MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Trabajemos en equipo y pongamos a salvo a nuestros jóvenes

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El trabajo con jóvenes estudiantes, por más de 15 años, me confirma un nuevo perfil de ese sector de la población que se distingue por ensimismamiento, dispersión, pérdida de valores como la empatía, solidaridad, cooperatividad, el amor al estudio y al trabajo. Es verdad lo que muchos compañeros docentes y padres de familia comentan, hoy es más difícil educar a los jóvenes. Coincido con ellos.

Sin embargo, no podemos dejar de lado que los jóvenes son una parte importantísima de la población, pues representan aproximadamente el 25 por ciento de la población total en México, con 31 millones de habitantes, así lo arrojó el último censo de población y vivienda del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2020. Además, son los portadores del futuro, son los que tienen mejor salud, más energía, más creatividad, respecto a otros grupos de la sociedad. Y lejos de enjuiciar sus nuevas formas de actuar, debemos encontrar las causas.

Creo que debemos partir de una verdad concreta; el ser humano aprende experimentando, escuchando, viendo, haciendo, conviviendo, a través de los sentidos: el gusto, el tacto, el olfato, el oído, la vista. De tal manera que los jóvenes de hoy en día aprenden de las experiencias diarias de su contexto. Es decir, de convivir en familia, de estudiar en la escuela, de ir a su trabajo (porque un alto porcentaje de jóvenes trabaja), y de la convivencia en sociedad a través de grupos diversos en los que socialice.

Y como es evidente, dentro de las actividades diarias de los jóvenes está el uso excesivo del celular, un estudio en 2019 demostró que más de 54 por ciento de los jóvenes en México de entre 10 y 19 años pasan la mitad del día con su celular en la mano para comunicarse con amigos, escuchar música, buscar información, jugar o hacer la tarea.

Otro estudio demuestra que los adolescentes y jóvenes dedican más de tres horas diarias para entretenerse en el celular. Es decir que, su vida se define por su relación con las pantallas, y está claro que el uso de las tecnologías ha transformado la manera en que ellos aprenden, leen, se informan, se entretienen, miran películas, ven series, escuchan música y se relacionan con los demás.  Ya no es sólo, la ideología de la familia, (que antes era su núcleo más influyente), la que incide en su pensamiento y forma de ser, pues ahora escucha, y ve mensajes más influyentes e impactantes que el cerebro sin poder evitar recibe como cascadas de agua, que procesa, y asimila, hasta apropiarse de ellos, adoptando nuevas formas de ser y pensar.

El gran Carlos Marx, filósofo y economista, descubrió una verdad que se quedaría para la posteridad, sin que nadie todavía la haya podido refutar. “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”, esto quiere decir, para el tema que nos ocupa, que los jóvenes no son responsables absolutos de sus acciones, sino las condiciones en las que se desarrolla.

Por ejemplo, ¿qué mensaje se les mandan con la música de moda?, los famosos corridos tumbados (que me ha dado a la tarea de escuchar con toda mi atención para decir lo que digo), la mayoría alude una vida ilícita, con drogas, con sexo libre y sin compromisos, con dinero fácil.

Pero la pregunta es, ¿los jóvenes escuchan esa música porque es su elección voluntaria, ¿o por qué no hay más?  Y otra cosa, ¿quién y por qué se promueve este nuevo estilo de música, que hasta los gobiernos oficiales andan contratando a altos costos, para cantarle a la gente? ¿No les resulta irónico que, por un lado, se anuncia una estrategia para el combate de la drogadicción en todas las escuelas de secundaria y bachillerato, y, por otro lado, se promuevan conciertos de música, que además de horrible, incita a la juventud a drogarse a como dé lugar y pagando las consecuencias que sea?

No cabe duda, los jóvenes sí están en peligro, y en la realidad lo estamos viendo. Ayer, al llegar a mi plantel, las autoridades de la comunidad me informaron de un intento de homicidio hacia algunos jóvenes estudiantes, y en un ambiente tan tenso y hostil, no nos quedó más remedio que suspender el servicio educativo y recomendar que todos se resguardaran en sus casas. ¿Qué más nos espera? ¿Dónde encuentran su espacio seguro los jóvenes?

Es por ello que hoy les hago un respetuoso pero enérgico llamado a padres de familia, compañeros maestros, promotores del deporte, promotores de la cultura, promotores de la salud y cualquier persona con un mínimo de bondad, a trabajar de manera colaborativa por nuestros jóvenes. Urge que en sus escenarios existan otras ideas, otros anhelos, otras formas de vivir. Ojalá que más de uno coincida conmigo, y se quiera sumar a esta acción, si no lo hacemos, todos correremos peligro.

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