MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Un vistazo al pasado para engrandecer el futuro 

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Fue Verdi, el gran músico italiano quien dijo: “Retorna a lo antiguo y serás moderno”, frase con la que hizo alusión a que las grandes ideas de los grandes hombres jamás mueren y que, en más de una ocasión, se hace sumamente necesario voltear a verlas para entender su vigencia en la actualidad y su importancia.

El voltear la vista, en ocasiones, nos da la certeza de saber si estamos en el rumbo correcto o no. Sin embargo, hay también una utilidad aún más grande, el voltear la vista para saber qué tan grande hemos sido y cómo podemos volver a serlo. En esta ocasión, durante la segunda emisión virtual de la Espartaqueada Cultural que organiza el Movimiento Antorchista, nos hemos conmovido con la participación de hombres, mujeres y niños del pueblo que han reivindicado, sin duda, la voz comunitaria.

El voltear la vista y recordar que hubo grandes hombres, como Joaquín Pardavé, por ejemplo, gran músico guanajuatense quien le dio sentido, corazón y un ritmo particular a la música mexicana con sus obras; que existió también un gran Gabilondo Soler, quien se encargó de hacernos disfrutar (y lo sigue haciendo) la interacción de animales y objetos fantásticos que siempre nos enseñaban a solfear, a bailar, a canta; el recordar también la esencia y algarabía de nuestros pueblos a través de nuestros bailes, no es sólo reivindicar la memoria de nuestros antepasado y enaltecerlos, es también dar un empuje hacia el México del futuro, hacia donde queremos ir.

Hace unos días, con la participación de los regionales centro y sureste, vimos una idea plasmada en bailes que aún nos hace estremecer de sólo recordar tan maravillosa interpretación. Los jóvenes responsables de estos montajes nos llevaron a recordar la grandeza de nuestros antepasados, desde los grandes mexicas e indio Chiapa, hasta la época moderna en donde el pueblo sigue acompasándose con la marimba y recordando en la memoria de nuestros antepasados lo grande que podemos llegar a ser.

Esto, sin duda, y en un momento tan difícil para México, es una bocanada de aire freso, un respiro después de tantos problemas y, lo más importante, una promesa. Sí, la promesa inquebrantable de todos los pueblos mexicanos por la emancipación de sus explotadores y el triunfo nuevo de esta, nuestra nación, raza guerrera y valiente que ha demostrado, ante mil y una batallas, la grandeza de su gente, la estirpe guerrera que se vestía del plumaje de quetzal y cuyo grito de guerra era semejante al rugido de un jaguar.

Hay una deuda pendiente aún con nuestro pueblo, una deuda pendiente con nuestros antepasados, volver a erigir el Canaán, la tierra bendita y terrena aquí, entre los nuestros, levantar el rostro al indio golpeado por la pobreza y los abusos y recordarle que es éste quien hubo construido la gran Tenochtitlan. 

Recordar entonces el pasado, es engrandecernos y hacernos de nueva cuenta guerreros, como lo fueron los nuestros y que descansan a nuestros pies, es momento de que esa sangre fecunde nuestro suelo, y que de la tierra herida brote la semilla de una nueva revolución, prestos a la caracola y la clarinada nueva, el regreso de Quetzalcóatl está muy cerca, y en primera fila, fuertes, bailantes, aguardan los antorchitas.

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