La osadía del imperialismo de atacar Siria, al menos en la primera evaluación posible, no le ha resultado favorable. Los números del primer ataque con sus misiles no le son propicios: le detuvieron 71 de 103 misiles lanzados contra Damasco, o sea un promedio de 7 de cada 10 zarpazos que la fiera lanzó brutal, le fueron no sólo contenidos, sino inutilizados, destruidos. La bestia ya se revuelve frustrada en el lodazal de su odio con sus zarpas quebradas y ya empiezan sus "aliados" a darle la espalda, como Italia, que ha negado su territorio para desde allí continuar lanzando misiles contra el país árabe agredido. No hay duda de que los imperialistas italianos se hubieran alineado obedientes de haber habido una eficacia de más del 90 por ciento de los asesinos disparos, pero no recelaron en quitarle el espagueti de la mesa a su jefe con tan bajo porcentaje de aciertos que ha tenido.
Los pobres y los humildes de México deben notarlo, deben apuntarlo bien en sus libretas, los antorchistas en primer término. La realidad cambia, se modifica, lo que parece inconmovible se dobla, el poder que parece indestructible, eterno, no lo es. Justo acaba de ocurrir un acontecimiento que confirma que ha cambiado el equilibrio de fuerzas mundiales. Los sistemas antimisiles rusos, comprados y usados por Siria, le acaban de romper el hocico a los misiles gringos e ingleses el 14 de abril del presente: el imperio escupe sus colmillos rotos y ensangrentados y mira azorado a su alrededor buscando, desesperado, culpables qué castigar o con quién desquitarse. Es el mismo imperio que tanto daño ha hecho a la economía de los mexicanos más pobres y a la de los empresarios nacionalistas más emprendedores, es el mismo imperio que desde sus orígenes nos invadió y robó más de la mitad del territorio nacional. Intelectuales honestos y profesionistas serios deben recordar que es la misma bestia que ordenó el asesinato de Francisco I. Madero y nos impuso al dictador Huerta; que es el mismo monstruo que, aliado con imperialistas canadienses, ingleses, franceses y otros, poseyendo la casi totalidad de las minas y con su sed insaciable de ganacia a como dé lugar, despoja hoy a la tierra mexicana de su riqueza mineral; que es, en fin, el mismo gorila violento que "alecciona y prepara" a nuestros policías para que sean mejores represores, como lo ha hecho en toda América Latina durante más de un siglo tumbando con ellos gobiernos electos por los pueblos e imponiendo a sangre y fuego a sus dictadores.
Los mexicanos patriotas deben fijarse bien que el caso más patético es el de la bestia imperial inglesa: ninguno de los misiles lanzados desde sus aviones supersónicos llegó siquiera a su blanco, ninguno: fueron destruidos en el aire por armas más rápidas y eficaces, los Buk-M2 y los Pantsir rusos. Una derrota británica en toda la línea, como nunca había ocurrido. Las armas de su real majestad, la atildada burguesía inglesa, no sirvieron ni para el arranque: los lores, sus banqueros y sus "comunes" protectores son falibles, no tienen el poder indestructible que por décadas el mundo creyó. Nótenlo los mexicanos de cuna humilde y trabajadora y nótenlo los pueblos explotados del mundo: la Gran Bretaña, con todo y sus pesados portaaviones, submarinos, super aviones y misiles puede ser derrotada porque ya lo fue en Siria.
El madrazo ruso fue seco, incontestable, humillante al grado de escoltar a los misiles agresores en gran parte de su recorrido por los aires de Siria. ¡Así como se oye: escoltar!, con la innegable posibilidad de destruirlos a voluntad. La cantidad de misiles interceptados por los sirios no es un resultado alto, sino fantástico, según afirman militares entendidos. Dicen que pudo haber mandado mejores misiles: sí, tal vez, pero no los mandó, o quizá no lo son tanto como se afirma; el caso es que para una maniobra de dimensiones y consecuencias mundiales al imperialismo le rompieron la jeta de manera espectacular y no debemos creer que se expusiera a ello voluntariamente.
En realidad, este exitoso golpe sirio-ruso logra que la serpiente imperial escurridiza busque revirar hacia donde no hay sistemas antimisiles: Latinoamérica, casi inerme, es entonces el campo ideal para que progrese la guerra, modo de existencia del capitalismo en su fase imperialista, la gran patria latinoamericana se reafirma por obra de estos acontecimientos como la víctima más próxima en todo sentido. La bestia herida, en su locura, sigue siendo extremadamente peligrosa, sus garras siguen siendo filosas y somos, lógicamente, sus siguientes víctimas: es cuestión de tiempo. Los pobres de México necesitan estudiar y comprender urgentemente esto, sólo así podrán actuar convenientemente. Si Juárez, Ocampo y los suyos pudieron resistir el vendaval imperial francés fue, entre otras razones históricas, porque su pueblo estaba a su lado, dispuesto a la lucha.
Estas son las poderosas razones que nos obligan a practicar como nación una política mesurada y muy precavida con nuestro furioso vecino, no estamos como para jugar a las guerritas ni aventurar la estabilidad de nuestro país y meter a nuestro pueblo en un baño de sangre, no al menos por irresponsabilidad nuestra, mexicana. Hoy más que nunca se requiere de una sabia política exterior que ayude a la patria a esquivar las tarascadas que le acechan en esta larga noche del fin del dominio del capital financiero mundial. Si el imperio lo decide, no habrá argumento válido para la fuerza de sus armas, así lo muestran en más de un siglo todos los casus belli inventados o medio inventados a las carreras, como las supuestas "armas químicas" de Siria hace apenas unos días. Pero tampoco cabe la duda de que una atinada política exterior puede ayudar activamente a retrasar o esquivar al menos ciertos golpes.
Por estas poderosas razones, también, el pueblo mexicano no debe elegir en sus próximas elecciones a alguien que en estos momentos de incertidumbre mundial practique una política aventurera y debilite a las organizaciones populares. En muchas otras comunicaciones, Antorcha ha dado a conocer su experiencia de que el candidato presidencial de Morena nunca resolvió una sola demanda popular de la ciudadanía organizada mientras gobernó la Ciudad de México, y ya ha declarado el tabasqueño que seguirá por esa vía: en lugar de fortalecer a su pueblo para resistir la inminente oleada de agresiones, AMLO se ha propuesto disolver su unidad golpeando a la más fuerte organización popular que hay en este momento en México. Y, por otro lado, está suficientemente documentado que don Andrés no es un hombre de ciencia, no es un estadista de talla, de ningún tamaño, y que su discurso de fundamenta en lo que en Filosofía se denomina subjetivismo, mismo que nunca ha dado buenos frutos a la humanidad, aunque suene muy atractivo. Le pido muy atentamente –al tiempo que le ruego me disculpe por el atrevimiento–, estimado lector, que si quiere profundizar usted sobre este tema, escuche el discurso del Maestro Aquiles Córdova Morán en Ixtapaluca el pasado 12 de abril –pero que lo escuche deveras, porque la mayoría de las notas periodísticas o crónicas tienen un sesgo antiantorchista que distorsiona notoriamente su contenido–. En lo referente al candidato de la derecha, verá usted allí que no tiene ninguna propuesta para solucionar la pobreza en México y por su tendencia política antipopular, también muchas veces demostrada en nuestras denuncias, no es el representante de los intereses de los más lastimados por el modelo de economía neoliberal: sus dos gobiernos presidenciales han sido fieles ejecutores de las más vergonzantes instrucciones gringas, como poner a nuestra policía bajo su custodia y tutoría ideológica. Ambos extremos no son del interés de la mayoría de los mexicanos. Por descarte sólo nos queda Meade y es el que tiene, irónicamente, más posibilidades de practicar una política menos entreguista, es el que más posibilidades le da al pueblo de organizarse para la defensa de la Patria. Meade ya sabe lo que es tener la bota imperial en el cuello y pertenece a un gobierno cuyos tímidos intentos por diversificar las exportaciones mexicanas e importaciones fueron brutalmente reprimidos por el vecino de Norte. No hay duda ni nos debemos hacer ilusiones, Meade no acabará con la pobreza, pero sí permitirá al pueblo mexicano tener un mayor margen de maniobra para sobrevivir. El pueblo pobre de México tiene que aprender que en política se debe imponer la lógica, no los gustos, y actuar en consecuencia: no se puede permitir esta nación un error de cálculo de tal dimensión.
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