MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Todo el poder… ¿para quién?

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Con los acontecimientos que suceden en estos días en nuestro México lindo y querido, vale la pena que todos los mexicanos, pero principalmente el pueblo trabajador y de manera muy específica los que estamos organizados en Antorcha, repasemos este asunto del poder y de quienes deben o deberían ejercerlo.

Al hablar de ejercer el poder, nos referimos específicamente al poder del Estado. Sí, hay muchos otros poderes reales o, como dicen los especialistas, poderes fácticos, que ejercen su influencia en la sociedad, pero ninguno como el poder del Estado. El tema es muy extenso, solamente trazaré líneas generales, para despertar el interés del posible lector, y me centraré en un solo aspecto que quiero destacar hoy.

Hoy los falsos redentores quieren controlar los tres poderes y aniquilar todo intento de independencia… quieren todo el poder, pero no para el pueblo.

Desde que la sociedad se dividió en clases, el equipo de especialistas que deben atender los asuntos generales del colectivo, del país, los asuntos que no se traspasan a la esfera del ámbito privado o particular, equipo de especialistas que ha existido de un modo u otro en todas las sociedades, incluidas las de la comunidad primitiva, deja de ser un equipo aislado de las mismas clases, o por encima de ellas y se convierte en un aparato de las clases dominantes, desde entonces le llamamos Estado (con mayúscula), que tiene como tarea producir y reproducir el sistema en el que las clases explotadoras dominan a las trabajadores, las someten y las controlan. Muchos “intelectuales” rechazan esta definición del Estado, pero la ciencia social y la histórica han demostrado la certeza del este planteamiento.

Las formas en que este Estado se perfila son muchas y diversas, pero siempre cumplen ese objetivo. Ha variado también en el tiempo y con respecto al sistema económico de cada sociedad. Así, el Estado esclavista se adapta a las necesidades de ese sistema, las cuales cambian en el feudalismo o en el capitalismo, y por ello cuando el sistema cambia, cambia también el Estado.

El Estado capitalista, aunque también tiene variaciones en cada país y en el tiempo, es en general lo mismo en todos los países capitalistas: un instrumento de las clases capitalistas locales (a veces más de las extranjeras), para garantizar y profundizar su dominio. No importan así si es una monarquía, o una república, si tiene o no división de poderes (casi todas las repúblicas han adoptado la división en tres poderes supuestamente independientes).

En su análisis del Capitalismo, Carlos Marx y Federico Engels explicaron los detalles de este Estado, y demostraron que la desaparición del Estado o su conversión a un aparato independiente de las clases, capaz de representar realmente los intereses de toda la nación, de la humanidad misma, será solamente en cuanto deje de ser necesario, es decir en cuanto la división de la sociedad en clases sociales desaparezca, el sistema se convierta de un sistema de explotación de una clase sobre otra en uno donde la explotación no exista y solamente se produzcan de manera colectiva, organizada y solidaria, los satisfactores para toda la sociedad; al no haber explotación, no hay clases, y sin estas ya no se necesitará el dominio de una sobre otra, un Estado dejará de ser necesario y desaparecerá sin necesidad de destruirlo por la fuerza. Pero para que desaparezcan las clases así, como solo pueden desaparecer (no van a desaparecer por decreto, ni por votación a mano alzada, sino cuando el sistema cambie de raíz), se debe pasar por una etapa de transición en la que el estado no desaparece, sino que sigue siendo necesario, y sigue representando a la clase dominante, solo que en esta nueva sociedad, en esta etapa de transición, ya no es la clase capitalista la que domina, sino la clase proletaria, y tendrá que ser resultado de una revolución (no necesariamente armada) en el sistema de producción, y su transformación a uno en el que deja de haber explotación, hasta que por su propia evolución, deja de existir la división en clases.

Esta etapa es la que Carlos Marx llamó Socialismo, para diferenciarla de la etapa del Comunismo. En el Socialismo, pues, sigue habiendo Estado, y sigue siendo un aparato de dominio de una clase sobre otra, solo que, al revés, sería el aparato de la clase trabajadora para someter y controlar a la clase capitalista, que sigue siendo poderosa, rica y sigue deseando hacerse del poder del Estado, lista a retomarlo si es necesario por la vía de la contrarrevolución, la violencia y el asesinato; por eso y solo por eso es que debe ser sometida.

Esta etapa, pues no se define por el autoritarismo, sino por la construcción de una nueva sociedad más poderosa y más justa, solo que, sin privilegios ni explotación, pero como esos privilegios y explotación son los que le permiten a las clases ricas tener su riqueza, no quieren esta nueva sociedad, quieren regresar a la vieja sociedad de explotación en la que ellos se hacen cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Es decir, en el socialismo el “autoritarismo” es necesario solamente en la misma medida en que los capitalistas intentan regresar al capitalismo, y si no, cada vez se va convirtiendo en una sociedad no solo más poderosa y más justa, sino más libre, más solidaria, sin crimen ni inseguridad, y, por ello, cada vez menos autoritaria. Si esto es así como lo es, no existe en realidad otro camino para lograr una sociedad cada vez más libre y pacífica.

Partiendo de esto que nos explican las ciencias sociales y la historia, ¿cómo entender los actuales intentos de quienes tienen el poder del estado para concentra cada vez más poder, dejar menos espacio para la división de poderes, para los organismos independientes para las organizaciones populares, y la persecución y represión contra las voces disidentes? Porque esta represión no se ejerce contra las clases explotadoras las cuales, al contrario, gozan de más privilegios e impunidad para explotar a los trabajadores y ejercer su dominio, lo que se refleja en el crecimiento de su riqueza y, por ello el incremento y ponderación de la desigualdad.

Quienes hoy tienen el poder del estado, agrupados en el partido Morena y sus aliados, que no son sino los políticos de siempre, solo que ahora con un lenguaje simuladamente de izquierda o progresista o popular (como usted quiera ver), ¿para quienes están concentrando el poder? Para la clase trabajadora, para el pueblo de México definitivamente NO.

Cuando Vladimir Ilich Lenin, después de la Revolución de Febrero de 1917, dijo en Rusia al regresar del exilio "todo el poder para los soviets", era por que defendía y proponía a los trabajadores un gobierno dirigido por los consejos obreros que estos mismos habían creado en todo el país, directamente en las fábricas, en las localidades en el corazón mismo del pueblo, en oposición al órgano de gobierno de la burguesía en ascenso.

Hoy los falsos redentores quieren controlar los tres poderes y aniquilar todo intento de independencia… quieren todo el poder, pero no para el pueblo. Yo no veo al pueblo organizado y en lucha, con su revolución en marcha y sus consejos populares activos y listos para tomar todo el poder. Morena NO es el poder del pueblo.

En otra ocasión hablaremos de qué es lo que podría hacer un gobierno realmente popular en el aparato del Estado tal y como está hoy, cosa que también es posible y sin duda traería muchos y muy benéficos cambios para el pueblo trabajador, de hecho Antorcha lleva cincuenta años proponiéndole al pueblo que tome el poder de la nación ya, y hoy decimos claramente que es este aparato el que puede tomar y transformarlo para ejercer el poder para hacer con él lo que los neoliberales y oportunistas no han querido ni van a hacer nunca.

Hoy no es el pueblo sino Morena quien quiere concentrar todo el poder, ¿para quién?

 

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