"Hay una revolución en marcha, la encabeza Antorcha en todo el país. Y no hablo de revolución de balazos, la gente cree que revolución son balazos: yo no; yo creo que revolución es cambiar lo viejo desde la raíz por algo nuevo y superior y eso se puede hacer con cultura, con sabiduría, con inteligencia y con votos, no necesitamos balazos". Me he permitido reproducir aquí este fragmento –y otros que incluiré más adelante- del discurso del Maestro Aquiles Córdova Morán, pronunciado en Ixtapaluca el pasado domingo 19 de junio, porque me parece muy importante que lo conozcan quienes tienen acceso a los medios de comunicación que me hacen el favor de publicar mis trabajos, son muchos quienes se interesan por esos medios, no tantos los que reparan en mis artículos, pero no importa, los antorchistas estamos hechos para ganar simpatías y respaldo al uno por uno y, si hay sólo un mexicano o una mexicana que se interese por el pensamiento, por la persona del Maestro Aquiles Córdova Morán y por su ejército de antorchistas, el esfuerzo habrá valido la pena.
El discurso al que me refiero fue pronunciado ante no menos de 80 mil personas a eso de las 9 y media de la mañana y ello, para quien lo piense un poco, lo hace ya digno de tomar en cuenta ¿Cómo se le hace para que 80 mil mexicanos madruguen, se alisten, carguen con sus hijos, se trasladen, se sienten expuestos al sol de la mañana, esperen un rato a que lleguen todos los demás y escuchen con atención, siguiendo las ideas expuestas, a veces no tan obvias ni sencillas, durante casi dos horas? ¿Pagando? ¿Repartiendo tortas y refrescos? No me hagan reír porque, aunque no es época de frío, tengo los labios partidos. Si fuera cosa de dinero para pagar asistentes, habría miles de candidatos en campaña, miles de políticos que aspiran a un nuevo puesto que reunirían mucho más de 80 mil personas cada jueves y domingo; bueno, acepto sin conceder que los reunirían, pero que les atendieran lo que dicen, casi con reverencia, colgados de sus palabras, sin perder detalle, eso ya lo veo mucho más difícil, imposible, me inclino a pensar incluso en una monumental silbatina.
¿Qué es pues lo que logra esa magia social? La profunda convicción en un proyecto de transformación de la realidad en beneficio de ellos, de las grandes mayorías que son, precisamente, quienes asistieron al histórico mitin de Ixtapaluca. ¿Y cómo se le hace para que las multitudes crean y sientan suyo un proyecto social? ¿Con discursos muy elocuentes? ¿Con prensa? ¿Con televisión? ¿Con promesas? Pero si de todo eso ya está harto el pueblo de México, de campañas de propaganda y de promesas ya no halla la puerta y, por tanto, no se concentra, no acude y no atiende a los beneficiarios de las campañas de medios y a los artistas de la promesa. En Antorcha, en Ixtapaluca está sucediendo algo muy diferente, sólo como ejemplo, como buen ejemplo nacional, en Ixtapaluca se celebró la friolera de 30 años de hechos, de realizaciones, más intensas y generalizadas todavía, desde que Antorcha, en la persona de la compañera Maricela Serrano, ganó la presidencia municipal hace cuatro años.
"Porque todos los días, con este trabajo por el pueblo –dijo también el Maestro Aquiles Córdova- con la entrega a las mejores causas del pueblo, haciendo jardines, canchas, albercas, escuelas, fuentes danzarinas y lo que quieran, el hombre de Ixtapaluca se está haciendo más humano, está adquiriendo otro modo de ver la vida y otro modo de ver a sus hermanos de dolor y de pobreza, está aprendiendo a querer a sus semejantes, a amar a sus semejantes como a ellos mismos y está aprendiendo a quitarse lo que tiene para dárselo al que lo necesita, por eso el ixtapaluquense está cambiando su alma también".
Solicito atentamente al lector que registre que el orador está hablando de hechos, de logros contantes y sonantes, algunos de ellos asombrosos, que note, también, que se trata de obras y servicios para el pueblo y no para las zonas en las habitan los privilegiados que ya disfrutan de ellos, se trata de aseveraciones tales que, si fueran falsas, le atraerían la burla generalizada de los asistentes pues ahí estaba la gente que vive en Ixtapaluca, los testigos insobornables pero, sobre todo, pido que el lector no pierda de vista que el Maestro se atreve a sostener que los ixtapaluquenses están aprendiendo a amar a sus semejantes como a ellos mismos, que les está cambiando el alma. Muy atrevido ¿no? Sí, sin duda, pero estrictamente cierto. Las circunstancias materiales en las que se vive y se desarrolla el hombre, determinan, en última instancia, la conciencia social y, también, la conciencia individual y, sobre ello y siguiendo la enseñanza sabia de un líder portentoso, educar pacientemente.
"Hemos avanzado mucho –reconoció el Maestro Aquiles- pero la pobreza ha avanzado más que nosotros". Si alguien pensaba que con lo dicho antes, el orador iba a ser triunfalista, se equivocó de medio a medio. La pobreza nos está derrotando, en consecuencia, tenemos que avanzar más de prisa, tenemos que derrotarla en toda la línea implantando, uno: trabajo para todos; dos: aumento del salario; tres: gasto del gobierno en beneficio del pueblo y, cuatro: una política fiscal progresiva, que pague más el que más gana. Si queremos un país diferente, más justo y equitativo tenemos que impulsar políticas que promuevan la redistribución del ingreso nacional, crecer no basta, generar más riqueza no basta, hay que redistribuirla entre todos los que la crean.
¿Y por qué no difunden más lo que hacen? Nos han dicho algunas gentes. No lo difundimos más –respondemos- porque no somos dueños de los grandes medios de comunicación, hacemos todo lo que podemos con lo poco que tenemos, como por ejemplo, con algunas publicaciones impresas y con un modesto portal de internet (www.movimientoantorchista.org.mx) al que cada rato atacan hackers bien apadrinados y, por supuesto, bien equipados, pero que cuenta con jóvenes inteligentes y entusiastas bien dirigidos y que también están aprendiendo a "amar a sus semejantes como a ellos mismos"; quedo agradecido con su reportaje de los 30 años de Ixtapaluca, con el testimonio del hombre que pasa al mitin y sin pensarlo nada, le dice a la cámara: "soy antorchista de corazón".
La revolución en marcha en Ixtapaluca tiene una dirigente laboriosa como pocos, un cerebro que crea y organiza, que pone el ejemplo, que anima y resiste, la compañera de siempre, Maricela Serrano Hernández. Su entereza es ejemplo para todos los antorchistas y para todos los mexicanos. Su señor padre fue secuestrado hace poco más de dos años, y no por dinero, porque Don Manuel Serrano Vallejo no tenía fortuna, nunca la tuvo, vivió siempre de una tijera de alambres con periódicos y revistas que vendía en Tultitlán y, prueba de ello es que, luego de una o dos llamadas de fingimiento, los secuestradores nunca volvieron a insistir. Las autoridades nunca han asegurado haber encontrado sus restos, el cuerpo de Don Manuel Serrano desapareció para siempre, su recuerdo vive eternamente en el corazón de cientos de miles de mexicanos, su hija se quedó a luchar con nosotros y su determinación antorchista es ejemplo para todos los que presumimos de ser sus compañeros. La revolución, pues, está en marcha, sus líderes están ahí, los mexicanos que la impulsan también están ahí, habrá un México justo para todos, no tendrá que vivir mucho el que lo vea.
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