció en casi 100 mil el número de pobres; el número de personas sin acceso a los servicios de salud aumentó en casi 400 mil, hoy uno de cada tres hidalguenses no tiene manera de curarse si enferma.

Creció el número de hidalguenses sin seguridad social: ahora, siete de cada 10 no tienen derecho a la seguridad social. Creció la pobreza laboral y el número de hogares sin suficiente alimento: en 2020, en 522 mil hogares hidalguenses no pudieron satisfacer, aunque sea medianamente, las necesidades alimentarias y en 114 mil familias alguno de sus integrantes comió solo una vez al día. Todos los males crecieron para la mayoría de los hidalguenses, y también creció la desatención, la arbitrariedad gubernamental y la violación permanente a los derechos humanos y a las leyes que nos rigen.

También con las campañas aparecen, como los hongos con la lluvia, decenas de “Fundaciones humanitarias” u organizaciones no gubernamentales que se dedican a hacer “obras de caridad” en las regiones más pobres del estado o en las colonias populares de las distintas ciudades, ya sea con jornadas médicas (ya vimos qué grande es el número de ciudadanos sin derecho a la salud), regalando despensas, huevo, leche, herramientas para el trabajo del campo, zapatos escolares, etc., con tal de ir posicionándose en el ánimo de los ciudadanos para, llegado el momento, simplemente, jalar el voto, que al final lo “invertido” en esos apoyos, ya se recuperará cuando se alcance el  triunfo, pero sobre todo durante el tiempo de la administración; pasado el proceso electoral se desaparecen dichas fundaciones u organizaciones, pero “ya regresarán con mejores propósitos” para la próxima…  

Asimismo, las elecciones, sus campañas traen divisiones dentro de las comunidades, aunque ninguno de los bandos gane absolutamente nada o cuando mucho algunas migajas, pero “defienden la camiseta” del que les prometió “apoyos” o simplemente fue beneficiado con algunas monedas de los poderosos partidos o sus candidatos, recursos que generalmente son del mismo pueblo, pero que los hacen ver, como si fueran de su bolsillo y producto del sudor de su frente. En fin, vienen las elecciones, las campañas y nuevas promesas. Y la situación no ha de cambiar si no logramos cambiar las consciencias de los mexicanos, que entendamos que combatir la pobreza, el atraso y marginación de los pueblos y elevar el nivel educativo de la población no es prioridad de los poderosos de nuestra nación, pues sin pobres no hay ricos; pero tampoco botín político electoral al que se pueda comprar su voto con una despensa o con una simple promesa. Vivimos tiempos de fraude, de engaños, de mentiras e impostores, y necesitamos almas grandes e inteligentes para desentrañar todo lo falso. Y por el momento ¿qué hacer, que posición tomar? Nos leemos en próximas colaboraciones.

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