La pobreza en Morelos para 2012 alcanzó a 843 mil quinientas personas (el 45.5 por ciento de la población total); para 2014 (último registro del Coneval) a 993 mil 700 habitantes, es decir, a 150 mil morelenses más, lo que representa, ahora, al 52.3 por ciento de los que viven en aquel estado. También la pobreza extrema aumentó en ese mismo periodo pues en 2012 había 112 mil 700 seres humanos que sufrían de más de 3.6 carencias sociales mientras que para 2014 la cifra llegó a 149 mil 300. El rezago educativo en Morelos afecta a 314 mil 800 ciudadanos.
Como consecuencia de lo anterior, pues todos sabemos que la pobreza y la desigualdad son los más propicios caldos de cultivo para la delincuencia, de acuerdo con las estadísticas del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) del 2015, Morelos, respecto a los homicidios, ocupó el tercer lugar a nivel nacional, con una tasa de 25.70 registros por cada 100 mil habitantes. En secuestro, la media nacional se ubicó en 0.87 raptos; Morelos es cuarto lugar de la lista, con 1.67 casos. En el delito de extorsión, cinco entidades superaron por más de 80 por ciento el promedio de 4.17 en todo el país.
Morelos contabilizó 8.96 averiguaciones por cada 100 mil habitantes. Respecto al robo de vehículo con violencia, el promedio en todo el país, durante 2015, fue de 37.31 casos por cada 100 mil habitantes, Morelos fue de nueva cuenta tercer lugar de la lista con 58.84 casos. Finalmente, en robo de auto sin violencia, cuando el promedio en todo el país fue de 92.86, Morelos fue el quinto lugar a nivel nacional con 125.55 casos.
Todo ello perpetrado por la delincuencia organizada y por la delincuencia a secas, y ocurrido durante el Gobierno del perredista Graco Ramírez Abreu, el otrora suspirante a la Presidencia de la República.
Claro que Morelos no es una burbuja que no tenga nada que ver con los problemas nacionales; es evidente que también a este estado le afecta negativamente el modelo económico neoliberal que produce mucha riqueza material para el beneficio de unos cuantos pero también mucha pobreza entre la inmensa mayoría de la población. Pero lo cierto es que este Gobierno prácticamente no hace nada para aliviar la situación y conste que es supuestamente de izquierda, aunque en realidad se comporta como uno de los peores Gobiernos de derecha.
Ante la terrible situación por la que atraviesa el estado, que no solo ha provocado preocupación entre los antorchistas sino en otros sectores de la población como los que se manifestaron por miles en las calles de diversas ciudades, se antojaría un Gobierno más sensible, más dispuesto a escuchar los reclamos, aliado de quienes más golpea la pobreza, un Gobierno con la firme voluntad de hacer todo lo que esté en sus manos para atender las necesidades sociales. Pero no.
A la situación de pobreza e inseguridad se suma la incapacidad del Gobierno morelense pero, además, se suma la arrogancia, la prepotencia, la fobia contra las organizaciones sociales, y la idea equivocada de que todo el que protesta es un enemigo declarado del proyecto de Graco y asesores. Por eso organiza campañas de odio y de amenazas contra los antorchistas y sus dirigentes; por eso simula que dialoga y hace campaña de ello, pero en verdad no resuelve nada, por eso lanza campañas mediáticas para satanizar a los que se atreven a manifestar su inconformidad y por eso manda amenazas de muerte contra los principales dirigentes del Movimiento Antorchista que encabeza en ese estado la valiente luchadora social Soledad Solís Córdova.
La actitud del Gobierno es irracional e injusta porque está al alcance de su mano atender las demandas que plantea la organización; y no puede alegar falta de recursos porque lo que piden nuestros compañeros antorchistas, aparte de que son demandas de elemental justicia social, no representan más que un porcentaje ínfimo del presupuesto estatal que no se compara con el inmenso caudal de recursos que invierte Graco en promover por todo el país, el estado imaginario, de bonanza y seguridad, que nadie conoce en Morelos.
Reconocimiento de una escuela de nivel medio superior, pequeños proyectos productivos para campesinos pobres, modestas obras de agua potable, son el tipo de peticiones por las que luchan los antorchistas morelenses.
Pero el gobernador de Morelos y sus asesores hacen mal sus cálculos si pretenden, con su negativa y represión, hacer que abandonemos la lucha; los que conocemos al antorchismo nacional sabemos que entre nosotros hay un principio de solidaridad incondicional que no se manifiesta sólo en declaraciones, sino en los hechos, en actividades prácticas concretas como campañas propagandísticas nacionales (redes sociales, volantes, spot, etc.) y movilizaciones que siempre que es necesario cuentan con la participación de miles de ciudadanos dispuestos a poner el pecho en defensa de cualquier antorchista del país. Los antorchistas de Morelos, nuestra compañera Soledad y su comité estatal saben que cuentan con sus hermanos potosinos, que estamos listos para participar en cualquier actividad de solidaridad que se proponga; por lo que en el momento en que sea necesario ahí estaremos presentes.
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