MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Un mundo harto del marxismo

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En los ámbitos universitarios o académicos, es ya muy común que la gente se asuma de izquierda. Automáticamente, se critica al neoliberalismo y se defienden los derechos humanos, que son una bandera todavía necesaria calificada como de izquierda.

Es común escuchar, en clases o en espacios académicos, que gran parte del personal estudiantil y docente se asume como progresista; están en favor de las luchas populares. Y parece que todo el mundo ha leído a Marx, las injusticias del país y del mundo son bien conocidas tanto en sus causas como en sus consecuencias. Además, las declaraciones de los círculos académicos contienen verdades de la explotación laboral y de las crisis económicas. 

Por eso, repetir a Marx es -para muchos- repetir verdades sabidas hasta el cansancio. Son comunes las afirmaciones siguientes: las ideas de Marx no innovan, no son ingeniosas, no abonan para la formulación de un nuevo sistema filosófico. Es más, se declara la necesidad de cuestionar si las ideas de Marx contienen filosofía. ¿No es más bien antropología o sociología? -preguntan con desdén-; es que Marx, señalan despectivamente, ya pasó de moda, su pensamiento es superficial, carece de nuevas formulaciones para que el ser humano se adapte a un sistema injusto y bien conocido por todos.

Si para la academia de élite, la filosofía de Marx no contiene nuevas líneas de investigación, entonces no llama la atención porque no es redituable, los papers de temas marxistas provocan indiferencia. 

Las verdades ya muy sabidas se mencionan en diversos medios: en aulas, en periódicos, en redes sociales; y no provocan el temor de los dueños de las grandes empresas responsables de la explotación, por el contrario, se producen mercancías en favor de las luchas sociales -playeras con mensajes a favor del feminismo o productos procesados sin crueldad animal, por ejemplo-.

Hoy todo parece evidente, el mundo injusto se ha normalizado a tal grado que no se pierde la vida por decir verdades, algo que en el pasado sucedió repetidas veces. En el pasado, quienes tenían el poder económico y político acosaban e incluso mataban a sus denunciantes, el ejemplo paradigmático es Sócrates. 

Y no es que los gobernantes de hoy sean menos irracionales que los del pasado. Tampoco es que se den por supuestas las ideas de los grandes pensadores, porque ya casi nadie se detiene a pensarlas. Se trata de que el sistema de producción subsume exitosamente cada lucha colectiva y cada reflexión. Resaltar este hecho no implica la petición de que se violente a los intelectuales, sino afirmar que sus declaraciones no perjudican realmente los intereses de los grandes empresarios ni abogan, en último término, por beneficiar a las grandes mayorías.

Los análisis de hoy repiten lo ya conocido, y repetir que Marx tenía razón parece convertirse en material mercantil, los empresarios pueden vender mercancías con dicho eslogan. El sistema mercantiliza el pensamiento filosófico. 

Darle la razón a Marx o cualquier otro filósofo no repercute radicalmente en el orden social. Y la garganta de los y las académicas no está en peligro al sostener que tal o cual filósofo tenía razón. No sucede así con quienes se atreven a hacer activismo o a denunciar las políticas gubernamentales. 

Que esté permitido repetir que las grandes filósofas y filósofos tenían razón es permitir que se les olvide, porque los discursos repetitivos, alejados de la crítica y de la praxis no modifican el statu quo. Por eso, la academia centrada en los problemas ontológicos de moda, harta del marxismo, se acopla muy bien en el mercado. Conviene más poner en duda a la élite de los institutos educativos y menos a quienes denuncian y son criminalizados hasta el cansancio. 

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