Estamos por cumplir un año, de que la alarma por la emergencia sanitaria fuera sonada. Recordemos que fue en enero del presente año, cuando se declaró una epidemia en la ciudad de Wuhan, Hubei, China y fue el 11 de marzo cuando la Organización Mundial De La Salud (OMS) declaró la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, que ya arrasó con 1.6 millones de vidas y ha contagiado según la misma OMS a 75.4 millones de personas en el mundo.
Las cifras de covid-19 o SARS-CoV-2 en México van en aumento y son escalofriantes. Para mediados del mes de diciembre, el país registraba un millón 280 mil casos de contagios, solamente de los ciudadanos que se han realizado la prueba y más 116 mil muertos. Por otro lado, se sabe que el país más afectado es Estados Unidos, con más de 17.3 millones de contagios y más de 312 mil fallecimientos, seguido de India, que supera ya los 9.9 millones de casos y las 144 mil muertes, y de Brasil, que rebasa los 7.1 millones de diagnosticados y acumula más de 184 mil decesos. Rusia suma más de 2.7 millones de contagios y Francia supera los 2.4. Por detrás, con más de 1.9 millones, se sitúan Turquía, el Reino Unido e Italia, mientras que España contabiliza más de 1.7 millones. En Europa, superan también el millón de casos Alemania y Polonia. En el resto del mundo también rebasan esa cifra Argentina, Colombia, Irán y tristemente México no es la excepción.
Para ser precisos, México ocupa el cuarto lugar de muertes en el mundo, hemos superado el millón de contagios y no se ve por parte del gobierno federal que se haga algo al respecto para abatir dichas cifras o por lo menos aminorarlas.
A inicios de esta contingencia, cuando las instituciones sanitarias llamaron al mundo entero a seguir el protocolo de sanidad como: el uso de cubre bocas, lavado de manos constante, sana distancia, uso de gel antibacterial, además del enclaustramiento, recuerdo bien que nuestro mandatario, el Licenciado Andrés Manuel López Obrador inició una gira, la "Gira de Agradecimiento” por varias entidades del país e hizo caso omiso del llamado, esto lo pudimos notar en una polémica fotografía donde está con dos funcionarios y el gobernador de Puebla, entre otros eventos que tampoco se le notó cumpliendo las medidas mínimas.
Pues este hecho provocó, por lo menos en sus seguidores, una incredibilidad de que se tuviera una enfermedad tan peligrosa por su efecto mortal en los organismos vulnerables que provoca la covid. Así pues, se han visto cada vez más contagios, muchos de estos, tienen su raíz en la actitud irresponsable del presidente. Después de esto, vino el llamado a reactivar la economía, la invitación a salir de nuestros hogares y perderle miedo a la enfermedad. Una decisión errada, también orquestada por el presidente, la cual nos hizo avanzar exponencialmente con el número de contagios y dejó ver dos cosas que en su momento fueron analizadas. La primera, fue que ya se veía venir el golpe de la crisis. Cosa que nuestro endeble gobierno no podía soportar, entonces necesitaba de la circulación de la gente en fábricas, restaurantes y demás establecimientos para no colapsar. No se apoyó a las empresas y por consecuencia algunas cerraron, mucha gente ha perdido su trabajo y con ello la posibilidad de comprar alimentos. Otras empresas siguieron laborando a pesar del riesgo que implica. La otra es que, al quedarnos en casa, el gobierno necesita resolver el problema de la alimentación y por lo menos un salario básico para poder sobrevivir el encierro, pero a diez meses de la pandemia el pueblo mexicano tiene menos esperanzas de que se le apoye por parte del gobierno federal. Nada se ha dicho, ningún programa de alimentación o una reducción en los impuestos, ni se diga algo de la atención sanitaria, pues nos consta que el sistema de salud en México está agotado.
Los mexicanos pues, estamos pagando caro, las decisiones del presidente y vemos claramente su falta de compromiso con los enfermos que no tienen dónde atenderse, con los jefes de familia que se han quedado sin empleo o con aquellos que, sí lo tienen, pero que su salario es tan raquítico que no alcanza para la canasta básica.
Para estas fechas en que se debería seguir más estrictamente los cuidados para no contagiarse, el presidente a través de la famosa mañanera, nos receta un decálogo donde básicamente se dice que se tomen las medidas de sanidad, sin embargo, las deja al libre albedrio, además de que hay cosas que no se pueden cumplir y que el presidente no tomó en cuenta, muestra clara de su despreocupación. Ejemplo: el punto siete, indica que se realicen la prueba en caso de tener síntomas, pero no se analiza quiénes cuentan con los recursos para aplicársela, ya que ésta tiene un costo muy por arriba de lo que gana un trabajador con salario mínimo. Otro punto que merece crítica es el ocho, el cual indica acudir al médico, clínica, centro de salud u hospital más cercano, dando por hecho que quien se encuentre en riesgo será inmediatamente atendido, pero esto no es así, ya que hay comunidades donde no se cuenta con hospitales y en aquellos lugares donde sí hay, no atienden a enfermos de Covid, más bien los canalizan a los hospitales de las ciudades, pero tampoco en estos se cuenta con el equipo necesario para la atención inmediata.
Este decálogo, está desfasado en buena medida con la realidad. Para poder abatir la pandemia en México se necesitan medidas contundentes, las cuales garanticen que la pandemia cese. Hay países como China, que fue el que reportó el primer caso de la covid-19 en diciembre pasado, donde los nuevos casos se han reducido notablemente, por lo que el país, está dando una lección al resto del mundo sobre cómo contener el virus. La gran lección es la importancia de tener un sistema de salud pública muy sólido y un gobierno a la altura de problemas de esta magnitud.
Aquí en México, le corresponde al gobierno modificar el sistema de salud, a la par de ayudar a las familias con alimentación para que podamos aislarnos sin preocupaciones, aplicar las pruebas masivas para detectar quiénes están infectados y resguardarlos, además de brindarles un tratamiento que ayude a aliviar los síntomas, y finalmente al presidente le hace falta ser un líder responsable, que use su popularidad para hacerle entender al resto de la población la seriedad del problema y mediante un plan serio, empezar a combatir esta pandemia. De lo contrario, las vidas que se pierden cada minuto serán únicamente su responsabilidad.
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